Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Es Pascua!

Chicago 10.04.2011 Gian Paolo Pezzi, mccj Traducido por: Originale

Carta de Pascua 2011. Es el Dios de la vida que pasa entre los sepulcros de nuestra existencia.  

¿Sepulcros vacíos los nuestros, porque hemos resurgido, o bien entre los pliegos de nuestra historia todavía yacen cadáveres de dudas e incertidumbres, de miedos y angustias, de ambigüedad y pecados que ya son nuestros desde demasiado tiempo? 

Es Pascua!

Es tiempo de gozo y esperanza, de certezas y amplios horizontes, de confianza en una vida nueva que abra el corazón a las realidades más bonitas de la vida y de la historia. 

Es Pascua! 

Es resurgir. Cuándo Jesús habló de eso por primera vez con sus discípulos, ellos no entendieron. No sé que palabra usara en arameo; el griego de los Evangelios habla de anastasis, de meterse de pie entre los "muertos". ¿Y como podían entender, si aún no "veían" a las muertes   entre que estaban caminando? Demasiado llenos de sí: observaban la ley, se consideraban buena gente, decente. 

Tendrán que aparecer el miedo, la huida, la traición. Entonces, mirando de frente a estas muertes suyas comprenderán también aquello de salir del sepulcro, de meterse de pie entre los muertos, de resurgir. 

Gracias a los adelantos informáticos, nosotros hoy los cadáveres de la historia, las muertes físicas, sociales, humanas y espirituales las tenemos bajo los ojos y de ellas sentimos el peso. De ellas, sin embargo, ¿aceptamos también "nuestra responsabilidad corporativa", esta otra cara de la "Comunión de los santos”?  

Resurgir, ponernos de pie, es hoy una necesidad de vida: es la única razón para la esperanza! 

Delante de los acontecimientos y de la historia de hoy, nos sentimos impotentes y nos descubrimos una gran necesidad de verdad. Bernanos en su Diario de un cura de campo nos advierte: "Cuándo de paso encuentras una verdad, mírala bien, pero no te esperes que te guiñe el ojo: las verdades del Evangelio nunca hacen esto".

Cada vez que sabemos "leer" la vida, descubrimos rasgos de esta verdad: una verdad que nos es donada, con la que nos cruzamos. Y con ella nos encontramos porque de algún modo somos de paso, nos movemos, estamos en camino. 

El "salir de tu tierra, de la casa de tu padre" e ir dónde la vida te conduce, ya no te sabe a un "dejar" sino a don que te permite de encontrar, mirar, conocer la verdad y el sentido de la vida, de los acontecimientos y de las cosas. Quien se aventura por ese camino, no es un sacrificado de la vida, es más bien un dichoso que ha descubierto el tesoro escondido en el campo. 

           En la complejidad y en el enredo de los intereses de hoy, también vemos que la verdad nos exige comprender. Quisiéramos entender qué está sucediendo en el Mundo, que rumbo toma la historia, y si podemos confiarnos o tomar las distancias de cuanto la prensa nos suministra cotidianamente; quisiéramos saber si el tsunami en Japón es tan sólo una desgracia natural, si las revoluciones en el mundo musulmán son puro deseo de libertad, si las guerras en África sólo nacen por conflictos locales, si las miserias de la política son asunto de unos pocos corrompidos, si la crisis de la economía es algo de pasajero.  

            Desde siempre me han enseñado que trabajar en una parroquia, dirigir una radio o un periódico, presidir una escuela o una universidad, construir una capilla o una maternidad es el servicio "inútil" de quien cultiva una huerta en su reducido terruño: para hacerlo bien y para que tu trabajo sea útil –me decían- se debe, sin embargo, hacerlo teniendo bajo la mirada el amplio universo del mundo, porque cada pequeño taco siempre es parte del único mosaico de la historia humana.

Si así es, mirando mi vida, debo decir que, como siempre en el pasado, esta vez también es mucho más lo que estoy recibiendo de lo que pude haber dejado. 

            El trabajo que hago en el campo de Justicia, Paz, Integridad de la Creación (JPIC), me lleva a tener contacto con realidades, documentos, estudios que me ayudan a entender y vivir la verdadera realidad de este mundo que sufre los dolores del parto en volverse el Reino de Dios. 

            Desde el 6 de octubre de 1969, día en que salí a África por la primera, estas cartas mías con su periodicidad variante, han sido un instrumento para compartir con ustedes amistad y misión. El deseo de compartir fue también la única razón por la que acepté de abrir una página en Facebook ya que allí había la oportunidad de publicar Notas,  en realidad de compartir noticias y artículos sobre la vida y la misión. Para quien estuviese interesado, todavía existe y el enlace es:

http://www.facebook.com/home.php?#!/profile.php?id=1203696421&sk=notes     

Sin embargo, sé que muchos, incluso usando ordenador e Internet, tienen reticencias y dudas con estos lugares de encuentro digital, y no están del todo equivocados. No quiero que se queden fuera de este intercambio y así, con la ayuda de una laica misionera que ha estado en Chad, hemos organizado un blog. Allí pongo el informe de mis actividades -a las Naciones Unidas, en Ecuador, en África, en los Estados Unidos-, mis artículos y los textos que están abriéndome los ojos sobre las verdades de este nuestro mundo para tratar de entender por que caminos Dios va a su encuentro. Cada uno puede usarlo como y cuando quiera, basta hacer un clic en          http://www.jpic-jp.org/es.php

Les deseo un hondo camino de oración en este último tramo de Cuaresma: Rezar –decía un monje del desierto- es hacer lo de aquel pajarito: no logrando con su pico beber el agua que allí estaba bajita, echó piedritas en el vaso, hasta que subiendo el nivel, el agua llegó a su alcance. 

Y… una Pascua feliz: sea un ver a Dios que pasa en nuestra vida.

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