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Sudán del Sur. Entrevista a Mama Rebecca

The National Juba, Sud Sudan 04.07.2021 Ahmed Maher Traducido por: Jpic-jp.org

Mama Rebecca, de Sudán del Sur, dice que por ser una mujer en política ella es un "dolor de cabeza" para el patriarcado. La primera vicepresidenta de Sudán del Sur ha aceptado con "The National" una entrevista mientras el país cumplía 10 años de su independencia.

Desde su nombramiento como la primera mujer vicepresidenta de Sudán del Sur el año pasado, Rebecca Nyandeng Garang de Mabior afirma que se ha esforzado por demostrarle a su pueblo que las mujeres pertenecen a la política.

Tiene 65 años y es la viuda de John Garang de Mabior, un héroe nacional que luchó por la independencia después de décadas de guerra entre el norte y el sur Sudán, y dice que la paridad de género está muy lejos en este país que es el más joven de África. Pero espera predicar con el ejemplo, mostrando que las mujeres pueden ofrecer una perspectiva diferente a los hombres en el liderazgo político.

“La forma en que veo las cosas como mujer no es la misma con que las ven los hombres. Entonces, soy un dolor de cabeza para ellos”, dijo en una entrevista desde su oficina en la capital de Sudán del Sur, Juba. “Hay algo que llamo el toque de una mujer. Hay un toque de mujer también en el liderazgo. Por eso no dejaré piedra sin remover, haciendo preguntas: ¿Por qué no hacemos esto? ¿Por qué no hacemos aquello?".

Algunos hombres pueden encontrar el enfoque de una mujer como "una espina en la carne", pero su objetivo es "trabajar junto con los hombres para alcanzar las metas de la nación".

La carrera política de la Sra. Garang nació con su matrimonio en 1975 con John Garang, un hombre que llegaría a ser conocido por las generaciones futuras como el líder que sentó las bases para que Sudán del Sur declarara su independencia en 2011. Ella fue su compañera de por vida, acompañándole en sus cuatro años cuando estudiaba en los Estados Unidos en la década de 1970, así como en los bosques y montañas como militar.

Cuando estalló la Segunda Guerra Civil en el estado de Bor en 1983, Garang se apresuró a recoger a su esposa y sus dos hijos y llevarlos a un lugar seguro en el estado de Jonglei. La familia siguió desplazándose hasta llegar a Malakal en el estado del Alto Nilo. La pareja y sus dos hijos pasaron noches en tierra de nadie; la lucha estaba en marcha y habían comenzado los duros días de la selva.

En 1986, la Sra. Garang viajó a Cuba para seguir una formación militar. Había ascendido en la organización del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán: de primer teniente a capitán y, finalmente, a teniente general.

La Sra. Garang tuvo que ponerse muchos sombreros. Además de sus responsabilidades militares, era cocinera de los soldados, enfermera de los enfermos, esposa del comandante en jefe y madre de su creciente familia.

En 1999, tuvo la tarea de crear una ONG -que pasó a conocerse como Wodrans (Viudas, Huérfanos y Discapacitados, Asociación de Rehabilitación de Nuevo Sudán)- para asegurar una formación profesional a los afectados por la lucha. Los beneficiarios de esta organización recibirían formación para ser herreros, sastres, carpinteros, electricistas y fontaneros.

Los Garangs tuvieron seis hijos y el esposo no tomó otra esposa, aunque las normas sociales vigentes le permitieran tener múltiples mujeres. Para ella, Garang fue un gran esposo, padre, un hombre que luchó por la libertad y un pensador con visión.
“Al principio, cuando comenzamos esta lucha, era un poco celosa. Lo quería para mí, porque es un buen hombre, un hombre cariñoso. ¿Por qué tengo que compartirlo con otras cosas?" se decía. “Pero me dije a mí misma, soy una hija y una mujer de esta nación. Si él puede liberar a mi pueblo, ¿por qué no compartirlo? Voy a orar para que Dios algún día me lo entregue para que sea todo para mí. Dios no lo hizo. Él ha liberado al pueblo de Sudán del Sur. Dios le ha dado eso. Pero se ha ido”, concluye.

Garang murió en un accidente aéreo en 2005, seis meses después de haber firmado el Acuerdo de Paz Integral (CPA) con el antiguo régimen de Omar Al Bashir, que marcó la conclusión de las dos décadas de guerra que había dividido al país. Seis años después, el país votó de forma aplastante el referéndum a favor de la independencia. Fue una alegría de corta duración. En 2013, estalló un conflicto violento, desencadenado por el conflicto político y tribal entre los dirigentes del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLM).

Se calcula que esta guerra civil ha provocado cerca de 400.000 muertes y ha desplazado a hasta cuatro millones de personas, según un informe publicado en 2018 por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y financiado por el Departamento de Estado de EE.UU. Las mujeres en particular han sufrido la peor parte: años de violencia, abusos y normas de género represivas.

Después de que estalló la guerra civil, la Sra. Garang se fue a Kenia en un exilio autoimpuesto y regresó en 2018, cuando el presidente Salva Kiir Mayardit firmó un acuerdo de paz con las facciones rebeldes para poner fin a la guerra que había destruido el progreso del país y su camino hacia un estado viable.

En febrero del 2020, fue nombrada como una de las cinco vicepresidentas en un esfuerzo de unidad nacional para reconstruir el país y poner fin a las divisiones étnicas.
“Sudán del Sur no es más grande que nosotros”.

La Sra. Garang critica cómo las mujeres en su sociedad son relegadas en gran medida a roles secundarios de servicio. Quiere cambiar los estereotipos convencionales ahora que ha asumido la posición de poder.

“Hubo sentimientos encontrados hacia mi nombramiento. No me miraban como Madame Rebecca, sino como la esposa de John Garang. Entonces, pensaban que podría hacer un buen trabajo porque era la esposa de John Garang”, comenta.

Cuando se le pregunta si las mujeres operan de manera diferente cuando se encuentran a dirigir un país, afirma que los hombres son codiciosos y egocéntricos. “Como mujeres llevamos en el corazón a las personas. Los hombres llevan sus intereses. Piensan en las elecciones que se acercan”, dice.
La Sra. Garang, que está a cargo del bienestar social, infantil y de género en el país, está trabajando para corregir la disparidad de género que afecta a muchos aspectos de la vida de las mujeres en Sudán del Sur, incluida la educación, la salud y la violencia sexual.

“En Sudán del Sur, las mujeres son más del 50% de nuestra población. Entonces, quisiera ver a las mujeres incluidas en la construcción de la nación. Si empoderamos económicamente a las mujeres, este país funcionará sin problemas”, afirma.

Sudán tiene el objetivo del 35% de participación femenina en las instituciones estatales, establecido en el acuerdo de paz de 2018. Las mujeres son actualmente menos del 20% en los puestos a nivel nacional y estatal, informa el Centro para la Gobernanza, la Paz y la Justicia Inclusivas en Sudán del Sur.

La Sra. Garang dice que mantener la paz ganada con tanto esfuerzo después de la brutal guerra civil y cimentar las dinámicas de reparto del poder son cruciales para promulgar políticas de género ambiciosas y lograr avances en el país.
“Sudán del Sur no es más grande que nosotros. Primero tenemos que arreglar los líos que hemos creado, y brindar antes que todo seguridad a la gente de Sudán del Sur, para poder arreglar la economía de este país. “Y de esto trata este acuerdo. Tenemos que implementar este acuerdo de buena fe y desarrollar una voluntad política que es de donde la democracia debe llegar”, dice.

La Sra. Garang admite que existe una "cultura del miedo" entre los jóvenes, que no son tan libres como piensan los políticos porque tienen miedo de decir lo que piensan sobre cómo se debe administrar el país. “Tienen miedo de nosotros porque nosotros como líderes tenemos miedo de ser criticados. Los líderes no quieren ser criticados. Porque si te critican, hay un problema. Por eso hubo un problema en 2013

[Cuando comenzó la guerra civil]”, afirma.

¿Es para muy pronto la primera mujer presidenta de Sudán del Sur? La Sra. Garang contesta que no se trata de puestos, sino de lo que uno aporta a la gente: “Quiero hacer lo mejor que pueda con este trabajo para el pueblo de Sudán del Sur. Las mujeres y los jóvenes anhelan un buen trabajo. Sus oídos están ansiosos por escuchar buenas palabras. Sus ojos están deseosos por ver que se están haciendo cosas buenas en su país, un país rico como Sudán del Sur, donde por el contrario la gente no logra obtener nada”.

Las mujeres de Sudán del Sur deben tener grandes expectativas de la Sra. Garang y, sin duda, ella está interesada en que más mujeres contribuyan a la política y la economía en particular. Entonces, ¿pueden las mujeres esperar una mejora en sus vidas y un alivio en la pobreza ahora que hay una mujer como ella posición de autoridad? “Solo el tiempo lo dirá”, es su respuesta.
Ver, South Sudan’s Mama Rebecca on being a woman in politics and a ‘headache’ to the patriarchy

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