La inversión internacional en agricultura desempeña un papel vital para el desarrollo y la reducción de la pobreza. La inversión puede mejorar el nivel de vida, crea puestos de trabajo, mejora los servicios y la infraestructura. Esto sucede cuando se gestiona la inversión de manera responsable y en el contexto de un marco reglamentario eficaz. Se ha constatado que la reciente inversión en tierras es muy diferente: describe un proceso de rápido aumento de presión sobre las tierras agrícolas, un recurso natural del cual depende la seguridad alimentaria de millones de personas que viven en la pobreza.

Existe una carencia total de normas, tanto locales como internacionales, que protejan los derechos de los empobrecidos frente a esta oleada adquisitiva de tierras de cultivo. Esta situación hará que muchas familias campesinas y de recursos limitados, queden desposeídas de sus pequeñas parcelas, a menudo expulsadas de sus tierras con poco o ningún recurso a la justicia. En estos casos, los organismos y las organizaciones internacionales, que estudian este problema, sostienen que en muchos casos es más justo hablar de acaparamiento que de adquisición de tierras. 

Posteriormente, los acaparadores de terrenos de cultivo destinan su producción a la exportación alimentaria, de forrajes o biocombustibles, hacia los países de los inversores o al mercado internacional. A cambio del uso de las tierras se prometen: capitales, puestos de trabajo o construcción de infraestructura. El tamaño de estos lotes -mayormente por encima de 10,000 hectáreas- es desproporcionado comparado con el promedio de lo que la gente de la región posee.

En muchos casos, las élites, las empresas o los millonarios locales, que viven en el extranjero, actúan como intermediarios: compran tierras para luego venderlas a extranjeros o para la explotación directa. La intermediación de residentes de cada país complica este fenómeno: permite que inversores y gobiernos hagan caso omiso a los reclamos de las personas que han vivido en esas tierras durante generaciones y que dependen de ellas para sobrevivirii. Por lo general, las comunidades afectadas no son informadas, ni consultadas, por tanto, no pueden ni siquiera negar su consentimiento. En la mayoría de las veces se encuentran de repente sin hogar y son obligados a desplazarse hacia zonas de suelos paupérrimos, incapaces de producir la comida necesaria para una vida digna. Por ello, el fenómeno es hoy comúnmente denominado: “Acaparamiento de tierras”.