Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Amor por la gente y pasión por el Evangelio

Newark 12.01.2019 Jpic-jp.org Traducido por: Jpic-jp.org

En 2018, 40 misionarios fueron matados en el mundo, 17 más, casi el doble, en comparación con los 23 en 2017. Entre ellos 35 sacerdotes, un seminarista y cuatro laicos. Después de ocho años consecutivos en los que el mayor número de misionarios asesinados era en América, en 2018 África tuvo la primacía del derramamiento de sangre: 19 sacerdotes, un seminarista y una laica.

América sigue con el asesinato de 12 sacerdotes, y 3 laicos; tres sacerdotes fueron asesinados en Asia y uno en Europa. Según los datos recopilados por la Agencia Fides, con las 40 víctimas de este año, el número de misionarios asesinados entre 2001 y 2018 es de 456.

Este dossier de Fides contiene además muchos casos con una fuerte carga emocional. Aquí está la historia de Thérèse Deshade Kapangala, 24 años, al comienzo de su camino como postulante con las Hermanas de la Sagrada Familia. Fue asesinada en enero 2018 durante la represión militar de una protesta, promovida por laicos católicos, contra la decisión del presidente Kabila de no organizar las elecciones prometidas. Después de la misa en Kintambo, en el norte de Kinshasa (Capital de la República Democrática del Congo), cuando empezaba la marcha, el ejército ya desplegado en frente de la iglesia abrió el fuego. Thérèse fue golpeada mientras trataba de proteger a una niña.

En Nigeria, los Padres Joseph Gor y Felix Tyolaha fueron asesinados por yihadistas en el pueblo Mbalom (el estado de Benue), localizado en el centro de un país dividido en dos, entre un norte predominantemente musulmán y un sur poblado de cristianos. Era el 24 de abril 2018 cuando la matanza tuvo lugar. La misa acababa de empezar y los fieles seguían todavía entrando en la iglesia cuando un grupo armado comenzó a disparar. Diecinueve personas fueron asesinadas incluso a los dos sacerdotes. Durante la incursión que siguió, 60 casas fueron arrasadas.

De los 12 sacerdotes asesinados en América, 7 lo fueron en México. Don Juan Miguel Contreras García, de 33 años y recientemente ordenado sacerdote, fue matado el 20 de abril al final de la misa en su parroquia de San Pio de Tlajomulco (estado de Jalisco). Un comando entró en la sacristía donde abrió el fuego. Don Juan se dedicaba a la educación de las familias en una comunidad indígena de la Amazonia. Carlos Riudavets Montes, un jesuita español de 73 años, fue encontrado amarrado y con signos de violencia en la comunidad de Yamakentsa en la Amazonía peruana, una comunidad a quien él amaba y por quien era amado con gran afecto.

Sandor Dolmus tenía 15 años. Era miembro del servicio litúrgico en la catedral de León, Nicaragua. Durante una de las muchas manifestaciones que involucraron a jóvenes, apoyados por el episcopado local, recibió un disparo de bala en junio de 2018.

También este año, muchos de estos 40 misioneros perdieron la vida como resultado de atracos, en contextos sociales de pobreza y degradación, donde la violencia es la regla de la vida, la autoridad del estado está ausente o debilitada por la corrupción y los arreglos, y donde se explota la religión. Estos sacerdotes, religiosos y laicos compartían la vida cotidiana de las personas, les llevaban el testimonio evangélico del amor y del servicio para todos, eran un signo de esperanza y paz, tratando de aliviar el sufrimiento de los más débiles y levantando la Voz en defensa de sus derechos pisoteados, denunciando el mal y la injusticia. Incluso en situaciones extremas, los misioneros permanecieron en sus puestos, conscientes de los riesgos que corrían, para ser fieles a sus compromisos.

Son testigos de la justicia y la paz por su compromiso nacido de la fe y por la fidelidad al Evangelio. Una lealtad que les ha costado caro y que la Iglesia a veces reconoce oficialmente, como para los 19 mártires de Argelia asesinados entre 1994 y 1996 y beatificados el 8 de diciembre de 2018 en Orán; o como para la hermana Leonella Sgorbati, misionera de la Consolata, asesinada el 17 de septiembre de 2006 en Mogadishu, Somalia, y beatificada el 26 de mayo de 2018. De hecho, las diferentes historias reportadas por la Agencia Fides revelan dos dimensiones comunes: el amor por la gente y la pasión por el Evangelio que llevaron a estos misioneros a compartir valientemente las situaciones de la vida y el peligro de la gente. El término usado es "misionero" porque en virtud del bautismo recibido, cada miembro del pueblo de Dios es un discípulo misionero y el término "mártires" se usa solo en su sentido etimológico de "testigo". Sólo el juicio de la Iglesia da a veces este título a algunos de ellos. Consulta también: Los misioneros asesinados en el 2018

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