Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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La lucha por el alma de la humanidad

New York 10.03.2020 Jpic-jp.org, ispirato ad Avaaz Traducido por: Jpic-jp.org

Hay algo más poderoso que las leyes, las políticas, las enfermedades, el coronavirus: nosotros mismos. Nuestra cultura, nuestros valores, nuestras convicciones. Sin embargo, cuando intentamos cambiar las leyes y las políticas, derrotar las enfermedades y los problemas sociales, contra nuestra paz y nuestra felicidad actúan la ira, el miedo, el egoísmo personal y de grupo

La gran lucha por el alma de la humanidad comenzó muy temprano en la historia, continuó durante siglos, ha cambiado de paradigmas pero siempre continúa: una lucha entre la esperanza y la desesperación, la verdad y la mentira, el amor y el miedo, la unidad y el tribalismo, la sabiduría y el sinsentido. Esta batalla se desata en cada uno de nosotros y nos atrapa.

Las tropas de asalto de esta guerra son los "trolls", esos usuarios maliciosos de Internet cuyo propósito es perturbar los foros de discusión multiplicando mensajes sin interés o haciendo que se multipliquen. Dado que son víctimas de experiencias difíciles o vergonzosas, o simplemente por dinero, propagan su veneno a gran escala en la sociedad.

Existe el "troll principiante", o el troll que se ignora a sí mismo, quien "trolle" por ignorancia de la netiqueta o del funcionamiento técnico, sin intención real de dañar. Todo aquel que responde a este tipo de mensajes es también un troll principiante.

Existe el "troll estúpido" que está convencido de tener una opinión válida sobre todo, de actuar de buena fe, y de que su diarrea verbal interesa a todos. Puede convertirse en un malvado porque está seguro de su derecho. Como dice el dicho "cuando el troll es molestado, se vuelve aún más aburrido".

Finalmente, está el "troll malvado". Su objetivo es, conscientemente, revolver las cartas por diversión, porque el tema le desagrada, porque los administradores del foro lo han molestado, porque afuera está lloviendo y él se aburre. Finalmente, está el género sintético, el "troll estúpido y malvado": de mala fe en todo momento, de nulidad conceptual, de auto burla de fachada, de tics de lenguaje y smileys, de bajeza inimaginable.

Estos trolls y su trollitude causan daños en los medios, en la política, en las relaciones familiares y personales. Para defenderse, debemos comenzar por nosotros mismos con algunos principios a seguir, en Internet como en la vida real, y así ir gestionando nuestros trolls internos y aquellos que vienen a nosotros desde el exterior, incluido el coronavirus.

1-. Mantengamos la calma

Ciertos elementos desencadenantes tienen el poder de asustarnos, hacernos enojar, privarnos de lo mejor de nosotros mismos y hacer surgir nuestros peores instintos, y a veces reaccionamos de forma exagerada. Si eliminamos nuestras lagunas, si dejamos de culpar a los demás y de nos desahogar con los demás, podremos dejarnos guiar con más amabilidad y sabiduría.

2-. Escuchemos esta sabiduría

En paz, somos receptivos a la perspectiva de los demás, tanto como a nosotros mismos, podemos percibir la pequeña luz que emerge del punto de equilibrio entre los tres pilares de nuestra personalidad - emoción, razón, intuición - y que nos susurran palabras de sabiduría.

3-. Seamos buenos y fuertes

La bondad sin fuerza puede ser floja. La fuerza sin bondad puede ser brutal. La fuerza y la bondad, juntas, protegen eficazmente todo lo que es valioso para nosotros y que tenemos en común.

 

4-. No más chismes: encontremos la verdad

Las fake news, las medias verdades, la calumnia y la desinformación impulsadas por la emoción o los cálculos políticos, solo aportan lo peor de nosotros mismos. Somos personas razonables, pero también rápidos en demonizar a los demás para justificar el daño que somos capaces de hacer. Si ves al ser humano que está detrás del enemigo o al chico malo, puedes entender toda la complejidad de la verdad.

Estas palabras están inspiradas en la iniciativa de Avaaz que alienta a todos a compartir estos 4 principios y las experiencias que ellas inspiran: "A veces, un puñado de personas que actúan de cierta manera pueden catalizar un cambio a gran escala". Imaginemos un mundo en el que la mayoría de la gente estaría de acuerdo en seguir tales principios y a realizarlos la mayor parte del tiempo. Eso no significaría que estaríamos de acuerdo todo el tiempo, pero nuestros desacuerdos tendrían un sabor diferente: menos mezquinos, manipuladores y trágicos, y más sensatos, respetuosos. La humanidad sería magnífica en su diversidad. A veces incluso podría oponerse violentamente, pero sería más noble.

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