A la luz de los acontecimientos de los últimos años, muchos analistas geopolíticos han señalado que la «Guerra Fría» nunca terminó realmente, sino que sólo experimentó un periodo de aparente calma entre la década de 1990 y principios de la de 2000.
También han señalado que el orden mundial establecido por Estados Unidos tras la disolución de la URSS ya no es aceptado hoy en día, en particular por los países no europeos, y esto se hace evidente con la aparición de la unión de economías emergentes, BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y con la adición de Etiopía, Egipto, Arabia Saudí, Irán y los Emiratos Árabes Unidos), y el gran número de países que desean unirse a ella.
Los «bloques» se miden en África
El enfrentamiento entre el «bloque occidental», representado por Estados Unidos y la Unión Europea, y el «bloque oriental», compuesto hoy por Rusia y China, es, hoy como ayer, feroz. Estas tensiones surgen de diferentes motivaciones, enraizadas en cuestiones políticas, de seguridad internacional, religiosas, históricas y de valores.
Lo que ha cambiado hoy, en comparación con el siglo pasado, es que lo que está en juego ya no es la influencia ejercida sobre el continente europeo, sino la ejercida sobre el continente africano.
De hecho, Europa ya está firmemente dividida entre los países que gravitan en torno a Estados Unidos, como Italia, Alemania y Francia, y los países que comparten las políticas e ideologías de Moscú y Pekín, como Eslovaquia, Serbia y Hungría.
El continente africano, con su larga historia de colonización, atraviesa actualmente un periodo de cambio. En los últimos años, África ha intentado por todos los medios romper con los colonizadores europeos: eligiendo nuevos representantes políticos; eliminando el uso de las lenguas europeas en la vida cotidiana y en las escuelas; aliándose con nuevos socios políticos, militares y comerciales en Rusia y China. Y es que las dos potencias del «bloque del Este» ofrecen mayores garantías de crecimiento y mayor autonomía de decisión que las que les concede Europa.
¿Cuáles son las ventajas para Rusia y China?
África es un continente rico en recursos naturales, hídricos, forestales, mineros y energéticos, como el gas y el petróleo, sin duda muy útiles para ambas potencias.
También es crucial, especialmente para Rusia en la actualidad, la posición estratégica que ocupa en el norte de África. El norte de África, de hecho, es un nudo muy importante entre Oriente Medio y el Mediterráneo, y el control de la región permitiría a Rusia consolidar su presencia e influencia en una zona geopolíticamente crucial.
Una alianza que podría parecer perfecta, para África, que quiere fortalecerse en términos energéticos e independizarse de los colonizadores europeos, y para Rusia, que quiere aumentar su influencia política y sus inversiones comerciales a costa de Occidente.
Tres ejemplos del distanciamiento del continente africano de Europa y de su acercamiento al eje ruso-chino, con especial atención a Rusia, son: Marruecos, Egipto y Sudán. Se trata de tres países que mantienen vínculos de diversa intensidad con el bloque del Este y que ofrecen una visión clara de lo que está ocurriendo y de cómo está cambiando el «equilibrio».
Marruecos, Egipto y Sudán
En los últimos años, Marruecos ha emprendido un camino de distanciamiento político, económico y cultural de Europa, o más bien de Francia, la potencia colonial que controló el país durante décadas, convirtiéndolo en su protectorado de 1912 a 1956.
En primer lugar, en el plano social, Marruecos intenta eliminar, o reducir, el uso de la lengua francesa y redescubre sus orígenes y su rica cultura.
En el plano económico, sin embargo, busca nuevos socios comerciales. En Europa, los ha encontrado en España y Portugal, mientras que a nivel internacional, está cerrando varios acuerdos tanto con Rusia como con China. De hecho, Rabat está firmando un memorando de entendimiento con la empresa nacional rusa de energía atómica, Rosatom, para resolver el problema de la sequía desalando las aguas del océano Atlántico mediante energía atómica.
Egipto y Rusia celebraron recientemente ochenta años de sólidas relaciones bilaterales y Egipto se ha confirmado como uno de los socios más fiables e importantes de Rusia en África. Estas celebraciones se sellaron con la inauguración del cuarto reactor de la central nuclear egipcia construida por Rusia en El Dabaa, cerca de la capital, El Cairo.
Otro factor importante a recordar es que Egipto es uno de los nuevos países que se unieron a los BRICS a principios de año. El año pasado, en 2023, el gobierno egipcio había declarado a Italia y a toda Europa que consideraba a los estados emergentes, los BRICS, como los socios más adecuados para el desarrollo económico del país.
La entrada del país en la unión de economías emergentes fue favorecida por Rusia, y el embajador ruso en El Cairo, Georgy Borisenko, subrayó el interés de Egipto en unirse a la alianza económica en junio de 2023, con el fin de maximizar el comercio internacional y distanciarse del dólar estadounidense.
El último ejemplo es Sudán. El 25 de mayo, Yasser al-Atta, general y miembro del Consejo Soberano de Sudán, reiteró la decisión del país de firmar acuerdos comerciales y de cooperación con Moscú. Entre estos acuerdos figura el establecimiento de un centro logístico para el desarrollo naval en el Mar Rojo, en Port Sudan.
En los últimos días, tras años de negociaciones, los dos países parecen haber llegado a un acuerdo formal, que concedería a Moscú permiso para estacionar sus soldados y buques de guerra en la costa del Mar Rojo.
La alianza entre Jartum y Moscú permitiría a este último controlar una de las rutas marítimas más importantes del mundo y aumentar aún más su papel e influencia en África y la Península Arábiga.
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