Cuando se actúa para preservar los objetivos y valores fundacionales de los descubrimientos modernos, esta defensa se convierte en abogacía. Según la leyenda, cuando le preguntaron a Vladimir Lenin cómo planeaba "colgar a todos los capitalistas" ante la escasez de cuerdas en la joven Unión Soviética, respondió: "No te preocupes camarada, los capitalistas nos venderán la cuerdas".

Sin embargo, ni siquiera Lenin fue lo suficientemente cínico para pensar que las democracias venderían su libertad de expresión. Hoy en día, nadie es lo suficientemente cínico como para desconfiar de que los mejores descubrimientos y tecnologías modernos puedan autodestruirse haciéndose esclavos de los peores objetivos.

La fuerza del uranio se ha convertido en una bomba destructiva; las redes sociales difunden noticias falsas; las empresas farmacéuticas no pretenden principalmente servir a la salud pública, sino aprovechar las enfermedades de las personas. Pfizer alcanza cifras de ventas de 45 mil millones, Novartis de 44 mil millones, Sanofi de 37 mil millones, Merck de 35 mil millones. El teléfono inteligente más común y en muchos sentidos muy útil para todos a lo largo de los días, se está convirtiendo en una herramienta dictatorial.

Y ahora es el turno de Pegasus, un software diseñado para proteger a las personas del terrorismo que se ha pasado a ser en una herramienta de espionaje sembrador de terror. "Una enorme filtración de datos sugiere que los regímenes autoritarios estaban usando este software para piratear datos de los teléfonos inteligentes de activistas, políticos y periodistas", escribe Katharine Viner, editora en jefe de The Guardian. Y continúa afirmando: "Desde las revelaciones de Snowden a The Guardian en 2013, hemos aprendido más y más sobre la vigilancia global que se ejerce sobre nosotros y al mismo ritmo nos hemos acostumbrado a la idea de que los gobiernos del mundo, ya sean democráticos o no, están muy interesados ​​en el uso de la tecnología y de los teléfonos que tenemos en nuestros bolsillos para vigilarnos".

Su comentario ya es muy perturbador cuando dice: “NSO, la empresa detrás de Pegasus, vende su software a 40 gobiernos de todo el mundo (¡y no dice cuáles!), afirmando que su propósito es ayudarlos a espiar a los terroristas y criminales. Pero una lista filtrada de decenas de miles de números, muchos de ellos pertenecientes a personas sin conexión aparente con el crimen, y un análisis forense realizado en algunos de los teléfonos, sugiere que algunos gobiernos están espiando a activistas por la democracia, periodistas que investigan la corrupción y opositores políticos”. Además, explica, " Pegasus, esta herramienta de pirateo de teléfonos, puede recopilar datos, grabar videos con la cámara del teléfono, activar el micrófono de forma sigilosa y tomar capturas de pantalla e información de ubicación, todo sin que el propietario lo sepa. Un teléfono puede hasta ser infectado sin que su propietario haga clic en una llamada o en un mensaje entrante".

Sin embargo, aún más inquietante es la conclusión de su información del 23/07/2021, cuyo título era: "El proyecto Pegasus: por qué investigaciones como esta están en el corazón de la misión de The Guardian" y cuya conclusión dice: "Para The Guardian, estas investigaciones están en el centro de nuestra misión. Gracias a nuestra independencia, podemos investigar con valentía, poniendo la verdad de cara a la agenda de los propietarios, inversionistas o accionistas […]. De hecho, cuando llegan historias importantes como esta, todos las leen".

Se puede percibir en sus palabras el tono de satisfacción de poder contar con comportamientos tan inquietantes y poco éticos y la alegría de encontrarlos para convertirlos en un orgullo de su labor profesional. Un proverbio africano advierte: "El león mientras ruge no hace nada". Lo que significa "No se resuelve nada con solo hablar de aquello". Sí, denunciar las prácticas ilegales es bueno pero no suficiente, incluso para los periódicos y las revistas una verdadera abogacía debe ir más allá y construir una cultura de la ética en toda acción, dentro y alrededor de ellos mismos, porque, como advierte otro proverbio africano, "No mires donde has caído, sino de donde te resbalaste". Significado: "No mires tus propios errores ni los de los demás; mira lo que hace cometer a ti y a todos los errores que se hacen", y esto es la falta de ética en el comportamiento público y privado, actitud que hoy se está volviendo "habitual".