"No tengo nada, no hay nada que me pertenezca, no quiero nada, he luchado toda mi vida por una libertad política completa pero responsable. Con la pérdida de la libertad económica, hacia la cual avanzamos en Italia, seguirá la verdadera pérdida de libertad política, incluso aun cuando se mantendrían las formas electivas de un parlamento ilusorio, que día tras día continuará su abdicación ante la burocracia, los sindicatos y las entidades económicas, que formarán la estructura de un nuevo estado más o menos bolchevique. Que Dios haga falsa mi profecía" (Don Luigi Sturzo, 4 de octubre de 1951)
¿Por qué después de 100 años hay, todavía una atención hacia un cristiano, un sacerdote, un político italiano? Estamos hablando de Luigi Sturzo. Nos parece que esta atención no es casual, sino que expresa la creciente necesidad de referencias fuertes, de maestros en una época de grandes pérdidas, de grandes "ruidos", de serios temores justificados e injustificados, de ausencia de todo pensamiento.
Estudiar a los grandes personajes nos hace descubrir, a veces, verdaderos maestros, no solo del pasado, sino para el presente y el futuro. El sacerdote Luigi Sturzo fue y sigue siendo un maestro de ética política para cualquiera que quisiera "servir a la política y no usar la política", como él decía a menudo. Sturzo fue filósofo, sociólogo, economista profundo, administrador público, uno de los políticos más importantes del siglo XX italiano. Don Luigi, como se le llamaba en Italia, sin embargo fue siempre y, sobre todo, un sacerdote radical, total, dedicado a Jesucristo y a una rigurosa fidelidad a la Iglesia, incluso cuando esto lo hizo sufrir.
Luigi Sturzo (26 de noviembre de 1871 - 8 de agosto de 1959) era, entonces, un sacerdote católico italiano, conocido en su vida como "un socialista clerical" y es considerado uno de los padres de la plataforma política de la democracia cristiana. Desde 1919 fue promotor del Partido Popular Italiano. En 1924, con el advenimiento del fascismo, se vio obligado a exiliarse. En el exilio, en Londres y luego en Nueva York, publicó más de 400 artículos (recopilados después de su muerte bajo el título de Miscellanea Londinese) en los que criticaba al fascismo y, más tarde, a los demócratas cristianos de la posguerra. En 1951 fundó el Instituto Luigi Sturzo y, en su ciudad siciliana de Caltagirone, organizó a los católicos en numerosos e importantes proyectos culturales y políticos, cooperativas rurales y bancarias, escuelas y periódicos. Quería hacer entender a sus conciudadanos que una alcaldía no es propiedad privada de algunos notables, sino un bien común, un actor del desarrollo, la base de la convivencia civil. Incluso hoy, después de 100 años desde su Appello ai Liberi e Forti (Llamado a los Libres y Valientes - 18 de enero de 1919), su enseñanza se lleva a cabo en muchas áreas en toda Italia. De sus iniciativas Don Luigi surgió como una figura de líder nacional.
El compromiso social y político de Sturzo estaba inspirado en la encíclica Rerum Novarum, que se remonta al 1891. La Rerum Novarum es la encíclica que explica con gran claridad que en primer lugar viene la persona, la libertad y la dignidad de la persona, y que para preservar esto hay sociedades intermedias, que no se derivan del Estado, porque son las células primordiales de la sociedad: la familia, la comuna-alcaldía y es desde allí que gradualmente gracias al principio de subsidiariedad se va hacia el "Organismo estatal". Para él, la alcaldía no era solo un órgano administrativo, sino una unidad política, una comunidad a la que los servicios municipales tenían que servir. Esta comunidad, la comuna- alcaldía, no emana del estado, sino que tiene su propia fuerza original, su autonomía, su esfera de libertad y energía que deben ser liberadas.
En Caltagirone fue "pro Sindaco" (como sacerdote no podía ser alcalde, pero en realidad era un sustituto-alcalde) de 1905 a 1920, y ofreció su extraordinario compromiso al servicio de la ciudad.
Sturzo sentía también la necesidad de construir una red de contactos porque pensaba y sabía, por ser un gran realista, que al quedarse solo uno ya está derrotado, no va a ninguna parte. Por eso lanzó una red de "complicidad" con otros jóvenes sacerdotes de su edad, y no solo con ellos, sino que, al distanciarse de los círculos católicos, tejió relaciones con los socialistas.
Mirando a Don Sturzo, podemos entender lo que afirma el Papa Pablo VI: la política es, o debería ser, la mayor forma de amor cristiano y, por supuesto, podemos agregar, la mayor forma de auténtica abogacía.
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