Son aún menos los que saben que una cuarta parte de la producción mundial de mica proviene de la India - de los estados de Jharkhand y Bihar-, cuyo 90% es de minas ilegales que emplean una gran cantidad de trabajo infantil. Un informe publicado recientemente por el instituto holandés Somo, Global Mining and the Impact on Children Rights, informa que en India los niños empleados en la extracción de mica son alrededor de 22.000, muchos de ellos menores de doce años. En lugar de ir a la escuela, pasan su día cortando chips de mica, cuando no bajan a los túneles subterráneos para separar las losas y llevarlas a la superficie. Los niños reciben salarios de esclavos, así como son los de sus padres, que debido a sus salarios miserables se ven obligados a pedir a sus hijos que los sigan al trabajo. Y aquí están entre las piedras polvorientas, estos pequeños productores de mica mal vestidos y raquíticos que nos permiten desarrollar brillantes productos.

Ya en 2016, la Fundación Reuters, había publicado un informe que indicaba su situación señalando que los niños trabajadores no deben enfrentar sólo el cansancio sino también el polvo que afecta a los pulmones y los accidentes a veces tan graves que causan lesiones, fracturan y mutilan cuando no producen muerte (Vea el video The Ugly Face of Beauty: Is Child Labour the Foundation for your Makeup?). La organización india Bachpan Bachao Andolan, comprometida en la lucha contra el trabajo infantil, cree que en las minas de mica mueren una docena de personas cada mes, muchas de ellas menores de edad.

El servicio de la Fundación Reuters llevó a varias compañías que utilizan la mica, incluyendo a L'Oreal, Chanel, H & M), a buscar una solución formando una coordinación llamada RMI (Iniciativa Mica Responsable) con el objetivo de identificar y perseguir estrategias comunes para contrastar el trabajo de minores. Sin embargo, un año después, la Fundación Reuters al regresar a las áreas mineras descubrió que poco o nada había cambiado. En un nuevo documento publicado en diciembre de 2017, leemos que los niños siguen muriendo en esas minas fantasmas. Irónicamente, justo el 1° de mayo pasado en Girihit, estado de Jharkhand, cuatro personas murieron, incluidos dos adolescentes. La madre de uno de ellas cuenta: "Cuando supimos que la mina se había derrumbado fuimos corriendo y cavamos con nuestras manos desnudas para encontrar a Laxmi. A pesar de una pierna rota, la chica había logrado alcanzar la salida, pero llegamos demasiado tarde y la encontramos muerta. Tenía doce años".

Los representantes de las organizaciones no gubernamentales indias protestan: "El RMI ha hecho muchas promesas, pero todas fallaron". Las propias empresas admiten: "Las iniciativas tomadas hasta ahora solo han contribuido marginalmente a combatir el trabajo infantil porque el esfuerzo colectivo solicitado por la alianza ha fracasado".

A lo sumo, se tomaron iniciativas filantrópicas, más útiles para la imagen pública que para la dignidad humana. El verdadero desafío es la dignidad del trabajo, porque el trabajo infantil desaparecerá por sí solo si las familias se liberan de la necesidad. Un objetivo que requiere mucho más que simples acciones de control. Como primer paso, el control policial es muy bueno para lograr la exclusión de proveedores ilegales en las cadenas de producción. Pero luego se necesitan políticas proactivas que garanticen la seguridad de los lugares de trabajo, las libertades sindicales y el pago de salarios dignos. Sin embargo, es improbable que las empresas entren espontáneamente en un camino que no es compatible con la lógica de la ganancia. Lo harán solo si son empujados por los consumidores que ya tienen un resultado importante en el sector de los cosméticos. En 2009, se adoptó un reglamento europeo que prohíbe la prueba de cosméticos en animales y la venta de cosméticos que contienen ingredientes probados en animales. La disposición fue el resultado de una larga batalla de la sociedad civil, demostrando que querer es poder. Hoy debemos usar la misma determinación para liberar la belleza de otra forma de crueldad que es aún más odiosa. Debemos pedirles a instituciones y compañías que tomen todas las medidas que se necesitan para garantizar la dignidad del trabajo y liberar a la humanidad de la vergüenza del trabajo infantil. No hacerlo sería como decir que tenemos menos respeto por la vida de un niño que la de una rata.