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El verdadero radicalismo, no conduce al fanatismo

Newark 10.01.2019 Jpic-jp.org Traducido por: Jpic-jp.org

"No sorprenderé a nadie diciendo que estamos atravesando un período en el que el fanatismo, tanto religioso como político, parece estar ganando terreno. También anima omnipresentemente el panorama actual de los medios. El terrorismo, el aumento de los extremismos, el replegarse sobre la identidad, el comportamiento discriminatorio por razones étnicas, religiosas o sexuales constituyen las noticias de nuestros últimos meses".

Es con estas palabras que Joseph Gotte abre su artículo en Réflexions: Le véritable radicalisme, l’unique réponse au fanatisme (El verdadero radicalismo, la única respuesta al fanatismo).

Es fácil confundir la emoción y la pasión con el fanatismo. Se pueden vivir las cosas con emoción y pasión sin llegar al fanatismo. "El fanatismo genera reacciones que llevan a descalificar a otros, condenar a los que no son como uno, criticar y alejar a quienes no comparten las mismas ideas, hasta llegar a construir muros infranqueables. Se pueden tener ideas claras de las cosas, saber lo que se cree, lo que se quiere, querer lo que se piensa, tener claro hacia dónde se va, de dónde se viene. Distinguir lo que se tiene que hacer para dar y tener vida, para amar bien, sin llegar al fanatismo que lleva a ser inflexible, categórico o extremista". El antídoto es "practicar la tolerancia, ser receptivo, abierto. Aceptar al que no piensa como uno ni comparte los mismos puntos de vista. Ser capaz de convivir con el otro, con el extraño, con el que es diferente, pero sin dejar de lado las propias ideas. Hay que tolerar, aceptar, amar, integrar, escuchar. Es un camino largo que lleva a construir puentes y no muros. Es la forma de huir de esos extremos que pueden volver a uno fanático". (¿Radicalismo o Fanatismo?)

El teólogo Timothy Keller en su libro "La razón es para Dios" explica: "Los fanáticos, por lo tanto, no son personas que siguen el Evangelio demasiado de cerca; por el contrario, están demasiado lejos. Los fanáticos son autoritarios, satisfechos consigo mismos; tienen opiniones muy firmes, son insensibles y duros. Por qué? No es porque sean demasiado cristianos, sino porque no lo son bastante. Los que se deslizan y se vuelven fanáticos son, de hecho, personas devotas muy débilmente instruidas y poco conscientes de su religión, ya sea el Cristo y su Evangelio o Mahoma y el Corán o Buda y sus enseñanzas. De hecho, la palabra "radical" en sí misma significa "raíz". Desde el "radix" latino, se refiere a la idea de ir a la raíz de las cosas, se refiere a esa parte más profunda, más definitiva y más esencial de uno mismo.

No es un entretenimiento o algo anecdótico, ni algo pasajero o caprichoso. Es tan fundamental que no se comprende la vida sin eso. Entonces ser radical es tener hondas raíces que ahondan en lo más esencial del alma, en lo más verdadero de lo que uno es, de lo que se ama. Es lo irrenunciable de la vida. Lo radical en cada uno es aquello que nutre y sustenta, se convierte en el motor y la fuente de energía. Debe buscarse que estas raíces sean hondas. Esa es la auténtica radicalidad, no algo que me aleje de otros que también creen, o de los que no creen.

En la revista El mundo de las religiones, se dice, por ejemplo: "En un tiempo en que las raíces cristianas de Francia se invocan como una letanía, no es inútil recordar que el cristianismo en sí ha nacido de una mezcla cultural, la de la religión judía y del pensamiento griego. Esto demuestra que ser fiel a las raíces de uno no es congelarlas a toda costa, en cuyo caso el mensaje de Jesús nunca habría dado a luz a una nueva religión, sino esforzarse por revivirlas y para hacerlas fructificar".

Radicalismo y fanatismo son fáciles de confundir pero son muy diferentes. El radicalismo, es un compromiso incondicional. El fanatismo viene de una ideología que ciega; el radicalismo de una verdad que ilumina. El fanático es intransigente, rígido y etiquetador, por tanto deshace puentes y se encierra en murallas. El radical está entregado a su causa y es firme en su certeza, pero busca entender. La historia muestra cambios ejemplares de una persona de fanático a radical. De Saulo el fanático anti-cristiano, a Pablo el radical apóstol: tan fanático, que perseguía a los de la iglesia, tan radical que su vida fue toda para ideales y valores que consideraba eternos. Como Pablo hay radicales que han marcado la historia: Gandhi, Martin Luther King, Edith Stain y cuantos otros. Las personas de profundas convicciones están llamadas a ser radicales, no fanáticas. Pasar de ser radicales a fanáticos es también fácil. El ejemplo más controvertido es sin dudas Mahoma. Su radicalismo de contemplativo lo hizo el fundador de una religión del Dios-Único, el más Misericordioso. Así comienza el Corán: “En el nombre de Dios, el Compasivo con toda la creación, el Misericordioso con los creyentes. El Todo Misericordioso".

Expulsado de La Meca con sus primeros fieles, él encontró refugio en Medina y sus discípulos entre los cristianos de Etiopía. Fue cuando el Islam descendió en el terreno de la política, la economía y del poder que se volvió fanático. Como fue el caso del cristianismo en un cierto período de la Edad Media.

Joseph Gotte termina su artículo con la nota: "El radicalismo que yo amo". El profeta Isaías se enfrenta a un pueblo que vive en un país en gran parte devastado, destruido, donde hay corrupción y grandes desigualdades sociales. Hablando de ayuno, la privación de alimentos por razones religiosas, pone en boca de Dios estas palabras: "El ayuno que yo quiero es este: liberar a las personas injustamente encadenadas, liberarlas de las restricciones que sobre ellas pesan, devolver la libertad a cuantos que están oprimidos, en resumen, suprimir todo lo que los mantiene esclavizados. Es compartir tu pan con los hambrientos, abrir tu casa a los pobres y desarraigados, proporcionar una prenda a cuantos no la tienen, no volver la espalda a quien es tu hermano". Los actos de piedad y práctica religiosa que podrían considerarse como radicalismo, no tienen valor sin un compromiso con la justicia social. Todos estamos llamados a ser radicales, pero de un radicalismo que nos lleva hacia quien es diferente de nosotros, a defender a los oprimidos, a luchar contra la injusticia social, al deseo loco de restaurar la paz en los conflictos, a las ganas de dar la bienvenida al refugiado!

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