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ONU, una corta sigla que esconde una selva

Newark 15.02.2018 Gian Paolo Pezzi, mccj Traducido por: Jpic-jp.org

Se habla habitualmente de Naciones Unidas (ONU), y de este modo se camufla la complexidad y la exorbitante dimensión que esta instancia mundial ha venido adquiriendo a lo largo de sus más de 60 años de vida. El nombre oficial es United Nations System, oficialmente traducido con El Sistema de organizaciones de las Naciones Unidas.

El término ONU es útil por su sencillez, pero su histórica expansión no era en la mente de los fundadores y es una de las causas de sus múltiples actuales problemas y críticas.

“El conjunto de organizaciones de las Naciones Unidad está constituido por la Secretaría de las Naciones Unidas, los fondos y programas (como el de UNICEF y el PNUD), los organismos especializados (como la UNESCO y la OMS) y las organizaciones conexas.

Los organismos especializados están vinculados a las Naciones Unidas por acuerdos especiales y presentan informes al Consejo Económico y Social o a la Asamblea General. Las organizaciones conexas, que incluyen el Organismo Internacional de Energía Atómica (OEIA) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), se ocupan de esferas especializadas y tienen sus propios presupuestos y órganos rectores. En conjunto, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidad abarcan todas las esferas de actividad económica y social”. El subrayado es nuestro, pero esta última afirmación se encuentra en la publicación oficial “Las Naciones Unidas Hoy” (a la p. 23 - Página web www.unsystem.org/es) de un volumen de 245 páginas, y fundamenta sin quererlo dos de las críticas que se le hace a la ONU.

La primera: la ONU pretende ser, sin haber recibido el mandato, un gobierno mundial con la voluntad de dirigir todos los aspectos de la vida de los pueblos. La segunda: tamaña multiplicidad y autonomía, lleva a cada entidad a auto dirigirse, a auto extenderse y a inmiscuirse en todos los asuntos, también en los que no les corresponden. Basta citar dos ejemplos al centro de las polémicas de estos últimos tiempos.

La toma de posición de la UNESCO en el conflicto israelí-palestino. “La UNESCO se creó en 1946 para forjar una paz mundial duradera basada en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad. Sus esferas de trabajo son la educación, las ciencias naturales, las ciencias sociales y humanas, la cultura y la comunicación” (Ib. p. 63, www.unesco.org). Por ende “sus programas persiguen la promoción de una cultura de paz y un desarrollo humano y sostenible y se centran en el logro de la educación para todos, [y] la promoción de la investigación”. Por eso, “Al aprobar su resolución sobre la ‘Palestina ocupada’, la Unesco adoptó una medida política que queda fuera de su esfera de competencia. La resolución desestabilizará un equilibrio político delicado que sigue siendo un tema de debate entre las organizaciones internacionales competentes”. Esta interpelación al parlamento europea concluía con la cuestión: ¿Qué hacer para que el delicado problema de la coexistencia entre israelíes y palestinos siga bajo la jurisdicción de las autoridades competentes y no se vea afectado por las posiciones políticas adoptadas por organizaciones cuyas actividades se refieren exclusivamente a la esfera cultural? (L'UNESCO ha intrapreso un'azione politica che esula dalla sua sfera di competenza).

Últimamente, se ha venido criticando la decisión de Estados Unidos de recortar su contribución a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA). Si de un lado, por parte de los EEUU, es un gesto de chantaje que nada tiene de humanitario, por otro lado la UNRWA está siendo criticada desde su creación en 1949. Fue instituida para asistir de forma temporal a los palestinos que huyan o eran expulsados de sus hogares durante la guerra árabe-israelí de 1948. A largo del tiempo, se ha convertido en un organismo casi gubernamental, dándose atribuciones arbitrarias. Por ejemplo, “La agencia permite que se transmita el estatus de refugiado de generación en generación, y no elimina de su lista a las personas que han conseguido la ciudadanía de otro país, lo que aumenta continuamente la población que sirven y plantea la cuestión de quiénes califican para recibir el estatus de refugiado. De los 700.000 palestinos que huyeron en 1948, actualmente hay unos 5,2 millones registrados como refugiados en Siria, Jordania, Líbano y los territorios palestinos” (Ver Organizaciones condenan recorte de fondos de EEUU a palestinos).

Israel no otorga a los refugiados palestinos el derecho de retorno y la UNRWA no se implica para reasentar a los refugiados en otros países, como Líbano, Jordania y los demás países árabes. Tampoco, se ha preocupado de diversificar sus ingresos o hacerse económicamente autosuficiente, exponiéndose de esta manera a los chantajes de quienes la financian, esta vez los Estados Unidos. Es una pena que la dignidad y seguridad de millones de refugiados palestinos que necesitan asistencia de emergencia y otro tipo de apoyo sea al centro de diatribas políticas. Desafortunadamente la historia enseña que ninguna organización dirá que ha hecho su tiempo o que necesita ser repensada. La UNRWA da la impresión de querer mantener el estatus de refugiados a los palestinos aumentando su número para garantizar su subsistencia y un aumento constante de su financiamiento. De esta manera expone el flanco a críticas que después se repercuten sobre la ONU como institución.

Foto: © Khaled Alashqar / IPS Niños desplazados en una escuela administrada por la ONU en el barrio Shujaiyeh de Gaza.

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