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Zimbabue. La delgada línea entre el tráfico y la trata de menores

Harare (IPS) 20.02.2020 Michelle Chifamba Traducido por: Jpci-jp.org

Elton Ndumiso (nombre ficticio), un conductor de autobuses que trabaja en una ruta entre la capital de Zimbabue y la vecina Sudáfrica, lo ve todo el tiempo: mujeres que viajan con tres o cuatro hijos, que claramente no son sus propios hijos, y los trasladan hasta el otro lado de la frontera.

Es un delito ante el cual la mayoría de los conductores de autobuses hacen la vista gorda o se convierten en cómplices al ayudar a las mujeres cuando surge un problema. Ndumiso, un apellido ficticio, afirma que, en muchos casos, algunos conductores, hombres y mujeres, van tan lejos como hablar con los agentes fronterizos e incluso sobornarlos, para permitir que los niños y las mujeres ingresen a los países vecinos sin documentos de migración regulares.

“Un gran número de niños han sido transportados por mujeres contrabandistas para cruzar la frontera. Algunas de ellas poseerán declaraciones juradas que afirman que son las guardianas legales de los niños. Es difícil demostrar cuáles serían las intenciones de las contrabandistas tras cruzar la frontera con Sudáfrica”, reconoce Ndumiso.

El parlamento de Zimbabue señala que la trata infantil es uno de los mayores desafíos que enfrenta el país, como resultado de las críticas condiciones económicas imperantes. De acuerdo con la agencia de la ONU, OIM (Organización Internacional para las Migraciones), hay una serie de casos de padres zimbabuenses que viven en países vecinos y que pagan a las contrabandistas para lograr la reunificación con sus hijos en su país de destino.

Es posible que Ndumiso no sepa cuáles son los riesgos de muchos niños después de que crucen la frontera, pero también ha visto casos de niños en peligro durante el viaje, como cuando hace poco una mujer perdió uno de los cuatro niños que transportaba, cuando el bus hizo una parada.

“El niño tenía ocho años y desapareció en el pequeño pueblo minero de Mvuma, en la provincia de Midlands, donde el autobús se había detenido para un descanso. Lo buscamos pero no pudimos encontrarlo. Tuvimos que dejar a la mujer en la estación de policía más cercana”, recuerda Ndumiso. La mujer explicó que llevaba a los niños para reunirse con sus padres en Sudáfrica.

La Red Global de Sostenibilidad (GSN, en inglés) es una organización internacional que apoya activamente una de las metas del Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) N° 8, el dedicado a impulsar el trabajo decente y el crecimiento económico. La meta 8.7 se plantea “adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y, de aquí a 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.
La organización reconoce que a nivel mundial el sistema legal no ha logrado poner fin a las diferentes formas de trata y demanda nuevas leyes para prevenir que las personas caigan víctimas de este delito.
"El sistema legal puede ser el motor del cambio, así que usemos los instrumentos ya existentes: las firmas de abogados que están dispuestas a impulsar el cambio”, pide GSN en su página web.
La GSN surgió como resultado de la Declaración conjunta de líderes religiosos, con que culminó en diciembre de 2014 un encuentro internacional de diferentes confesiones, con el objetivo de “defender la dignidad y la libertad del ser humano contra las formas extremas de la globalización de la indiferencia, como la explotación, el trabajo forzado, la prostitución, la trata de personas”.

A pesar de que son una gran cantidad los casos de contrabando y tráfico de niños a través de las porosas fronteras de Zimbabue son aún poco visibles y no se denuncian por la naturaleza del delito.

La directora de programas de la OIM-Zimbabue, Ana Medeiros, añadió que esto se debe en gran medida al hecho de que en muchos casos las víctimas tienen miedo de hablar y contar sus historias.

El informe de 2018 de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Zimbabue establece que las cifras sobre la trata o no existen o no están disponibles. En el reporte, el parlamento registra que en Zimbabue es difícil establecer el delito de tráfico y trata de niños, ya que detrás de este comercio ilegal hay multimillonarias cantidades de dineros y redes delictivas que se extienden por todo el mundo.

“Son mafias muy calculadoras que crean vínculos dentro del gobierno y… a nivel mundial para reclutar víctimas desprevenidas que se sienten tentadas por la (falsa) oportunidad de mejorar sus vidas”, asegura el informe.

Según Virginia Muwanigwa, jefa de la Comisión independiente de Género en Zimbabue, muy pocos casos de trata de niños salen a la luz cada año porque son difíciles de rastrear. “En la mayoría de los casos, los traficantes que pagan a los contrabandistas para transportar a los niños a lo largo de las fronteras son familiares cercanos, que pueden contar con declaraciones juradas y el consentimiento de los padres o tutores de los niños para el transporte y también pueden sobornar a funcionarios fronterizos”, explicó.

Según la OIM, el contrabando prevalece principalmente en las fronteras de Sudáfrica y Botsuana, donde los funcionarios son fácilmente sobornados y facilitan el ingreso sin los documentos requeridos o con papeles falsificados.

Su representante, Medeiros, precisa: “los contrabandistas no son traficantes porque en la mayoría de los casos se les paga por su servicio para facilitar el proceso de ingreso ilegal”, eso sí, las personas contrabandistas “en algunos casos pueden estar vinculadas a los traficantes y las fronteras porosas hacen que el tráfico de niños también sea frecuente”.

“Los casos de trata de niños son difíciles de rastrear porque los menores no son responsables de sus acciones y hay una delgada línea entre el tráfico y la trata. La trata no siempre es clara, ya que muchas personas traficadas pueden ser registradas como migrantes en el país de destino”, hace notar Medeiros

En los casos de trata de niños, por lo general, son personas de confianza como miembros de la iglesia y familiares que reclutan a los niños con la promesa de un trabajo o una educación en otro país, donde terminan en situación de servidumbre doméstica o explotación sexual.

Actualmente, la OIM colabora con Zimbabue con programas de capacitación sobre el delito de la trata. Por ejemplo, La OIM apoya al Ministerio de Trabajo y organizaciones de la sociedad civil, con materiales informativos, como volantes, pancartas, camisetas o exhibiciones itinerantes en todas las provincias, con el fin de educar y concienciar a la gente sobre el delito, explicó la funcionaria.

Además, la OIM también acoge en albergues a las víctimas de la trata. “En los refugios, las víctimas reciben asesoramiento y comparten sus historias sobre cómo terminaron siendo contrabandeadas o traficadas y cayeron víctimas de trata”, afirma Medeiros.

Según la especialista zimbabuense Muwanigwa hacen falta leyes más estrictas para proteger a la población infantil del delito de la trata. “Se necesita reformar la legislación, ya que se investigan muy pocos casos de tráfico o trata de niños. La falta de recursos también condicionan la lucha contra delitos complejos como la trata de personas en Zimbabue”, concluye Muwanigwa.

La delgada línea entre el tráfico y la trata infantil en Zimbawe

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