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Acuéstate conmigo, te consigo un trabajo

Comune Info 09.03.2023 Anna Radice Fossati Traducido por: Jpic-jp.org

En Londres y en todo el Reino Unido, las revelaciones surgidas de una investigación periodística llevada a cabo de forma encubierta por la BBC han causado un gran revuelo. En Kenia, al menos 70 trabajadoras de grandes explotaciones agrícolas propiedad de dos gigantes -Unilever, que produce el té que se comercializa en el Reino Unido y en todo el mundo bajo la marca Lipton, y James Finlay & Co, que abastece a los supermercados de las principales cadenas minoristas- fueron sometidas a violencia, chantaje y abusos sexuales por parte de "supervisores" ante los que tenían que ceder si querían conservar su empleo.

"Es simplemente una tortura. Quiere acostarse contigo, luego consigues el trabajo". Quien habla es una mujer que trabaja en una plantación de té en Kenia. Se refiere a su supervisor, que la dejaba en casa sin sueldo hasta que cedía al chantaje. Fue una investigación de la BBC, publicada el 20 de febrero, la que destapó violaciones, abusos y violencia sexual cometidos por directivos y supervisores locales contra más de 70 mujeres. Las plantaciones de té investigadas son propiedad de dos famosas marcas británicas: Unilever y James Finaly & Co. La primera producía, hasta hace poco, productos de las marcas Lipton y PGtips, mientras que la segunda abastece a las cadenas de supermercados Tesco y Sainsbury's, así como a Starbucks UK.

La investigación sobre las plantaciones de té en Kenia

El periodista de la BBC Tom Odula habló con muchas mujeres que trabajaban en las plantaciones de las dos empresas. La mayoría declaró haber sido objeto de presiones sexuales y haber tenido que ceder, dada la escasez de trabajo. Para obtener más pruebas, la BBC envió a una periodista encubierta a las plantaciones. La primera entrevista tuvo lugar en una habitación de hotel. Allí, tras empujarla contra una ventana, el reclutador le pidió que se desnudara: 'Nos tumbamos, acabamos y nos vamos. Luego vamos a trabajar'.

Una situación similar se produjo también en la plantación de Unilever. La periodista fue invitada a una jornada de orientación. Allí, el director de la división dio un discurso a los recién llegados sobre la política de tolerancia cero de Unilever frente a los abusos sexuales, para luego invitar a la periodista al bar y ofrecerle mantener relaciones sexuales. Más tarde, una vez asignada al equipo de escarda, un trabajo agotador del que muchas mujeres piden ser trasladadas, la reportera solicitó un traslado. También esta vez fue supuestamente chantajeada para que realizara tareas más ligeras a cambio.

Las reacciones del gobierno keniano y de las multinacionales implicadas

La primicia de la BBC causó conmoción e indignación y también sacudió al Parlamento keniano. La vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Gladys Shollei, ordenó que una comisión parlamentaria llevara a cabo una investigación en el plazo de dos semanas.

James Finaly & Co declaró que había suspendido al gerente y lo había denunciado a la policía, y que había iniciado una investigación para determinar si sus operaciones en Kenia tenían "un problema endémico de violencia sexual".

Unilever, por su parte, se declaró "conmocionado y entristecido". Ya en 2011 se habían denunciado casos de violencia sexual contra trabajadoras en sus plantaciones de té en Kenia. A raíz del escándalo, la multinacional había adoptado una política de tolerancia cero frente a la violencia y el acoso sexuales e implantado sistemas de denuncia y otras medidas contra los abusos. Sin embargo, la reciente investigación de la BBC reveló que las denuncias no se tenían en cuenta.

Durante la investigación, Unilever vendió su negocio en Kenia al fondo CVC Capital Partners en 2021. Tras las acusaciones surgidas, el nuevo propietario declaró que había suspendido a los dos directivos y ordenado una investigación independiente. A pesar de la venta, cabe suponer que la reputación de Unilever a los ojos de los consumidores se resentirá. Las nuevas generaciones son sensibles a los grandes temas de nuestro tiempo, entre ellos la protección de los trabajadores. Exigen que las marcas abracen valores y no están dispuestas a hacer rebajas: las declaraciones de intenciones deben ir seguidas de hechos.

Un modelo diferente: el comercio justo

La investigación ha destapado una práctica de violencia contra las mujeres que no sólo afecta a las plantaciones de té, sino a todo el sistema agrícola. Cada día, millones de trabajadoras corren el riesgo de sufrir acoso y abusos. En los países del Sur, sin embargo, también hay otra forma de hacer agricultura: las numerosas historias de comercio ecuo y solidar lo demuestran.

Una de ellas es la de Meru Herbs, una organización -durante años cercana a Altromercato- que se fundó en 1991 a los pies del monte Kenia con la intención de aliviar las limitaciones financieras que se imponían a los agricultores locales y contribuir a la creación y mantenimiento de un proyecto hídrico eficaz. Entre los objetivos de la empresa figuran también garantizar salarios dignos a empleados y agricultores y promover la autonomía de la mujer. "La estructura de las granjas de Meru Herbs es diferente", afirma la gerente, Sally Sawaya. "La mayoría de los trabajadores son mujeres que no sólo dirigen las fábricas, sino también las unidades de control de calidad, las instalaciones de secado y almacenamiento y todo el proceso logístico".

La promoción de las mujeres a puestos de dirección y gestión, para hacerlas menos vulnerables, es también un objetivo de Fairtrade, otra organización de comercio justo.

Entre las soluciones propuestas está la de implicar a las trabajadoras en los órganos de toma de decisiones para entender, junto con ellas, cuáles son las formas más eficaces de hacer frente a la violencia de género. También Fairtrade, al condenar lo ocurrido en Kenya, expresó la necesidad de que todos los gobiernos firmen el Convenio 190 sobre la Violencia y el Acoso (Violence and Harassment Convention 190), destinado a eliminar la violencia y los abusos en el mundo laboral. Las empresas por sí solas no pueden acabar con la violencia de género, es necesario un esfuerzo colectivo.

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Los comentarios de nuestros lectores (1)

Bernard Farine 30.04.2023 Je pense que les abus décrits dans ce texte existent malheureusement dans beaucoup de pays et de secteurs d'activité et que nous commençons seulement à les mettre au jour.