Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Una Teología de la Liberación solo es posible si comienza y termina en el horizonte de la fe

26.08.2014 Natasha Pitts, Adital Desde hace algún tiempo se dice que la Teología de la Liberación (TdL) está en crisis. Esta corriente teológica se ha caracterizado por una opción preferencial por los pobres y por la lucha por la justicia social. Fray Clodovis Boff, quien  con su hermano Leonardo Boff ha sido, uno de los teólogos de la TdL, en esta entrevista sostiene que ese modo de hacer teología ya "no tiene más futuro dentro de la iglesia”. (Elaboración de Jpic-jp.org)

Frei Clodovis ha participado de su fundación y ya tenía reservas sobre la TdL en virtud de la falta de rigor teórico y de la priorización “de lo político a expensas de la fe”. Con el tiempo, esa prioridad no ha cambiado. Hoy, Frei Clodovis sostiene que la TdL pierde cada vez más espacio porque “dio lo que tenía que dar” concientizando a la Iglesia sobre la opción preferencial por los pobres; desapareciendo en el caudal de la teología cristiana la TdL cumpliría hoy su misión histórica. Esta es la primera de las entrevistas realizadas por ADITAL. 

Después de 42 años, la TdL, ¿todavía vive, todavía tiene sentido?

R/. Clodovis.  Hay teólogos de la liberación que se reúnen y escriben. Pero su declinación como tendencia aparte es innegable. A mi modo de ver, la TdL “prescribió” históricamente. Dio lo que tenía que dar: concientizar a la Iglesia sobre la opción preferencial por los pobres. Ahora, eso ha sido incorporado, sin más discusión, en el discurso normal de la Iglesia. Así, la corriente liberacionista reentra, finalmente, en la gran corriente de la teología católica o universal, reforzando y actualizando aquello que fue siempre una riqueza de la Iglesia: el amor preferencial por los sufrientes de todo tipo. La TdL podría hasta permanecer como una de las llamadas "teologías de lo genitivo”; teología necesariamente parcial, como cuando se habla de la "teología de la gracia”, de la "teología del casamiento” o incluso de la "teología de San Pablo”. Esas teologías particulares tematizan tan solo un aspecto de la fe. Fue en ese sentido, como teología parcial, sintonizada con el todo de la fe, que la TdL fue declarada por Juan Pablo II, en una Carta a los Obispos de Brasil, como "oportuna, útil y necesaria”. Mientras pretenda ser una teología completa, la TdL no tiene futuro. De hecho, va perdiendo cada vez más espacio dentro de la Iglesia.

Se dice que la TdL comenzó bien, pero acabó desencaminándose: puso a los pobres en el lugar de Cristo e instrumentalizó la fe "para” la liberación. Estos errores han comprometido los buenos frutos de esta oportuna teología. ¿En qué momento y por qué usted se convirtió en uno de los críticos de la Teología de la Liberación?

R/. Clodovis. Desde siempre tuve reservas, ya sea por causa de su falta de rigor teórico, ya sea debido a su propensión ideológica: la de priorizar lo político a expensas de la fe. En mi tesis doctoral "Teología y práctica” publicada hace más de 40 años, había establecido claramente la prioridad de la fe sobre la política; imaginaba que la prioridad conferida a lo político fuera algo transitorio, sea por la urgencia social, que se vivía en aquellos tiempos difíciles (dictadura y capitalismo salvaje), sea por mostrarse como una enfermedad infantil, normal para todo movimiento histórico nuevo. Pero, con el paso del tiempo, me fui dando cuenta de que aquella prioridad, en vez de refluir, se iba afirmando cada vez más, con grave daño para la identidad de la fe, la misión propia de la Iglesia y el destino último del ser humano; decidí entonces explicitar, sin tapujos, mis críticas.

 

¿En qué puntos hay divergencias entre los teólogos de la TdL?

R/Clodovis. Las divergencias no son de poca importancia sino fundamentales, tocando los principios mismos de la fe. ¿Quién es Señor de la Iglesia? ¿Quién ocupa sus pensamientos? ¿Cristo o los pobres? Si decimos: Cristo, está garantizado, en principio, que los pobres tendrán en la Iglesia su "lugar eminente” (Bossuet). Pero si decimos: los pobres, entonces Cristo puede ser fácilmente despedido de la sociedad y de la vida, como ocurrió con el marxismo.

 

En algunos textos usted habla de desgaste y crisis de la TdL. ¿Cómo ese "modo de teologizar” puede enfrentar la crisis y seguir fuerte?

R/Clodovis. Paradójicamente, desapareciendo en el caudal mayor de la teología cristiana, la TdL cumple su misión histórica. Es como el terrón de azúcar, que sólo existe para disolverse en el café: continuará ahí presente, endulzando el café, pero invisible. O, en una metáfora más bíblica, es como Juan Batista dijo: "Importa que Él crezca y yo disminuya”, al contrario de los judíos que, llamados a acoger al Mesías, se negaron a ser aquello en lo que deberían convertirse. Deberían haber hecho como Saulo, que cumplió su destino convirtiéndose en Pablo. Tal debería ser el término final de la TdL: convertirse en teología cristiana sin más, después de haber contribuido a su enriquecimiento.

Los teólogos de la liberación están envejeciendo, ¿usted cree en una renovación?

R/Clodovis.  En las producciones actuales de los llamados "teólogos de la liberación”, el discurso se repite ad nauseam. Son "variaciones sobre el mismo tema”: los pobres socioeconómicos y su liberación social. Insisto: sólo es posible una TdL, como cualquier otra especie de teología, bajo la condición de comenzar y también terminar en el horizonte transcendente de la fe. Fuera de esto, la TdL sólo producirá "más de lo mismo”. Y, así como el Papa Francisco suele decir que una Iglesia sin la fe incondicional en Cristo es una "ONG piadosa”, así también una TdL (o cualquier otra), sin esa misma fe principal en Cristo, es una ideología religiosa; compitiendo o colaborando con otras ideologías se hace cada vez más irrelevante, pues el mundo actual está cansado de ideologías.

La apertura que el Papa Francisco viene dando a teólogos de la TdL, ¿puede ayudar a revigorizarla?

R/Clodovis. El discurso y, más aún, el ejemplo del Papa actual podría servir de ejemplo para un cristianismo que no necesite de ideología, incluso bajo un rótulo teológico, para ocuparse en serio de los pobres. La TdL sólo puede revigorizarse dentro el pluralismo teológico de la Iglesia, como una teología particular.

 

¿Cómo han trabajado y cómo deberían pensar los teólogos de la liberación cuestiones polémicas como el aborto, la diversidad homoafectiva, la participación de la mujer en la iglesia?

R/Clodovis.  Como para la cuestión del pobre, central en la TdL, todas esas otras cuestiones deben ser tratadas por cualquier teólogo a partir de los principios perennes de la fe. Pero –y ésta es la función propia del teólogo en la Iglesia–, esos principios deben ser comprendidos y confrontados con la experiencia de la historia, que tiene mucho que enseñar a la Iglesia, como reconoce el Vaticano II en la Gaudium et Spes.

Para la Iglesia Católica, ¿cuáles son sus desafíos actuales ante tantas demandas sociales, políticas y económicas?

R/Clodovis. La Iglesia ya está haciendo mucho en el campo social, y deberá hacer más. Pero es preciso que quede claro: no es ésa la misión originaria, "propia” de la Iglesia, como repite expresamente el Vaticano II. La misión social es una misión segunda, aunque derivada, necesariamente de la primera, que es de naturaleza "religiosa”. Esta lección nunca fue bien comprendida por el pensamiento laico. Fueron los Iluministas los que querían reducir la misión de la Iglesia a la mera función social. De ahí que hayan cometido el delito, inclusive cultural, de destruir célebres monasterios y prohibido la existencia de órdenes religiosas, por creer que todo eso era algo completamente inútil. Esta mentalidad ésta todavía fuerte en la sociedad y hasta inclusive dentro de la Iglesia. Ahora, si preguntamos: ¿Cuál es el mayor desafío de la Iglesia? Debemos responder, “Es el mayor desafío del hombre: el sentido de su vida”. Ésta es una cuestión que trasciende tanto a las sociedades como a los tiempos. Es una cuestión eterna que hoy, en los posmodernos, se hizo particularmente angustiante y generalizada. Es, en primerísimo lugar, a esta cuestión, profundamente existencial y hoy caracterizadamente cultural, que la Iglesia debe responder; como deben hacerlo todas las religiones, pues son ellas, por su esencia, las "especialistas del sentido”. Quien no ve la gravedad de este desafío, al mismo tiempo existencial e histórico, e insiste en ver en la cuestión social "la gran cuestión”, está "des-antenado” (sin la antena) no sólo de la teología, sino también de la historia.

http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=81894

 

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