Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Superar la indiferencia

Lima 01.03.2015 Juan Pablo Pezzi, Mccj Traducido por: Jpic-jp.org Desde el 16 al 25 de febrero se ha realizado en Lima (Perú) un seminario-taller sobre "Acaparamiento de tierra" con la presencia activa y constante de 24 participantes que acreditaron el certificado de 140 horas académicas, más unas cuatro personas que se hicieron presentes ocasionalmente por sus compromisos de estudio y trabajo. 

Los participantes eran un grupo de una enorme riqueza: religiosos y religiosas, campesinos y lideres indígenas, profesores y animadores del Buen vivir, universitarios de distintas carreras –leyes, comunicación social, ingeniería forestal tropical-, agentes de pastoral, miembros de distintas comisiones parroquiales de Justicia y Paz, defensores de los derechos humanos, de la tierra y del agua. Identificaron su compromiso a veces de manera lapidaria: estoy deseoso de contagiar y defender la vida; la tierra y el agua no se vende, las  defiendo con la vida; soy tierra, ella es mi origen; me encanta enseñar sobre la protección de la creación; necesito ser libre y vivir en paz; cultivo para alimentar la vida.

El seminario resultó ser una respuesta al llamado del mensaje Cuaresmal de Papa Francisco: “Uno de los desafíos más urgentes” hoy es “la globalización de la indiferencia”. “La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios”, “tentación real también para los cristianos”. “El grito de los profetas levantan su voz y nos despiertan”: “Dios no es indiferente al mundo”.

Organizado y planificado muchos meses antes, el seminario en 25 módulos asumió las tres pautas de este mensaje aunque no en el mismo orden.

«¿Dónde está tu hermano?», nos hemos preguntado, “qué has hecho de él”, del campesino e indígena que Dios ha creado a mi imagen? ¿Dónde hemos relegado el pequeño agricultor que nos da la comida de cada día? ¿Qué pasa con nuestra hermana agua: en 1950 cada persona tenia a su disposición 17.000 m3, hoy tan solo 7.000m3: está en juego nuestro futuro. ¿Y de la madre tierra que nos nutre y sustenta? La hemos reducido a un vulgar objeto de mercado: 217 millones de hectáreas han sino mercerizados en los ultimo 10 anos. ¿Y del hermano clima que nos da las estaciones, el ritmo de las lluvias y del sol? Lo estamos desestabilizando con los monocultivos, el dióxido de carbono, los agro combustibles,  la destrucción de la biodiversidad. ¿Cómo podemos -nos preguntamos con el Papa- ser tan indiferentes “con el riesgo de cerrarnos en nosotros mismos” y caminar hacia la muerte por unos lingotes de oro, por unos billetes en el banco, por el prestigio de tener, y tener y tener? El oro no se come ni se bebe, nos repetían los líderes indígenas de Cajamarca que luchan contra Yanacocha y los de Huaraz que defiende su laguna del Parón ya disminuida a menos de la mitad por las digas hidroeléctricas: Agua sí, oro no. 

Solo “si nos empoderamos de nuestro alimento, podemos quebrar la cadena que nos tiene amarrados a nuestra actual condición” nos ha recordado Alexandra Spieldoch. Y el papa Francisco: no podemos refugiarnos “en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada” “Toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La misión es lo que el amor no puede callar”.

«Si un miembro sufre, todos sufren con él», recuerda el Papa citando san Pablo y nos cuestiona: “¿Se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos?”.

Hemos mirado PowerPoint, sacado sabiduría de las fuentes culturales de los pueblos indígenas, compartido experiencias y nos hemos dado cuenta que esta unidad que desde la diversidad nos hace UNO en el único DIOS y parte de la UNICA creación no es solo una dimensión espiritual y sicológica de la vida, sino también física y cotidiana. Respiramos lo que el árbol expira y expiramos lo que el árbol inspira: ¿cómo no reconocer un destino y una reciprocidad radical entre los seres todos de la creación? Hemos analizado entonces documentos de las Naciones Unidas, códigos deontológicos de las empresas, convenios internacionales, planes de desarrollo, las Directrices voluntarias de la FAO, los Principios para una Inversión Agrícola Responsable: hemos descubierto que esta ansia de unidad, respeto y reciprocidad traspira de cada frase y de cada palabra con un verdadero problema: se quedan en papel mojado permitiendo el atropello de los pudientes sobre los más débiles. A justo titulo el Papa recuerda que “El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres”. “Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás”. La sociedad moderna pretende construir la dignidad de las personas, la equidad de las estructuras, la corresponsabilidad sin Dios y fracasa a cada paso porque solo “La caridad de Dios rompe esa cerrazón mortal de la indiferencia en sí mismos”.

«Fortalezcan sus corazones». “Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?”, pregunta el Papa, y contesta: “Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios”.

Ha sido con audacia, empapada de humildad y sabiduría que los participantes han hecho, como conclusión del seminario-taller, sus propuestas, sus pedidos, sus compromisos. Son al menos dos densas páginas rebosantes de energía que abren horizontes operativos interesantes.

Las propuestas hablan de organizar una red nacional, capacitar a líderes y campesinos, de realizar talleres sobre el medio ambiente y el impacto ambiental en escuelas, colegios y parroquias, y de involucrarse más con las autoridades locales.

Entre los pedidos sobresale el deseo que este tipo de seminarios tenga efectos multiplicadores; que se conforme un comité nacional para la difusión y el apoyo a la lucha de las regiones afectadas por el acaparamiento de tierras, de agua, de bienes naturales; que se prepare la comunidad sobre los aspectos legales y que se participe en actividades comunes sobre el tema de la tenencia de la tierra; que en el curriculum educativo se incluya la cosmovisión y la cultura andina. Unos pedidos explícitos van relacionados con la CONFER (Conferencia Nacional de religiosos) para que organice talleres sobre el acaparamiento di tierras en Perú y conforme un equipo de monitoreo; para que asigne más personas a las actividades de JPIC; y a todos para que se trabaje más en red para acortar tiempo y sumar esfuerzos.

Por fin los compromisos personales: van desde el compartir lo recibido con la población, a coordinar actividades en defensa de la tierra con las autoridades y organizaciones comprometidas con estas lucha; desde gestionar y realizar campañas de reforestación (pinos) a desarrollar proyectos productivos alternativos a la minería; desde reciclar los residuos sólidos a estudiar más leyes y documentos. Unos se comprometieron a coordinar talleres sobre el acaparamiento de tierra, otros a compartir los temas del taller con sus familiares o con miembros de otras congregaciones e incluir este tema en los cursos bíblicos. Sobresalió el compromiso de autoformación sobre las temáticas del taller, de ponerse en contacto con los equipos medioambientales de las instituciones públicas, de conformar grupos en la universidad para la difusión de estos temas de AT y formar una red integrada entre laicos, religiosos, miembros de la conferencia episcopal.

Estos pedidos, propuestas y compromisos, dijo alguien durante la Eucaristía de conclusión, exigen la fuerza del Espíritu que nos dé, como dice Papa Francisco, “un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia”. Solo un corazón audaz, sabio y en paz  puede lanzarse hoy en el desafío de contrarrestar el acaparamiento de tierras que lleva consigo el acaparamientos de agua, de recursos mineros, es una de las causas del cambio climático y de las migraciones masivas y favorece el tráfico de personas y tantas otras esclavitudes modernas.

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