Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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El pueblo Maya y el acaparamiento de tierras.

Newark 29.10.2014 Juan Pablo Pezzi, Mccj Traducido por: Roberto Giovannetti Del 2 al 12 de octubre, he dirigido dos seminarios sobre el problema de las tierras en Guatemala, específicamente en la Parroquia de San Luis, departamento del Petén, en la famosa región del Tikal Maya. En el primero, en lengua Q'eqchi' - que ha requerido una preparación previa de algunos días para la traducción - han participado 140 líderes indígenas; en el segundo, en español, estuvieron presentes 80 líderes campesinos, quienes son comúnmente conocidos como "castellanos", ya que hablan español.

Los dos seminarios hacen parte de un programa piloto para la preparación de un curso de 25 módulos que, con el patrocinio de VIVAT International, está organizando el equipo de Justicia y Paz de la provincia comboniana de Norteamérica, y que se prevé esté disponible en línea en los próximos meses.

La experiencia en el Petén guatemalteco ha aportado dos contribuciones específicas a la iniciativa. Ha puesto en evidencia, ante todo, la variedad de situaciones que pueden presentarse cuando está en juego el grave fenómeno del acaparamiento de tierras y, también la gran sensibilidad hacia la naturaleza del pueblo maya.

Para comprender la problemática propia del Petén en el sector de las tierras, hay que volver un poco atrás. En un territorio de unos 108.000 km2 - la extensión total de Guatemala - el departamento de Petén ocupa una tercera parte, unos 37.000 km2, con una población que no alcanza los 800.000 habitantes, una mínima parte de los 16-20 millones de habitantes del País. Los datos son inseguros. La misma prensa local a menudo se queja por la falta de un censo reciente; parece que el último fue en el año 2002.

La visita en el Tikal ha sido la oportunidad para descubrir hechos sorprendentes. En el período de esplendor del dominio maya -llamado clásico- la ciudad de Tikal tenía 150.000 habitantes, con decenas, o incluso centenares, de templos, pirámides, altares rituales construidos con materiales locales: la pirámide más alta es un conjunto compacto de 76 m. La extracción masiva y la necesidad de obtener espacios para los cultivos de alimentos llevaron a una destrucción imprevista de la selva de los alrededores. El maíz, que era y es el elemento básico de la alimentación maya, necesita mucha agua. La deforestación causó una grave disminución progresiva de las lluvias, única fuente de agua potable y de irrigación, a dicho fenómeno climático la mentalidad religiosa del pueblo maya no supo responder más que con la construcción de otros templos o altares votivos al dios de la lluvia: la necesidad de más material, y la consiguiente destrucción de otro bosque injertaron un círculo vicioso que causó “un período de aproximadamente 30 años de sequía”. Poco a poco, empezando por los ricos y nobles con su personal, seguidos de cerca por los sacerdote con sus siervos, la ciudad fue abandonada. Al final se fueron incluso los pobres, pero no antes de haber ritualmente decapitados el dios de las lluvias, como demuestra el bajorrelieve del último altar construido. La ciudad del Tikal fue reabsorbida por la selva -sólo las fotos satelitales llevaron a su descubrimiento- y en la zona del Petén permaneció sólo una minoría Maya Mopán, los últimos entre los últimos.

La sobrepoblación de la capital Ciudad de Guatemala -actualmente se habla de unos 7-8 millones- y de la región occidental del País, indujo el gobierno de turno a promover la repoblación de inmensa región del Petén. Los Q'eqchis' - que representaban la clase social de los sirvientes, de los esclavos y de los pobres en Tikal y desde siempre campesinos- respondieron de forma masiva: he encontrado a muchas familias que llegaron aquí hace 25-30 años saliendo numerosas desde una misma aldea. En el Petén compraron a precios muy baratos lotes consistentes  de tierra fértil. Tan solo en la parroquia de San Luis se encuentran 180 comunidades rurales, pueblitos y aldeas de 20-30 familias, además de centros más densamente poblados; todos han nacido a partir del fenómeno de la migración interna.

 

Esta es la base histórica de uno de los fenómenos graves que están ocurriendo en el Petén: la compraventa de terrenos. Los campesinos, atraídos por el dinero aceptan vender, a los nuevos ganaderos y latifundistas, sus terrenos a un precio de 20-30 y hasta 40 veces superior con respecto al que invirtieron en la compra, malgastan en poco tiempo este dinero y muy pronto se encuentran en la miseria. Es un gran dolor escuchar a los campesinos que quedan fieles a su tierra y su trabajo y que se encuentran siempre más rodeados por latifundistas, que les cierran el espacio o el acceso al agua para convencerlos a vender los lotes que cruzan las grandes extensiones de tierra destinadas al ganado y a los productos de exportación para la ciudad y el extranjero.

De cualquier forma la cultura maya ha quedado en el horizonte imaginario de los Q'eqchis' y de los Mopanes, y también ha entrado en la cultura de los llamados "castellanos". Es una idea equivocada pensar que los mayas hayan desaparecido en la selva. El imperio maya del Tikal declinó y terminó mal -como terminaron los dominios de Babilonia y de Roma, de Grecia y de los Asirios, de París y de Londres como capitales de imperios- pero no los mayas y ni siquiera la cultura maya que vive en los distintos 22 grupos étnicos mayas y que se revela en su interés por el respeto y el "bien" de la Madre Tierra. Después de cada sesión había un sinnúmero de preguntas sobre cómo enfrentar, en la selva y en las aldeas, el problema de la basura, de la contaminación del agua, del aire y del suelo, sobre cómo eliminar los recipientes de plástico sin quemarlos para no contaminar la atmósfera y el aceite quemado sin derramarlo en el suelo y en los ríos. Un vistazo a las decisiones que se han tomado al terminar los seminarios, contestando a tres preguntas, revela estas preocupaciones.

Qué se propone. Proponemos que se forme un comité que desarrolle un Plan de acción articulado en una Visión de la Vida y en una Misión que hay que realizar; en los objetivos que hay que alcanzar y en las estrategias que hay que usar para detener la venta ulterior de tierras. Este comité tiene que convertirse en la expresión de una Asociación de las comunidades indígenas Mayas Q'eqchi" y Mopán.

Qué se pide. Pedimos que los cristianos se formen para el ministerio eclesial de la justicia social, involucrando las otras confesiones religiosas, los organismos estatales y las organizaciones que luchan por la defensa de la vida y de la naturaleza. Se tiene que hablar y sensibilizar la gente para estos temas, trabajar para lograr el consenso y luchar juntos para impedir la pérdida ulterior de tierras; podría ser escribiendo una carta abierta a todas las comunidades -mejor si la firma el obispo- exhortando a no vender las tierras y proponiendo iniciativas simples para limpiar las zancas y los caminos de la basuras, plantar árboles, promover la solidaridad entre todos y sensibilizar las comunidades sobre el problema de la contaminación del agua. La Parroquia debe convertirse en promotora de estas iniciativas y otras más.

Qué me comprometo a hacer. Me comprometo a proteger lo que tengo y la naturaleza y a invitar a los demás para que hagan lo mismo; a plantar y proteger los árboles; a buscar y obtener las leyes que prohíben cortar los árboles, que limitan y regulan la venta de tierras y a hacerlas conocer.

La participación y la determinación de estos grupos de líderes indígenas y campesinos ha sido la mejor confirmación de la intuición que nos ha impulsado a promover esta formación: los únicos que tienen el derecho y la fuerza de levantar constantemente su voz contra estas injusticias, por ser sus víctimas, son los campesinos, los pequeños agricultores y los mismos pueblos indígenas.

 

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