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¿Por qué Estados Unidos debe involucrarse en dar un alma al Sur Sudán?

The Hill 05.12.2018 Amir Idris Traducido por: Jpic-jp.org

Los Estados Unidos han desempeñado un papel eficaz en alentar a las partes en conflicto del Sudán para que se firmara un acuerdo de paz en 2005, el mismo que puso fin a décadas de guerra civil entre el Norte y el Sur. El acuerdo llevó a la creación de Sudán del Sur, pero también sirvió a los Estados Unidos en sus esfuerzos para combatir el terrorismo en el Cuerno de África.

Desde 2005, los Estados Unidos han gastado 14 mil millones de dólares en ayuda al Sur Sudán para hacer frente a sus necesidades humanitarias y de desarrollo. Siete años después de la independencia, sin embargo, los esfuerzos para dar un alma al Sur Sudán está lejos de haber tenido éxito. Los sudaneses del sur tienen todavía que determinar quiénes son y qué se proponen hacer fuera de su país. Se suponía que la constitución de Sudán del Sur debía responder a estas preguntas con el supuesto de que todas las personas son iguales, con derechos inalienables. Sin embargo, en ausencia de un sentido nacional de pertenencia, la etnicidad ha regresado y con venganzas.
La democracia tuvo un falso comienzo en Sur Sudán. Las ideas liberales han entrado en la primera constitución del País pero no en su legislatura. En su primer año como nuevo estado, Sur Sudán se ha caracterizado por la violencia y el desorden. El chovinismo étnico, el nepotismo, la corrupción y la falta de respeto por la ley y el orden, y las tendencias autoritarias institucionalizadas han sido penalizadas y así tienen un estado en el caos.
Desde 2013, el Sur Sudán ha sido destrozado por una guerra civil. Casi 400.000 personas han perdido sus vidas; 2 millones han sido desplazadas. Existe una violencia sexual inimaginable contra mujeres y niñas, y un desalojo masivo de civiles combinado con el saqueo generalizado de los recursos públicos. Todo esto ha sido propiciado por elites políticas y militares sin escrúpulos.
No es la primera vez que Sur Sudán se ha descarrillado en su forma de gobernar una sociedad multiétnica, ni es la primera vez que su liderazgo político no logra que el País evite los horrores de la violencia patrocinada por el estado contra sus ciudadanos. Durante los 22 años de guerra civil (1983-2005) entre el Norte y el Sur, 2 millones de sur sudaneses perdieron la vida y 4 millones fueron desplazados. La guerra era fruto de una visión racial y religiosa estrecha del estado que privilegiaba los rasgos sociales árabes e islámicos excluyendo y suprimiendo a los demás.

John Garang, líder del Movimiento/Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLM/A) lo calificó de conflicto sobre el "alma" sudanesa y se preguntaba: ¿Es árabe? ¿Es africana? ¿O las  dos? No creía en un Sur independiente, pero abogaba por que el Norte aceptara la demanda del Sur de un Sudán cívico, pluralista y democrático. Vio el futuro del sur dentro de un único Sudán, no fuera de él. Después de su muerte en 2005, el nuevo liderazgo del SPLM rechazó su visión por incompatible con el deseo del pueblo de Sur Sudán.
Por cierto, los sudaneses del sur fueron no considerados durante gran parte de la historia de Sudán como ciudadanos con derechos similares a sus homólogos del norte, sino como sujetos de un estado islamizado y arabizado. Su humanidad no era considerada completa y su identidad denigrada. Eligieron irse de Sudán porque querían conservar "su" humanidad, proteger su tierra y liberarse de una identidad y una visión del mundo ajena a su cultura que les impedían sentirse una nación con un sentido profundo de la historia y de la cultura. Para ellos, la guerra fue una lucha por restaurar el alma de Sur Sudán, destrozada y deliberadamente fragmentada según líneas étnicas por las políticas estatales. A pesar de sus fuertes aspiraciones para la liberación y la libertad, muchos actores regionales e internacionales planteaban dudas sobre sus capacidades para gobernar un estado recién formado.
Paradójicamente, la guerra civil en Sudán del Sur reforzó la profecía de muchos que dudaban de su viabilidad como estado independiente. A pesar del reciente acuerdo de paz firmado, un gran segmento de la población del Sur Sudán, hoy no tiene algún sentido de pertenencia. La idea que Sudán del Sur es un estado dominado por un solo grupo étnico, lo ha convertido simplemente en un refugio para los señores de la guerra y los políticos corruptos que utilizan la etnicidad como un medio para extender los espacios étnicos. Sudán del Sur hoy tiembla constantemente por la inestabilidad política.

A Estados Unidos debería importarle porque tiene intereses interconectados en el Sur Sudán. Estos se centran en tres objetivos políticos estratégicos: combatir el terrorismo, aprovechar el desarrollo, y promover la democracia y la gobernabilidad.
Primero. Sur Sudán comparte sus fronteras con varios países, entre ellos Etiopía y Kenia, que están experimentando un fuerte aumento en las actividades terroristas. Un conflicto continuado en Sudán del Sur corre el riesgo de fragmentarlo según líneas étnicas, lo que podría crear una oportunidad para que las organizaciones terroristas, incluido Al Shabaab, amplíen su territorio. La inestabilidad en Sudán del Sur, por lo tanto, socavaría los esfuerzos de Estados Unidos para combatir el terrorismo en la región.
En segundo lugar, el Sur Sudán es un país sin litoral dotado de abundantes recursos naturales, incluidas reservas de petróleo y oro. El País tiene potencial para diversificar su economía y forjar vínculos comerciales con los países vecinos que podrían transformar sus economías ahora en problemas. Un Sudán del Sur pacífico y estable presentaría un entorno operativo más favorable para las agencias de desarrollo de los Estados Unidos.
En tercer lugar, la competencia geopolítica se está intensificando en el Cuerno de África y en la región más amplia del Mar Rojo. Los estados del Golfo y Turquía están compitiendo para controlar esferas de influencia, y Rusia y China están expandiendo su influencia económica y militar en la región. Por lo tanto, los Estados Unidos deben reconocer la amenaza de un cambio en las dinámicas regionales y tratar de encontrar soluciones para una paz sostenible en el Sur Sudán que puedan ofrecer oportunidades para los programas de democracia y gobernabilidad de los Estados Unidos en la región.

Source Why the US must not ignore the struggle for South Sudan’s soul Amir Idris es profesor y director del Departamento de Estudios Africanos y Afroamericanos de la Universidad de Fordham (Nueva York).
 

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