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Hacia el Sínodo de 2023. El Espíritu muestra los caminos a seguir

Newsletter Missionari Comboniani 05.09.2022 Gruppo dei Missionari Comboniani Traducido por: Jpic-jp.org

Desde la diócesis de Pando en la región de la Amazonía Boliviana, Monseñor Eugenio Coter explica los horizontes que abre a la Iglesia el camino sinodal. “El camino sinodal no es una autopista. Es como uno de los grandes ríos del Amazonas por el que Yo navego cuando voy a visitar las comunidades. Tú ves el río y crees que tiene una corriente que solo va en una dirección, pero no es cierto. Hay una gran masa de agua que fluye debajo, moviéndose en varias direcciones, fluyendo a diferentes niveles y formando remolinos”.

 “En un lugar el agua está más caliente, en otros más fría. Es un mundo submarino que si miras solo desde arriba, tú no te lo imaginas. Lo ves como una extensión compacta y en cambio, está en constante movimiento y avanza en una sola dirección: hacia el mar”.

“Hay un hilo de continuidad –explica monseñor Coter– que une el encuentro, realizado en mayo de 2017, en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, en Brasil (al término de la V Conferencia General de los Episcopados de América Latina y el Caribe, Celam), al Sínodo de la Amazonía (2019) - a pesar de que el trabajo postsinodal se ve frenado por la pandemia-, a la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama), y al camino sinodal que concluirá en octubre de 2023.

En Aparecida, hace 15 años el Espíritu Santo señaló la Amazonía como lugar emblemático para la misión evangelizadora de la Iglesia. El Sínodo de la Amazonía fue un hito, y luego el Papa Francisco lanzó la propuesta del camino sinodal con la participación no solo de obispos sino de religiosos y laicos. ¿Hacia dónde nos llevará el Espíritu Santo? Lo sabremos por las indicaciones que vendrán del mundo eclesial, en docilidad a la Iglesia y a la voluntad del Espíritu”.

En Bolivia, vicariatos, diócesis y arquidiócesis, las comisiones sinodales están trabajando haciendo reflexión comunitaria. “Y esto ya es una forma de hacer Iglesia, subraya el obispo. Todas las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe han creado un sistema de coordinación. En un nivel básico, nosotros en Pando también tenemos nuestra comisión formada por laicos y religiosos, sacerdotes donde también estoy yo”.

Elegido hace dos años al frente de la CEAMA, Monseñor Coter fue el protagonista de ambos, el camino sinodal y postsinodal Amazónico, caracterizados por el nacimiento de la Conferencia Episcopal Amazónica, en la que fue elegido como representante de los obispos, y confirmado el pasado mes de marzo, en su cargo de presidente del CEAMA.

A través de un completo programa de encuentros, incluso en línea, CEAMA está trabajando en el sueño eclesial de Querida Amazonia, dando espacio a un diálogo que abre la puerta a los laicos, reflejando realidades ya vivas en el campo.

¿Están los laicos dispuestos a ser investidos de una participación eclesial más amplia? Monseñor Coter no tiene dudas: “Tenemos laicos preparados; no son teólogos pero siempre han mantenido la participación eclesial con corazón abierto. Están dispuestos a construir con creatividad y paciencia, a mover una institución como la Iglesia, que, a pesar de sus 2000 años, está llena de vitalidad. Algunos intervienen de forma crítica, sin embargo, planteando temas de reflexión. Algunos se quedan en la ventana pero no quieren arremangarse sino ponerse a trabajar y generar cambios”.

 “Ellos también deben ayudarnos, ser un estímulo para llevar palabras de luz y esperanza a la sociedad. Hay hijos pródigos que dejan la casa y van a redescubrir cuánto mejor era comer en la casa de su padre; otros, que se quedan en casa y no entienden lo importante que es sentarse todos juntos a la mesa, trabajar juntos, encuentran difícil captar esta dimensión de apertura. Debemos estar agradecidos al Papa Francisco que nos pone en este camino”.

Muchas expectativas se concentran en torno al trabajo en curso para el próximo sínodo. “El Papa Francisco siempre se ha mostrado muy cuidadoso en abrir caminos, en generar aperturas, en mover situaciones rígidas, siempre con mucha atención a la unidad y la comunión. El Sínodo de Amazonia no dio respuestas a todo, pero nos dio el ABC para construir las respuestas en el camino”.

Se abre un horizonte mundial abigarrado y complejo sobre cómo será vivido este camino sinodal por cada una de las Iglesias locales. El documento de trabajo es un mapa que ya está en manos de innumerables fuerzas vivas de la Iglesia en África, Asia, América, Oceanía y Europa, territorios con otras historias y culturas que estudian cómo afrontar el nuevo camino abierto hacia el futuro.

¿Qué tienen ellas en común realidades tan diferentes en términos de historia, dimensiones y problemas locales? Monseñor Coter observa: “Ciertamente es común el hecho de ser cristianos, el sentimiento de ser comunidad. Ahora, estas comunidades dirigidas solo por sacerdotes se están convirtiendo en comunidades dirigidas por comisiones en las que un sacerdote anima y coordina junto con los laicos. Juntos ellos reflexionan y generan participación”.

“En algún lugar todavía hay una visión muy clerical de una Iglesia que, por contra, lucha por dejar espacio a los laicos que son una riqueza no sólo como aporte operativo sino también como visión, reflexión, encarnación de la fe y nuevas propuestas. Si no lo hacemos por convicción, por conciencia, porque así era la Iglesia primitiva, debemos aprender a hacerlo pronto porque nos faltarán sacerdotes”.

En América Latina, donde las comunidades de base han sido una tradición popular y extendida desde los años posteriores al Concilio Vaticano II, ¿cómo crecerá la comunidad eclesial en el camino sinodal?  En un contexto de grandes cambios, con la reforma de la Curia deseada por el Papa Francisco con el Praedicate Evangelium, ¿cuáles son los temas de mayor actualidad para las Iglesias del continente?

“En esta fase van surgiendo nuevas palabras como hitos que ayudan al corazón a traducir los sueños en pasos concretos”, explica Mons. Coter. “Estamos escribiendo las respuestas que saldrán del camino sinodal. Por ejemplo, vemos que van surgiendo elementos orientados al respeto por algunas realidades típicamente locales. Estas respuestas las definirá una provincia eclesiástica, por un grupo sinodal a nivel local e inter-diocesano, no un obispo ni un párroco. Las respuestas vendrán a través de una práctica sinodal, la del camino común”.

El obispo continúa: “Un problema para las comunidades de las Iglesias de la región amazónica es la falta de sacerdotes disponibles para acompañar pastoralmente a las comunidades dispersas por todo el territorio. Por otro lado, incluso en Europa con la disminución de las vocaciones, solo hay un párroco para cuatro o cinco comunidades y los domingos se encuentra corriendo de un lado a otro para celebrar Misas, convirtiéndose predominantemente en el ministro de culto y perdiendo el contacto con la gente. Las Iglesias europeas con este problema deben encontrar su respuesta.

Con tanta distancia geográfica e histórica entre nosotros, aquí hay el mismo problema y debemos entender cómo dar los sacramentos a nuestros fieles. En el Sínodo de la Amazonía reflexionamos sobre este y otros problemas de la encarnación de la fe, y ahora debemos construir las respuestas con menos sacerdotes y la necesidad de una mayor participación de los laicos. Estos problemas básicos también existen en Asia y África, aunque en diferentes contextos culturales”.

¿Están preparados los pastores para este camino con los laicos? “Es importante que las conferencias episcopales sepan delegar a las personas que quieren arriesgarse, a caminar. Es importante que los obispos sepan delegar pastores con capacidad de escucha y con la valentía de no buscar certezas sino la luz del Espíritu que nunca indica caminos sino trozos de camino por recorrer. Y no solo”.

Ver: Towards the 2023 Synod: The Spirit Shows the Paths to Follow (Hacia el Sínodo de 2023: El Espíritu muestra los caminos a seguir)

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