Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Enseñanza Social Católica y la Pena de Muerte

United States 20.12.2020 Susan Sharpe, Ph.D., adattato per CST Traducido por: Jpic-jp.org

Arraigada tanto en las Escrituras como en la rica tradición de la fe cristiana, la Enseñanza Social Católica (ESC) es una guía para vivir como un pueblo justo y misericordioso. El CST lleva las enseñanzas de Jesús y su llamado al discipulado a la arena más amplia de la justicia social. La ESC tiene siete temas principales: La Dignidad de la Persona Humana; El Llamado a la Familia, a la Comunidad y a la participación; Los Derechos y Responsabilidades; la Opción preferencial por y con los Pobres y más vulnerables; Dignidad del trabajo y los derechos de los trabajadores; La Solidaridad; El Cuidado de la Creación. (Traduccion del inglés de Ana Palomino)

En cuanto a la pena de muerte, el primer y principal aspecto de la enseñanza de la Iglesia es la creencia en la dignidad inherente de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios. El Catecismo católico afirma (n. 2267), en una sociedad moderna donde la pena de muerte no es necesaria para mantener la seguridad pública, el castigo debe "corresponder a las condiciones concretas del bien común y [estar] conforme a la dignidad de la persona humana".

La pena de muerte viola la dignidad de la persona humana.

La persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios, es el fundamento de una visión moral de la sociedad y se encuentra en el corazón de la comprensión de la justicia por parte de la Iglesia. "En nuestros tiempos una especial obligación nos compele a convertirnos en el prójimo de cada persona sin excepción [...] recordando la palabra del Señor: "Mientras lo hiciste por uno de estos, los hermanos más pequeños, lo hiciste por mí" (Mateo 25:40 / GS 27).  La pena de muerte no tiene en cuenta esta dignidad inherente de la persona humana.

Estamos llamados a ser un pueblo de vida.

Como católicos, creemos en la consiguiente ética de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural; no se puede menoscabar la santidad de la persona humana. "Donde la vida está involucrada, el servicio de la caridad debe ser profundamente coherente. No se puede tolerar el prejuicio y la discriminación, ya que la vida humana es sagrada e inviolable en todas las etapas y en cada situación; es un bien indivisible. Entonces tenemos que mostrar cuidado por toda la vida y por la vida de todos" (Evangelium vitae, 87). La pena de muerte viola esta ética consistente y no se ajusta a la enseñanza en favor de la vida.

  • La pena de muerte amenaza vidas inocentes. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, nuestro sistema de justicia penal no es perfecto. Según un estudio de 2014, al menos el 4% de los condenados a muerte en los Estados Unidos son inocentes. 161 personas han sido exculpadas desde 1973 y por cada 9 personas que han sido ejecutadas desde que se restableció la pena de muerte en 1976, 1 persona ha sido exculpada después de haber sido declarada inocente.  "El asesinato deliberado de una persona inocente es gravemente contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro y a la santidad del Creador." (Catecismo de la Iglesia Católica 2261).

¿A quién estamos ejecutando?

  • La pena de muerte afecta desproporcionadamente a las personas de color. Más de la mitad de las personas en el corredor de la muerte en EEUU son personas de color. Los acusados negros o latinos son significativamente más propensos a obtener la pena de muerte que sus contrapartes blancas. La raza de la víctima de un delito a menudo juega un papel en el uso de la pena de muerte. A nivel nacional, casi la mitad (47%) de todas las víctimas de asesinato desde la década de 1970 han sido negros. Sin embargo, para los casos que terminan en una sentencia de muerte, sólo el 17% de las víctimas de asesinato han sido negras, y al menos el 60% de los 161 exculpados son negros o latinos.
  • La pena de muerte afecta a las personas que viven en la pobreza. Casi todos los reclusos condenados a muerte no pudieron pagar su propio abogado en el juicio. Los abogados designados por la corte a menudo carecen de la experiencia necesaria para los juicios capitales, están sobrecargados de trabajo y mal pagados. Esto a menudo resulta en casos mal manejados donde los factores y herramientas de mitigación tales como evidencia de ADN, enfermedad mental grave, o discapacidad intelectual pueden no ser planteados.
  • Las personas con discapacidad intelectual y enfermedades mentales graves son algunas de las más vulnerables de la sociedad y las más afectadas por la pena de muerte. Estas personas deben superar las barreras sociales en la vida diaria y son mucho más propensas a convertirse en víctimas de la delincuencia y en especial [corren] el riesgo de una condena injusta. En el 2002, la pena de muerte para las personas con discapacidad intelectual fue determinada inconstitucional, sin embargo, las personas con discapacidad intelectual graves siguen siendo condenadas a muerte y ejecutadas. Sólo en 2017 al menos 20 de las 23 personas ejecutadas (87%) tenía evidencia de enfermedad mental, discapacidad intelectual, daño cerebral o trauma severo.

El Llamado a la Familia, a la Comunidad y a la Participación

Nos encontramos con Dios en nuestros encuentros con el otro. La forma en que organizamos nuestra sociedad - en economía y política, en leyes y prácticas - afecta directamente a la dignidad humana y a la capacidad de las personas para crecer en comunidad. Todas las personas tienen el derecho y el deber de participar en la sociedad, y todos somos responsables de trabajar juntos por el bien común y el bienestar de todos, especialmente los pobres y vulnerables.  La pena de muerte sacrifica el bien de la comunidad para atender las necesidades de venganza y retribución.

  • La pena de muerte no hace que la sociedad sea más segura. Más del 85% de los criminólogos más importantes del País creen que la pena de muerte no es un elemento disuasivo y sólo re direcciona unos recursos estatales esenciales lejos de abordar la verdadera causa del crimen. De hecho, en muchos estados donde se ha abolido la pena de muerte, la tasa de asesinatos ha disminuido significativamente.
  • La pena de muerte cuesta más que los casos no capitales. Más de una docena de estados han encontrado que los casos de pena de muerte son hasta 10 veces más caros que los casos comparables de no pena de muerte. Estos dólares de los contribuyentes podrían gastarse atendiendo a las necesidades de las víctimas del delito y abordando cuestiones en primer lugar sobre por qué las personas cometen crímenes.
  • La pena de muerte se encuentra aislada arbitrariamente sólo en una pequeña zona geográfica. Aproximadamente el 2% de los condados de EEUU han producido, tanto la mayoría de todas las ejecuciones desde 1976 (52%), como de los prisioneros que esperan en el corredor de la muerte de ser ejecutados (56%). En 2017, cuatro estados (Texas (7), Arkansas (4), Florida (3) y Alabama (3) llevaron a cabo el 74% de las 23 ejecuciones realizadas ese año. La determinación de una sentencia de muerte puede ser tan arbitraria como el condado en el que se comete un delito.
  • Como miembros de la comunidad, debemos trabajar para poner fin a la pena de muerte. El principio de subsidiariedad nos recuerda que las funciones del gobierno deben desempeñarse al nivel más bajo posible, siempre y cuando puedan desempeñarse adecuadamente. La ESC nos llama a todos a tomar una activa participación responsable en la forma en que nuestras comunidades funcionan. Las leyes, los sistemas y los procesos del gobierno deben reflejar nuestro llamado a vivir con justicia y defender la dignidad de todas las personas. Es nuestra responsabilidad alzar la voz por el valor inherente de toda vida y exigir el fin de la pena de muerte, "El Estado y otros organismos de derecho público no deben extender sus espacios legales más allá de lo que claramente se requiere por consideraciones del bien común correctamente entendido, e incluso entonces debe haber salvaguardias”, (Mater et magistra,117).

La Solidaridad

Somos una sola gran familia humana; cualquieras sean nuestras diferencias, sean ellas nacionales, raciales, étnicas, económicas e ideológicas, estamos llamados a ser los guardianes de nuestras hermanas y hermanos. Esto significa que, independientemente de los males que una persona pueda cometer o de las experiencias que sus vidas traen, estamos llamados a vivir en una búsqueda de justicia y paz. La pena de muerte niega nuestro llamado a la solidaridad ignorando el dolor y el daño causados por la violencia.

  • La pena de muerte no trae curación a las familias de las víctimas. El proceso de juicio por la pena de muerte necesariamente largo y complejo puede obligar a estas familias a volver a vivir su trauma y dolor. Este costoso proceso desvía dinero y recursos de los servicios necesarios para las familias de las víctimas. Para las familias de muchas víctimas, la pérdida de otra vida no es la respuesta: "Perseguir la pena de muerte no hubiese sido la forma en que querríamos honrar la vida de nuestra hija, ni esa decisión nos habiese ayudado a lidiar con los dolorosos recuerdos de sus esperanzas y sueños incumplidos", (Vicki Schieber, oradora de CMN). Como católicos, estamos llamados a cuidar de las familias de estas víctimas, a testimoniar sus vivencias y a permitirles sanar del daño que han sufrido, y no crear más familiares víctimas con la pena de muerte.  

Vea el artículo original Catholic Social Teaching & Restorative Justice y Catholic Social Teaching and the Death Penalty   

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Los comentarios de nuestros lectores (1)

Paul Attard 29.12.2020 I cannot understand the American systems of justice; the freedom to buy guns; the treatment of Blacks and Latinos. As the writer, James Baldwin once said “Blacks don’t have a racism problem; it’s whites that do”.