Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Sinodalidad y democracia

Butembo 20.12.2021 Jpic-jp.org

El Papa Francisco, el 10 de octubre de 2021, lanzó un "sínodo sobre sinodalidad" de dos años mientras celebraba una Eucaristía en la Plaza de San Pedro como primer acto del mismo Sínodo. El 17 de octubre de 2021 en todas las diócesis del mundo, los obispos celebraron también la apertura del proceso sinodal en sus respectivas diócesis. ¿Cuál es el interés de este evento de la Iglesia Católica por el compromiso social de Justicia y Paz?

El llamado del Papa Francisco a un sínodo sobre la sinodalidad para todos los miembros de la Iglesia Católica en todo el mundo está destinado a ser un proceso de escucha del Espíritu Santo y de los demás para discernir el camino que debemos recorrer juntos.

La palabra "sínodo", en realidad, tiene sus raíces en la Iglesia ya desde los primeros siglos. Viniendo de palabras griegas que significan "un mismo camino", sínodo y sinodalidad expresan la raíz fundamental de la Iglesia. La Iglesia es un pueblo reunido de todos los rincones de la tierra para ser “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo suyo (de Dios)”, para anunciar las alabanzas de Dios que llama de las tinieblas a su luz maravillosa cada persona y cada pueblo.

Si bien el Sínodo de los obispos se ha celebrado hasta ahora como una reunión de obispos con y bajo la autoridad del Papa, la Iglesia se da cuenta cada vez más de que la sinodalidad es el camino de todo el Pueblo de Dios. Eso significa tomar decisiones pastorales “que reflejen la voluntad de Dios lo más fielmente posible, basándolas en la voz viva del Pueblo de Dios”.

Si bien esta perspectiva es un llamado a la Iglesia Católica a volverse más “democrática”, es también un recordatorio para todas las naciones de que la verdadera democracia es el “gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo” en las palabras de Abraham Lincoln. .

El sínodo de la Iglesia Católica se llevará a cabo en tres etapas. Primero, se espera que cada diócesis del mundo promueva un tiempo especial de oración, escucha, diálogo y recomendaciones. En segundo lugar, este diálogo continuará en las asambleas nacionales y continentales de católicos. Finalmente, en octubre de 2023, los obispos y otros participantes se reunirán en Roma con el Papa para trazar el futuro de la Iglesia Católica.

¿Quién puede participar en este sínodo? Todos los bautizados están invitados. El Papa Francisco no se cansa de recordar que la participación de todos debe ser un compromiso innegable de toda la Iglesia. Cada parroquia también debe tener la oportunidad de participar en este momento importante en la historia de la Iglesia. Sin embargo, también se deberá estar atentos a las voces de la "periferia", voces que se pasan por alto con facilidad y a menudo en las discusiones de los católicos. Lo más importante, por tanto, no es contestar un cuestionario o asistir a una reunión, sino vivir la sinodalidad, es decir, vivir la Iglesia como caminar junto a los demás. Cada cristiano ha recibido una llamada y dones para el bien de toda la Iglesia. El Sínodo es un tiempo en el que todos tenemos el compromiso de responder a dos preguntas fundamentales: cómo vivimos este “caminar juntos” y qué pasos nos invita Dios a dar para crecer como pueblo que “camina junto”.

El Sínodo será un momento especial para los católicos, ya que "en una Iglesia católica fuertemente marcada por la centralización, en nombre de la unidad", el Sínodo "pretende abrirla, paulatinamente, a una legítima diversidad en la comunión. Una vía para que la Iglesia intente salvar la brecha cada vez mayor entre sus modos de ejercer la autoridad y las aspiraciones para una modernidad democrática de muchos de sus fieles, hijos e hijas. Sin renunciar, sin embargo, recuerda el Papa, a su estructura jerárquica. ¡Menudo Desafío!"

La novedad de este sínodo es la fase “intermedia” a nivel de cada continente. Esta innovación revela claramente el horizonte hacia el que el Papa Francisco quiere conducir a la Iglesia. Un futuro donde las Conferencias Episcopales a nivel de las Iglesias locales (es decir, en cada país) y los Episcopados de continentes marcados por diferentes realidades económicas, sociales, políticas y culturales, puedan tomar decisiones pastorales que serían propias, sin por eso afectar la doctrina común a todos.

No es difícil en todo esto percibir que la Iglesia católica para “la sinodalidad se enfrenta al desafío de una aspiración democrática (La synodalité au défi de l’aspiration démocratique), pero, en perspectiva, la experiencia sinodal de la Iglesia católica puede convertirse en “un desafío por la aspiración democrática” de todas las sociedades contemporáneas enfermas de nacionalismo y de los llamados partidos soberanistas.

Por esta razón, durante este año, nuestra Newsletter seguirá el proceso del Sínodo de la Iglesia Católica en la perspectiva de Justicia y Paz para descubrir su aporte a nuestras sociedades.

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Los comentarios de nuestros lectores (1)

Margaret Handerson 18.03.2022 It could be interesting to know in what I thought of the article on Synodality. What seems to happen in African churches is such a contrast to the Presbyterian Church in Scotland, which has its strong, points but also weaknesses. From the very start, about 1545, there was a huge emphasis on education here. The leaders of the Church insisted that the whole population go to school so that everyone could read the bible and interpret for themselves what they believed in. (The fact that almost the entire population was literate was unique in the world at that time and allowed Scotland to develop very early.) The church structure was, and still is, very democratic. No hierarchical structure. Every year one minister is chosen to be the Moderator (the Chair of the annual meeting of the whole church) for 12 months but, at the end of the year, he has to go back to being an ordinary minister again. Within individual congregations, the members of the church have MORE say than the minister about many issues. I found this very difficult when I was trying to persuade churches to let me use their halls for asylum seekers’ emergency shelters. Time and time again the minister was willing but it only took a few vociferous people in the congregation feeling hostile to asylum seekers to make such projects impossible. What I regretted was that the minister could not persuade the congregation that helping the project was a Christian act. I suppose a model between the African and the Scottish one is an ideal structure.