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Seis claves sobre la ONU ante su 75 aniversario (Primera Parte)

The Conversation 25.06.2020 Pedro Rodríguez Traducido por: Jpic.jp.org

Al segundo secretario general de Naciones Unidas (ONU), el sueco Dag Hammarskjöld, se le atribuye una de las mejores definiciones de la organización iniciada hace ahora 75 años en San Francisco: “Fue creada no para llevar a la humanidad hasta el cielo sino para salvarla del infierno”.

El 26 de junio de 1945, cuando la Carta de Naciones Unidas fue firmada en la Conferencia de San Francisco, no se requería de mucha imaginación truculenta para concebir lo peor de la naturaleza humana. La tragedia de la Segunda Guerra Mundial había conseguido abrir, casi de par en par, las puertas del infierno: genocidio, armas de destrucción masiva, violaciones sistemáticas de derechos humanos y la confirmación del indiscriminado costo de los modernos conflictos bélicos.

Al cumplir sus 75 años de existencia, la ONU sigue manteniéndose entre el cielo y el infierno. Su aniversario coincide con enormes problemas globales dentro de un cambiante orden internacional. De hecho, se podría argumentar que la pandemia de coronavirus ha conseguido entreabrir de nuevo las puertas del infierno. Hasta el punto de que su secretario general, Antonio Guterres, ha advertido que la COVID-19 representa la mayor amenaza para la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial.

Desde hace tiempo, los renegados del orden liberal internacional insisten en cuestionar la relevancia y viabilidad de la ONU, sin reparar en que es el resultado de un momento histórico excepcional en el que Estados Unidos y sus aliados intentaron aprender y rectificar las traumáticas lecciones acumuladas durante el periodo de entreguerras.

Entre otras cosas, ese sistema internacional construido entre San Francisco y Bretton Woods representa la voluntad de no tropezar dos veces en las mismas piedras de la historia con un meritorio esfuerzo en la búsqueda de seguridad colectiva, estabilidad del sistema financiero internacional, promoción del libre comercio, fomento de la solidaridad entre naciones y la rehabilitación de los vencidos.

1-. Importancia subestimada

La relevancia de la ONU es a menudo cuestionada, especialmente cuando los países más poderosos perciben a la organización como un obstáculo a sus propios intereses. Y de hecho, las presiones para una reforma integral se han multiplicado aprovechando toda clase de escándalos. En la actualidad, la falta de recursos y el enfrentamiento entre Estados Unidos y China conviven con la frustración de los países en desarrollo y las crecientes sospechas de que el mundo puede estar cambiando para peor.

Ante este ingente memorial de agravios y asignaturas pendientes, autores como el historiador Paul Kennedy se han encargado de argumentar que la ONU debería tener ahora más validez que nunca.

Para el profesor Kennedy, la proyección de futuro de la ONU pasaría por conectar con lo más positivo de su historial, con logros que abarcan desde salvar millones de vidas a elevar los estándares de salud y educación por todo el mundo.

En la práctica existen múltiples Naciones Unidas, según insiste Kennedy:

  • Está la ONU de sus secretarios generales, con la oportunidad de aprovechar ese particular estatus de celebridades diplomáticas como mediadores neutrales en la resolución de conflictos.
  • Está la ONU de las operaciones de paz, un empeño tan costoso como complicado, pero que ha terminado por convertirse en una herramienta indispensable para la seguridad mundial.
  • Está también la ONU del soft power, cada vez más relevante para avanzar su agenda. Y no hay que olvidar a la ONU que funciona como simple reflejo de sus Estados miembros, a pesar de las mitologías democráticas que insisten en que la organización debería servir como un verdadero parlamento global o, incluso, actuar a modo de gobierno mundial.

Al celebrar su 70° aniversario en 2015, la ONU adoptó uno de sus compromisos más importantes con la Agenda del Desarrollo 2030 para un mundo sostenible. Se trata de una hoja de ruta con un plazo de 15 años destinada a erradicar la pobreza y preservar un planeta sometido a crisis globales tan amenazadoras como la propia pandemia de coronavirus. El documento que no contiene ninguna obligación contractual, está formulado a partir de 17 metas decisivas y 169 objetivos.

Entre estos objetivos de desarrollo sostenible figura la erradicación de la pobreza extrema para el año 2030; el acceso gratuito a la educación hasta incluir el bachillerato; la lucha contra la discriminación y violencia contra las mujeres; el acceso a energía limpia y asequible; el desarrollo económico; la eliminación de la desigualdad que afecta a 75% de la población mundial; y la promoción de fuertes instituciones democráticas.

Contra estos ambiciosos objetivos, la ONU estima que la corrupción, el abuso de recursos públicos y la evasión de impuestos le suponen al mundo una factura anual de más de 1,3 billones de dólares.

2-. Tres principios fundacionales

La fundación de la ONU, a partir de los 51 países inicialmente comprometidos en la Carta de San Francisco, estuvo basada en tres principios fundacionales similares a la Sociedad de Naciones, según explica la profesora Karen Mingst. Estos principios no han dejado de ser cuestionados e incluso alterados con el paso del tiempo y las cambiantes realidades geopolíticas:

– La ONU está basada en la noción de igualdad soberana de sus Estados miembros, consistente con la tradición del sistema de Westfalia generado tras la guerra de los Treinta Años (1618-1648).

Cada Estado miembro, con independencia de su tamaño o importancia, es legalmente el equivalente a cualquier otro Estado. Esta igualdad justifica que cada Estado tenga un voto en la Asamblea General de la ONU.

Sin embargo, la desigualdad real entre Estados es reconocida a través del poder de veto en el Consejo de Seguridad. Un privilegio reconocido a sus cinco miembros permanentes, los ganadores de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos, Rusia (tras el colapso de la URSS en 1992), Francia, Gran Bretaña y la República Popular China (puesto ocupado hasta 1971 por Taiwán).

Esta desigualdad también es reconocida en el papel especial reservado para las naciones más ricas dentro del proceso presupuestario de la organización. Al igual que el mayor peso de voto en instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.

– El segundo principio en el que se basa la ONU es que su jurisdicción se limita a problemas internacionales. Al hilo del sistema de Westfalia, la Carta de la ONU no le autoriza a intervenir “en cuestiones que pertenecen esencialmente a la jurisdicción doméstica de cada Estado”.

Sin embargo, esta rígida distinción entre lo doméstico y lo internacional se ha ido debilitando, provocando una erosión de soberanía de sus Estados miembros.

Comunicaciones globales, interdependencia económica, derechos humanos internacionales, control de procesos electorales y regulación del medio ambiente son todas áreas que van más allá de la jurisdicción doméstica y suponen cesiones implícitas de soberanía nacional.

La misma guerra, cada vez más encarnada en conflictos civiles, no forma parte teóricamente del porfolio de responsabilidades de La ONU. Pero ante las violaciones de derechos humanos, éxodos de refugiados, tráfico de armas y demás aspectos transfronterizos de un conflicto bélico, la ONU es percibida como el escenario más adecuado para tomar acciones. Una percepción que se ha traducido en el desarrollo de intervenciones humanitarias por parte de la organización incluso sin el consentimiento de los países afectados.

– El tercer principio es que la ONU está diseñada primordialmente para mantener la paz y seguridad internacional. Esto significa el compromiso por parte de sus Estados de abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza. En su lugar, deben utilizan medios pacíficos para solventar sus disputas, de acuerdo al marco construido a través de las conferencias de La Haya, y deben respaldar las medidas y sanciones acordadas.

La fundación tanto de la Liga de Naciones como de Naciones Unidas se basa en la visión de seguridad de la teoría realista: protección del territorio nacional. Sin embargo, la ONU se enfrenta cada vez más a demandas de acción que respaldan una definición mucho más amplia de seguridad. Por ejemplo, la llamada seguridad Humana y los enormes problemas que plantean, por ejemplo, la actual proliferación de Estados fallidos. (A Seguir. Ver aquí todo el artículo Seis claves sobre la ONU ante su 75 aniversario)

Foto. Refugiados en el centro de detención de Zintan, al sur de la capital de Libia, Trípoli, en la puerta del almacén principal donde son detenidas 700 personas. © Jérôme Tubiana / MSF - 2019

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Los comentarios de nuestros lectores (1)

Margaret Handerso 26.11.2020 I found this article a very clear, helpful summary of the ethos and role of the UN and felt more enthusiastic about it than I sometimes do.