Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación

Sínodo, ponerse juntos en camino

Butembo 24.05.2022 Jpic-jp.org Traducido por: Jpic-jp.org

Jesús comienza su misión en Cafarnaúm. Por su predicación y sus curaciones pronto es conocido en todas partes. La gente viene en masa para verlo. Jesús tiene suficiente trabajo en Cafarnaúm para el resto de su vida. Pero, después de toda una noche en oración, sale con la convicción de que su misión es llevar su mensaje a todas partes.

Jesús elige entonces la vida del predicador itinerante: “Vámonos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí anuncie la buena noticia; porque para eso he venido” (Mc 1,38). Jesús siempre está en camino, pero nunca solo. No tiene un plan fijo, se deja guiar por el Espíritu y su pequeña comunidad lo sigue con confianza.

A lo largo de los siglos, las Iglesias de Cristo se han vuelto más sedentarias. Se han organizado en parroquias, han fundado monasterios, han construido escuelas y hospitales, han fomentado las artes y han creado un sistema legal. Estas instituciones han hecho un bien increíble y, a menudo, han cambiado la sociedad para mejor. Pero, de esta manera las Iglesias se han vuelto poderosas, demasiado poderosas, y el poder corrompe. Piensan que son “la sociedad perfecta” y que ya no necesitan cambiar, aunque el mundo cambie dramáticamente a su alrededor. Las Iglesias se parecen cada vez más a los fósiles de tiempos pasados.

El Concilio Vaticano II ha querido dar a los católicos otra imagen de la Iglesia, la del "pueblo de Dios en camino", una comunidad que parte, es cierto, del pasado pero cuya mirada se dirige hacia el futuro, y que siempre está en el camino como Jesús con sus discípulos. “Llamó a los discípulos y los envió en misión”.

¿En qué consiste esta misión? Curar a los enfermos, expulsar a los malos espíritus, anunciar la Buena Noticia y la venida del Reino de Dios al mundo. Esto es lo que dice San Lucas y seguramente así actuaba la Iglesia en el momento en que Lucas escribía su Evangelio, imitando lo que había hecho Jesús.

Hay que admitir que la misión de la Iglesia –la de los discípulos de Cristo por el bautismo- es dar a conocer a Jesús, anunciar su Evangelio, trabajar para realizar su Reino, y así transformar el mundo, las sociedades de hoy que son bastante semejantes a la del tiempo de Jesús, del tiempo de San Lucas, a pesar de un contexto social muy diferente.

La compasión puede entonces convertirse en una de las primeras palabras de un lenguaje común de este pueblo en camino, porque la compasión “se revela como la expresión de una experiencia común de Dios y del hombre que está más allá de las palabras y los patrones de pensamiento” (Christian Chessel).

¿Bajo qué condiciones? No llevar nada para el camino, sólo un bastón, calzar sandalias para defenderse de las serpientes; pero sin pan, sin bolsa, sin monedas en el cinturón, ni siquiera una túnica de repuesto.

Condiciones que explican otra advertencia de Jesus. Les dijo: Cuando hallen hospitalidad en una casa, quédense allí hasta cuando salgan (Mc 6,7-10). La hospitalidad, como instalarse, tiene peligros. Cuando somos recibidos calurosamente, tenemos la tentación de alegrarnos por la acogida, por ser celebrados, nos volvemos complacientes, y rechazamos el testimonio si este es un desafío. La hospitalidad también es un desafío. Porque sólo hay hospitalidad recíproca. La palabra “anfitrión”, además, designa a la persona que acoge y a la que es acogida. El que acoge es, en cierto modo, acogido por el que acoge. La hospitalidad es un acto de confianza que compromete porque no sabemos de antemano quién es el anfitrión y esta bienvenida no puede limitarse a la afiliación tribal, social o nacional. También se corre el riesgo de ser rechazados. Entonces ninguna falsa dulzura debe inhibir la protesta indignada: el mismo Jesús invitaba a no llevarse el polvo de ese lugar, sino a sacudirlo de los pies.

De hecho, los discípulos de Cristo en la historia han predicado el arrepentimiento, expulsado muchos demonios y curado a muchos enfermos, y así el nombre de Jesús se ha difundido por todas partes, llegando incluso a los oídos de tiranos asesinos, avivando muchas veces no arrepentimiento, sino vanos remordimientos o incluso los horrores de una reacción violenta.

En el camino sinodal tal como lo ha emprendido ahora, la Iglesia, pues, emprende un camino largo y difícil, y nadie sabe adónde la llevará el Espíritu. Por ser un camino, la Iglesia debe comenzar con dar un primer paso, es la pregunta de saber cuál es la llamada que el Espíritu y el mundo le dirigen. Sabiendo también, como dice un proverbio akan de Ghana, que “la sabiduría es como un baobab, una persona sola no puede abrazarlo”.

Así, los documentos preparatorios del Sínodo indican que los compañeros de este caminar juntos sólo pueden ser todos aquellos que se encuentran en el camino, sin dejar a nadie al margen, especialmente a los pobres de cualquier tipo. Cristo no eligió a quien acoger, se interesó por la vida de todos. La Iglesia debe, por lo tanto, prestar oídos, saber escuchar.

Sin embargo, el deseo de comunión y participación en este caminar juntos lleva no sólo a la escucha, sino también a dar respuesta a los gritos de los que se encuentran, de los rechazados y de nuestra Tierra, esta casa común atormentada y sufriente. Esto exige un cambio de estructuras, de organización, de estilo relacional, de elección de prioridades: exige una conversión sinodal también en la perspectiva de una ecología integral.

Sin embargo, no existe un enfoque ecológico global que no implique una renovación de nuestro modo de vida: un modo de vida más relacional con Dios, con la creación, con la humanidad. Una nueva sensibilidad para “recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios" (LS 210) que nos capacita para afrontar situaciones nuevas e imprevisibles, y así para "disponernos a dar ese salto hacia el Misterio" (LS 210) que nos abra hacia el futuro.

Esto requiere una transformación personal en cuanto a fuertes motivaciones que generen nuevos hábitos y un estilo de vida más responsable y consciente de la dignidad de todos. La escucha y la apertura a uno mismo, al otro, a la Tierra, a Dios, se convierten entonces en “diálogo”. Un diálogo que no puede limitarse al intercambio de ideas, sino que asume la dimensión operativa de “trabajar juntos”.

"Caminar juntos", escucharse, entenderse, dialogar con el corazón abierto para llegar a "actuar juntos". Sabiendo que “Los que aman la verdad andan juntos; los que son hipócritas también andan juntos, pero no tienen los mismos objetivos”.

Deje un comentario

Los comentarios de nuestros lectores (1)

Bernard Farine 01.06.2022 C'est intéressant. Je pense en plus que le problème de l’Église, ce n'est pas seulement sa puissance, mais un rapport au sacré qui est plus proche de l'Ancien testament que des évangiles (le sacerdoce, le péché originel et sa résorption par la messe-sacrifice...). C'est cette conception du sacré qui donne le pouvoir aux clercs et qui éloigne les gens ordinaires du message (voir le cléricalisme ennemi du pape François). C'est un aspect que le synode, en grande partie dans la main des clercs, aura du mal à changer.