Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Con lágrimas y sangre, un pueblo despierta

M0nrovia 28.02.2018 Gian Paolo Pezzi, mccj Traducido por: Jpic-jp.org

La República Democrática del Congo (RDC) vuelve a estar en las primeras páginas y, como siempre, por malas noticias. Después de mencionarlo varias veces, durante el Ángelus del 4 de febrero, Papa Francisco convocó para el 23 de febrero, a un día especial de oración y ayuno para el Sudán del Sur y la República Democrática del Congo.

Vine al Congo para dirigir seminarios, dar conferencias, a lo que han sumado entrevistas en la Televisión Elikya y en Radio María sobre el tema del acaparamiento de tierras. Un problema mundial que tiene en su mirada también las inmensas y ricas tierras del Congo, con sus reservas de agua.

Justo al salir del avión, en esa tarde a mediados de enero de 2018, fue la revuelta política de la Iglesia Católica que me invistió como una ráfaga de viento. No era solo el hecho de que el presidente Kabila se aferre al poder. La marcha del 31 de diciembre ha sido algo más: una reivindicación de "los acuerdos de San Silvestre". Las elecciones, según la Constitución, debían programarse en 2016. Las iglesias en aquel entonces habían aceptado la invitación del gobierno a predicar paciencia y calma y accedieron a los "acuerdos de fin de año", firmados el 31 de diciembre de 2016 a cambio de que el gobierno celebrara las elecciones en 2017, liberara a los presos políticos y nombrara a un primer ministro escogido desde la oposición. El 31 de diciembre de 2017, el rechazo del gobierno a cumplir los compromisos firmados era evidente. Ya no se trataba de juzgar las acciones de un presidente en el poder durante casi 20 años, de un gobierno que carece de todo apoyo popular: Kabila había traicionado la palabra dada a la Iglesia y tenía que irse.

El domingo 21 de enero en Kinshasa y otras ciudades del país se vivió una experiencia surrealista: sacerdotes guiando concurridas procesiones de fieles con sus manos levantadas al cielo, arrodillándose en calles polvorientas, cantando salmos e himnos, iglesias rodeadas de soldados disparando balas reales: 7 están muertos, 54 heridos, cientos arrestados. Al menos diez sacerdotes y dos religiosas fueron secuestrados por la policía en diferentes lugares del país. Monaguillos con ropa litúrgica y cruz son cargados a la fuerza en los carros de la policía. Esta imagen da la vuelta al mundo y se vuelve un símbolo de la violenta represión del gobierno y termina por despertar el orgullo de todo un pueblo que se niegan a una nueva dictadura como la de Mobutu.

Ese día estaba en Kisangani (la tercera ciudad del País), celebrando en mi antigua parroquia, con casi 2.000 fieles presentes y esperando que se proclame, "A manifestar". El pastor al final de la misa, por el contrario, invita al representante de hombres católicos para anunciar que “No se hace”, porque esté prohibido por las autoridades. En desafío, el representante no se presenta. En la puerta de la iglesia, algunos jóvenes gritan: "No tienen derecho a prohibirlo". "No se hace", insiste el párroco. "Traidor", grita un joven y con su grupo va a unirse a los jóvenes de la parroquia cercana que han decidido manifestar. Las imágenes rebotan de un WhatsApp a otro y muestran a jóvenes bien organizados que encuadran su marcha alejando a los posibles infiltrados; a otros recogiendo los gases lacrimógenos y relanzándolos a la policía: "nosotros tenemos el rosario, estas son cosas de ustedes"; a la policía que los enfrenta con violencia.

El 5 de febrero, el Comité de Coordinación de Laico de Kinshasa (la capital de la RDC), anuncia la celebración de una misa en memoria de las víctimas de la represión violenta de 21 de enero. El 11 de febrero es convocada en Roma una marcha de la comunidad congoleña que vive en Italia y en Bruselas el barrio congoleño está en un alboroto. La tradicional procesión de jóvenes que cada año en Isiro (la capital del Noreste) parte del santuario de la Beata Anuarite (la mártir de la revolución Simba de los años 60) y llega a la catedral, es categóricamente prohibida por el gobernador. A diferencia del 31 de diciembre, los eventos del 21 de enero tuvieron lugar en muchas ciudades del país. Las iglesias protestantes se han unido a las católicas seguidas de cerca por la comunidad musulmana; la única iglesia que todavía está silenciosa por el momento es la Iglesia Nacional Kimbanguista. Hasta cuándo? El día del 21 de enero ha entonces marcado el punto de no-retorno.

Qué es lo que está en juego en toda esta oposición contra el gobierno que condujo a la Iglesia Católica a salir al frente y a volverse líder de una protesta de todo un país y al gobierno a declarar "enemigo número uno" al cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinsasa y uno de los 9 miembros del comité papal para la reforma de la curia romana?

Las noticias hablan de 4,5 millones de personas desplazadas en Congo; de conflictos crecientes en el este del país; de la ausencia del estado en muchos sectores de la vida pública; de una economía en capa caída y de las numerosas empresas (parece alrededor de ochenta), incluida unas públicas, que son propiedad privada del presidente Kabila y su séquito. Un vuelo entre Kinshasa y Kisangani, las dos ciudades más cercanas, cuesta cómo un vuelo intercontinental, porque la aerolínea es propiedad del Presidente. El transporte público en Kinshasa es un drama y nos obliga a reducir las horas del seminario. La Comunidad Europea se ha distanciado del gobierno de Kabila incluso si es probable que las medidas castiguen sobre todo a la población ya agotada por una guerra que ha durado veinte años. El Papa Francisco ha hecho un llamamiento para que "todos, en conciencia, ante Dios, se pregunten ‘¿qué puedo hacer para lograr la paz?’ Sin duda podemos orar, pero esto no es suficiente: todos deben decir 'no' a la violencia porque las victorias obtenidas a través de la violencia son victorias falsas, mientras que trabajar por la paz es un beneficio para todos". Pero entonces, ¿qué mantiene a Kabila en el poder cuando todo parece ir al colapso y todo está en su contra? Nadie cree que quiera repetir la hazaña de una dictadura de treinta años como Mobutu, pero sí que busca ganar el mayor tiempo posible con la política del palo y la zanahoria: las elecciones están ahora anunciadas para finales de 2018, a junio el Presidente dará a conocer a su candidato, la inscripción para candidatos y votantes está abierta. Pero todos esperan otras demoras: falta de fondos, disturbios políticos, interferencia extranjera, ¿hasta cuándo?

En los periódicos y en la radio de esto no se habla, pero en voz baja, delante de una taza de café o una cerveza cada uno tiene su opinión y básicamente todas llegan a dos conclusiones, resumidas en las palabras, Dinero y Balcanización. La corrupción, las empresas personales, los robos al estado, las cuentas abiertas en el extranjero y las empresas privadas fundadas con dinero y riqueza del país deben ser puestas en seguridad antes de abandonar el poder. Con el dinero a salvo e incluso sin poder, la Esfinge, el apodo de Kabila, podrá finalmente sonreír y vivir como un Faraón. Es la opinión de indiferentes y tibios simpatizantes del gobierno.

Más inquietante es la teoría de los adversarios y enemigos declarados: la balcanización. En Internet existe incluso una increíble historia de una conspiración estatal bajo el nombre de Cómo y por qué la Esfinge llegó a la presidencia. Se cuenta de los padres naturales, unos tutsi, del Presidente Kabila; de cómo Laurent Mzee Kabila fue obligado por sus aliados Uganda y Ruanda, es decir Museveni y Kagame, ellos también tutsis sea dicho de paso, a adoptarlo y a presentarlo como su hijo; cómo el joven Kabila haya pasado con una rapidez increíble todas las etapas de la carrera política y militar para llegar junto a su padre en la Kinshasa "liberada" y, así legado el momento, recoger el mando cuando acontecería la muerte programada de Mzee, el bebedor y mujeriego convertido en el 'idiota útil’ del sueño nunca olvidado, de un imperio tutsi en África Central.

Algunos hechos históricos son ahora considerados pasos en vista de realizar este sueño: la reforma administrativa que ha dividido las antiguas 13 provincias en unidades más aptas a la balcanización, por ejemplo. Pero elementos importantes en el tablero de este juego de ajedrez aún serían inciertos. ¿Quién mandaría en un Congo dividido? El poder tutsi dominaría en el estilo del Commonwealth británico o con la anexión formal de regiones enteras? Para todo eso Kabila necesita màs tiempo.  Durante los seminarios y las entrevistas trataba de explicar la dramática situación que se está dando en el mundo a causa del acaparamiento de tierras. La política general, confusa y conflictiva del país en este momento, no debe hacer perder de vista el tema de la tierra porque está en juego el futuro, insistía. Los participantes me han hecho comprender que las tierras ya están en el trasfondo de cuanto acontece en el Congo. El Congo no es sólo un país rico en recursos naturales: coltán, diamantes, bosques, agua, uranio son codiciados por muchas potencias desde siempre, y hoy se añaden el níquel y el petróleo del Lago Alberto y el gas del Lago Kivu. Hay también el problema demográfico: el Congo es un país inmenso y poco poblado. Un ejemplo: Burundi con poco más de 27,000 km2 tiene 12 millones de habitantes, mientras que la provincia oriental del Congo con sus màs de 503,000 km2 no llega a los 10 millones de habitantes. La biodiversidad de los bosques y de la tierra congoleña, la presencia de empresas internacionales de aceite de palma como Feronia, la invasión en la parte norte de los nómadas Mbororo originarios del Chad que llegan a través de la República Centroafricana, la presencia sutil de la guerrilla ugandés LRA, los conflictos por la tierra en la región de Bunia no son asuntos separados unos de otros, se entrelazan y hacen del Congo un ejemplo clásico de conflictos y violencia. Puede este País convertirse también en una escuela de paz, de convivencia y de justicia? Sí, lo hará cuando la gente se despierte y parece que es ahora. Y la condición es que Kabila se vaya. Y ese día tampoco no es tan lejano. El 25 de febrero las manifestaciones se han repetido en las principales ciudades, Kinshasa, Kinsangani, Lubumbashi, Goma e non solo. Se han dado a nuevo enfrentamientos, muertos, heridos, Lo que está en juego ya no son solo elecciones presidenciales.

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Los comentarios de nuestros lectores (1)

Manariho 28.02.2018 Un po' intrigante e preoccupante