Intrigado hizo traer a esa esclava para ver qué la hacía tan excepcional. Ella se presentó ante él con una dignidad que nunca había visto en otras esclavas.

Le preguntó: «¿Por qué tu precio es tan alto, joven?».

Ella respondió: «Porque me distingo por mi inteligencia».

Curioso, el sultán dijo: «Te haré unas preguntas. Si respondes correctamente, te dejaré ir libre. Si no, te haré matar».

«¿Cuál es el vestido más bonito, el perfume más agradable, la comida más deliciosa, la cama más suave y el país más hermoso?».

La esclava se dirigió a los presentes y dijo: «Preparad mis cosas y mi caballo, porque voy a abandonar este palacio como mujer libre». Y dirigiéndose al sultán:

«El vestido más bonito es la camisa del pobre que solo tiene una, porque le queda bien tanto en invierno como en verano.

«El perfume más agradable es el de una madre, aunque solo sea una humilde escupe fuego actuando en un baño público.

«El plato más delicioso es el que se come cuando se tiene hambre, porque quien tiene hambre encuentra delicioso incluso el pan duro.

«La cama más suave es aquella en la que uno duerme con tranquilidad. Si uno es injusto, incluso una cama de oro parecerá llena de espinas».

Se dirigió hacia la puerta mas el sultán la llamó: «No has respondido a mi última pregunta...».

Una vez fuera de alcance, ella se volvió y dijo: «El país más hermoso es aquel que es libre y no está gobernado por estúpidos».

Había respondido a todas las preguntas y había conquistado su libertad. Y, de hecho, sí, tenía razón: el país más hermoso es aquel que no está gobernado por estúpidos.