El crecimiento demográfico constante y la carrera por el desarrollo convierten el acceso a la electricidad en una cuestión crucial para el continente. Además de Sudáfrica y Egipto, varios países africanos ya están invirtiendo en la construcción de centrales. Por ahora, la solución más adoptada es una combinación energética entre renovables y combustibles fósiles.
Cada vez más países africanos están preparados para invertir en la construcción de centrales nucleares. Además de Sudáfrica, que ya cuenta con una planta operativa, y Egipto, donde se está construyendo una, hay otros estados en el continente interesados en la producción de energía nuclear. Rusia y China son los actores extra regionales más involucrados.
Según la World Nuclear Association, organización internacional que promueve el desarrollo de esta fuente energética, África tendrá instalada una capacidad de 18.000 megavatios (MW) para el año 2040. Desde Ghana hasta Kenia, y desde Nigeria hasta Zimbabue, no faltan los proyectos, pero la búsqueda de financiación y los primeros retrasos registrados en las obras podrían frenar las ambiciones de varios de estos países.
Sudáfrica
Desde 1984, la central de Koeberg, situada a 30 km al norte de Ciudad del Cabo, está conectada a la red eléctrica nacional. Equipada con dos reactores de 900 MW cada uno, actualmente cubre el 5% de la demanda energética del país.
Desde hace años se discute en Sudáfrica la necesidad de reforzar el programa de desarrollo de la empresa pública South African Nuclear Energy Corporation. Actualmente, el gobierno ha destinado 1.200 millones de rand a este objetivo.
Sin embargo, según el ministro de Electricidad y Energía, Kgosientsho Ramokgopa, se necesitan más de 60.000 millones de rand (unos 3.000 millones de euros) para invertir principalmente en un nuevo reactor multipropósito que se sumaría a los dos reactores de agua a presión en funcionamiento desde 1984-85. Se trata de un gasto considerable para el que el gobierno sudafricano espera recibir ayuda de empresas privadas extranjeras.
Egipto
En 2022, el gobierno egipcio, en asociación con la empresa rusa Rosatom, inició la construcción de su primera central nuclear en El Dabaa, localidad situada en el Mediterráneo, en la gobernación de Matruh, a unos 300 kilómetros al noroeste de El Cairo.
La planta, cuyo coste total es de aproximadamente 30.000 millones de euros, está financiada en un 85% por Moscú mediante un préstamo a 22 años. La central cuenta con cuatro reactores de 1.200 MW cada uno, lo que la convierte en una instalación de mayor capacidad que la de Sudáfrica. Alrededor de 20.000 obreros están trabajando en su construcción. Se prevé que entre en funcionamiento antes de 2031.
Ghana
Después de Sudáfrica y Egipto, el país que más avanza hacia la energía nuclear es Ghana. En septiembre de 2023, la empresa Nuclear Power Ghana (NPG), en parte de propiedad estatal, identificó el sitio para construir una central en Nsuban, localidad costera del oeste del país, con Obotan, en la región central, como segunda opción.
La selección de ambos sitios fue valorada positivamente por la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA). Entre los candidatos a adjudicarse el proyecto se encuentran China National Nuclear Corporation (CNNC), Électricité de France, la estadounidense NuScale Power Corporation y la rusa Rosatom.
Lo que parece seguro por ahora es que el plazo inicialmente previsto para que la planta entre en operación —el año 2030— no se cumplirá. Las obras deberían comenzar en 2028 y se necesitarán al menos cinco años para completarlas.
Existen además otras dos cuestiones a tener en cuenta en la evolución de este proyecto. Actualmente, Ghana produce un total de 5,5 GW de energía. Considerando que los reactores nucleares suelen generar 1 GW y que, según las directrices del OIEA, una única central no debería superar el 10% de la capacidad energética total de un país, Ghana debería primero aumentar su producción energética interna antes de dotarse de una planta nuclear.
El país, además, está acogido a un plan de ayuda económica del Fondo Monetario Internacional. El hecho de depender de estos subsidios podría limitar su capacidad para gestionar de forma autónoma un programa de desarrollo energético de este tipo, lo que podría no cumplir con las garantías requeridas por posibles socios privados.
Otros países
En 2017, Nigeria firmó un acuerdo con Rosatom para la construcción de una central nuclear de 2.400 MW en Geregu, estado de Kogi. La planta servirá principalmente para garantizar el suministro energético de la capital, Abuya.
Kenia planea construir a partir de 2027 una central de 1.000 MW en el condado de Kilifi, en la costa, a unos 522 kilómetros al sureste de la capital, Nairobi, por un coste estimado de unos 5.000 millones de euros.
Entre los otros países que podrían contar con su propia planta en uno o dos decenios se encuentran Argelia, Burkina Faso, Etiopía, Marruecos, Níger, Namibia, Ruanda, Senegal, Sudán, Tanzania, Túnez, Uganda, Zambia y Zimbabue.
Límites y cuestión ambiental
En un continente donde la población está en constante crecimiento (de 1.400 millones en 2025 se pasará a unos 2.400 millones en 2050), el acceso a la electricidad es más crucial que nunca. Solo unos 700 millones de africanos, es decir, la mitad de la población continental, tiene garantizado este servicio actualmente.
Quienes apoyan las inversiones en energía nuclear afirman que se trata de una fuente estable para sostener el crecimiento exponencial de los centros urbanos, alimentar la industria e impedir los frecuentes apagones, que no solo afectan a las zonas rurales. Además, la energía nuclear no es intermitente, a diferencia de la solar y la eólica, cuya capacidad depende de las condiciones geográficas y meteorológicas.
Sin embargo, las energías renovables avanzan a gran velocidad en el continente, cubriendo actualmente el 55% del consumo energético, según el Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. Un porcentaje que aumentará en los próximos años y que lleva a muchos a considerar como “obsoletas” las inversiones en energía nuclear previstas por varios estados, no sólo africanos sino también europeos, incluida Italia.
El camino del mix energético parece ser el compromiso más adecuado también en África, con inversiones paralelas en el fortalecimiento de las fuentes solar, eólica e hidroeléctrica, en la construcción de centrales nucleares, sin olvidar el oíl & gas, ya que muchos gobiernos del continente no están dispuestos a renunciar a los acuerdos existentes con los actores internacionales de los combustibles fósiles.
Entre tanto, hay numerosos desafíos por afrontar, empezando por la gestión de los residuos nucleares. Un problema que, por ejemplo, Italia aún no ha conseguido resolver. Desde hace décadas, el país no logra identificar un sitio adecuado para un depósito nacional de desechos radiactivos.
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