Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Aquel "sínodo" de los primeros cristianos hacia la humanidad

AlzogliOcchiversoilCielo Website 10.01.2022 Rosanna Virgili Traducido por: Jpic-jp.org

El sínodo era entonces un viaje "destinado a ayudar, consolar, socorrer, cuidar a todos los necesitados: 'Jesús recorrió toda Galilea enseñando y curando toda clase de enfermedades y dolencias'. Este fue el propósito original del camino sinodal de los primeros cristianos que salían del encierro de sus casas para cuidar la vida de los demás, para encontrarse con la humanidad, para conocerla, para incidir en sus anhelos y sufrimientos, sus heridas y sus esperanzas". ¿Una visión utópica del autor del artículo, o una esperanza de muchos? Si en verdad ¿el camino sinodal fuera una ulterior "encarnación del Hijo de Dios que se hace cada vez más hijo de la humanidad a través de quienes deciden caminar con él"?

Con una evidente capacidad de captación de cómo vive el mundo entero, la Iglesia ha propuesto y puesto en marcha un proceso de camino sinodal. De hecho, hoy, después de dos años de parón obligado por la pandemia, todo el mundo tiene muchas ganas de salir de casa, de moverse, de viajar, de bailar, de ir al trabajo, al cine, al estadio, a encontrarse y pasar tiempo con familiares y amigos. Pero también volver a empezar desde una situación nueva, modificada, que ya no es la que era antes.

A pesar de la obstinación de quienes quieren cerrar los ojos bajo la ilusión de que nada ha pasado y que la pandemia la ha inventado algún poder o potentado de turno, es precisamente la realidad ordinaria, personal y social la que en realidad ha cambiado y es otra. Lo que, además, también observamos en la Iglesia que está evidentemente dentro de la historia de los pueblos y países a los que pertenecen los cristianos. Y lo que está haciendo con el camino sinodal es una demostración de una auténtica vocación profética: una forma de dar un signo a los tiempos recientes, muy nuevos, y de prepararse para el mundo venidero.

La Iglesia primitiva se encontró en una situación similar en el primer siglo de nuestra era. El Imperio Romano había dado una primera "globalización" al mundo y la red de sus imperecederas arterias viales había derribado todo tipo de muros: geográficos, lingüísticos, culturales, políticos, religiosos. El anuncio del Evangelio partió entonces de Jerusalén, una pequeña ciudad de provincias, para llegar a "los confines del mundo". Era un mensaje de vida y salvación para pobres y ricos, esclavos y libres, hombres y mujeres, para que se compartieran los bienes de la tierra, de fraternidad, de justicia y paz universales. Por eso sólo podía ser un camino hecho juntos: llamados por Jesús, sus discípulos eran enviados por él de dos en dos para ir a las casas, a los pueblos y a las ciudades. Un camino que estaba destinado a ayudar, consolar, socorrer, cuidar a todos los necesitados: "Jesús recorrió toda Galilea enseñando y curando toda clase de enfermedades y dolencias" (Mt 4,23).

Este fue el propósito original del camino sinodal de los primeros cristianos que salían del encierro de sus casas para cuidar la vida de los demás, para encontrarse con la humanidad, para conocerla, para incidir en sus anhelos y sufrimientos, sus heridas y sus esperanzas. El suyo fue un camino de anuncio de libertad a los presos, de liberación para los oprimidos, de luz para los ciegos, de alegría para los pobres.

Un camino sinodal es una ulterior "encarnación" del Hijo de Dios que se hace cada vez más hijo de la humanidad por el amor y el compromiso de cuantos deciden caminar con Él. En el camino, sin embargo, los cristianos encuentran la manera de realizar otro trabajo más que necesario aún hoy: el conocimiento mutuo y la escucha. De hecho, fue en el camino que Jesús se encontró con sus propios discípulos, los Doce, las mujeres. Fue el sínodo de su vida pública el que dio embrión e identidad a lo que será después la Iglesia. Sorprende ver cómo el mismo Jesús no conoció a sus apóstoles hasta después del viaje que relatan los Evangelios. Y es como a la mitad del camino que les preguntó: "¿De qué hablaban por el camino?" Se quedaron en silencio, porque habían hablado de cual de ellos era el más grande. ¡Así Jesús se dio cuenta de la distancia entre sus pensamientos y los suyos!

Y he aquí, pues, la urgencia de un nuevo camino sinodal para la Iglesia actual: la oportunidad de conocer lo que hay en el corazón de los unos y de los otros, de clérigos y laicos, de viejos y nuevos continentes, porque, en el camino común, se pueda encontrar la compañía del otro, aprender a respetarse, reconciliarse, valorar los carismas de cada uno, para construir juntos ese sueño nuevo que nos llama desde el presente.

Vedi Quel “sinodo” dei primi cristiani verso l’umanità

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