Concluyó en Etiopía la segunda cumbre de la UA sobre el clima. El continente se propone recaudar 50.000 millones de dólares al año para soluciones climáticas y otros 100.000 millones para la producción de energía verde (Ver L’Africa punta a diventare una potenza globale green).
Se ha concluido en Adís Abeba, Etiopía, la segunda cumbre de la Unión Africana sobre el clima (ACS2), encuentro preparatorio con vistas a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP30), programada en Belém, Brasil, del 10 al 21 de noviembre. Una cita a la que los países africanos pretenden presentarse con programas, demandas, propuestas y prioridades unitarias.
Del documento final de la cumbre, la Declaración de Addis Abeba, emergen tres pilares principales: acelerar el desarrollo de las energías renovables, formar una coalición de países que poseen minerales esenciales para garantizar un valor justo en las cadenas de suministro globales, y proteger el patrimonio natural mediante alianzas para la reforestación y la restauración verde.
Objetivos
Transformar el continente en una potencia industrial verde para energías renovables y soluciones climáticas, reclamando al mismo tiempo a la comunidad internacional financiamientos justos y garantizados.
En particular, en la Declaración se pide “un apoyo reforzado y duradero para ampliar la implementación de las iniciativas climáticas lideradas por África, como la African Union Great Green Wall Initiative, la African Forest Landscape Restoration Initiative, la Ethiopian Green Legacy Initiative, entre otras”.
“Nuestra visión es clara. Nos comprometemos a forjar un continente próspero, resiliente y verde”, afirmó el presidente etíope Taye Atske Selassie. “Es una injusticia que más de 600 millones de africanos vivan todavía sin acceso a la electricidad. Nuestra acción climática debe comenzar con masivas inversiones en energías renovables y un llamado a la justicia climática”.
“Las demandas africanas de financiamiento climático no son llamadas a la caridad. Son llamadas a la equidad, a la justicia y a la responsabilidad global compartida”, agregó el Comisario de la UA para Asuntos Políticos, Paz y Seguridad, Bankole Adeoye. “África no es un problema que resolver. África es una solución que apoyar”.
Lo que se pide
El continente necesita más de 3.000 billones de dólares para alcanzar sus objetivos climáticos hacia 2030, señalan los líderes africanos, pero ha recibido solo 30 billones de dólares entre 2021 y 2022. A la espera de financiamientos externos que llegan con cuentagotas, África apunta a reunir 50 billones de dólares al año para soluciones de resiliencia frente a la crisis climática a través de dos nuevos instrumentos financieros internos: el Africa Climate Innovation Compact y la African Climate Facility.
Los líderes africanos también han firmado un acuerdo entre financiadores del desarrollo africanos y bancos comerciales para movilizar otros 100 billones de dólares destinados a inversiones en la producción de energía verde.
África contribuye con menos del 4% a las emisiones globales de gases de efecto invernadero, pero se encuentra entre las regiones más vulnerables a los impactos de la crisis climática. El continente pierde entre el 2 y el 5% de su PIB cada año debido a desastres climáticos. Según la Unión Africana, más de 100 millones de personas en todo el continente están en riesgo inmediato por sequías, inundaciones o ciclones, mientras los conflictos por la apropiación de recursos hídricos y territoriales siguen aumentando. Cambio climático en África: cuesta entre el 5 y el 15% del PIB per cápita.
El gran engaño de la transición energética
Los datos de un extenso estudio internacional titulado “¿Quién está financiando la expansión de los combustibles fósiles en África?”, investigación de Urgewald, Stop Eacop, Oilwatch Africa, Africa Coal Network y otras 33 ONG africanas comprometidas en denunciar violaciones de derechos humanos y daños ambientales, son claros: el negocio de la energía contaminante está en plena expansión en el continente, dirigido por inversores extranjeros y financiado por bancos comerciales, encabezado por Total, Eni y Sonatrach.
Para los africanos, beneficios cero; para el planeta, daños enormes. El informe revela las hipocresías, los anuncios, los planes y las políticas hechos de una sola realidad: la carrera hacia los combustibles fósiles en África está en pleno desarrollo e involucra a 200 empresas que exploran o desarrollan nuevas reservas de combustibles fósiles y nuevas infraestructuras como terminales de gas natural licuado (GNL), gasoductos o centrales eléctricas de gas y carbón. Compañías petroleras, de gas y de carbón –junto con bancos, inversores y aseguradoras que les garantizan los fondos– operan en 48 de los 54 países africanos. Incluso perforando en áreas naturales o cercanas a zonas patrimonio de la Unesco.
El informe revela que el 89% de la nueva capacidad de GNL en África está destinada a la exportación (principalmente a Europa y Asia) y que los inversores internacionales poseen más de 109 billones de dólares de las compañías que lideran la expansión de los combustibles fósiles en África: “proyectos de energía sucia completamente incompatibles con los objetivos climáticos de París y el límite de 1,5 grados centígrados”, afirma Omar Elmawi, de la campaña Stop Eacop.
Desde 2017, en 886.000 km², un área más grande que Francia e Italia, se han autorizado nuevas exploraciones de petróleo y gas. De los 45 países africanos en los que la industria petrolera y del gas busca nuevos yacimientos, 18 son los llamados “países de frontera”, como Namibia, Uganda o Somalia, porque tienen poca o ninguna producción existente de petróleo o gas.
En el informe se citan los datos de Rystad Energy, que muestran que los gastos en exploración de petróleo y gas en África pasaron de 3.400 millones de dólares en 2020 a 5.100 millones en 2022: las compañías africanas representan menos de un tercio de esta suma. La mayor parte de la exploración de nuevos recursos de petróleo y gas en África es realizada y financiada por empresas extranjeras.
Las compañías implicadas
En primer lugar, la francesa Total Energies, con el 25% de su producción de hidrocarburos proveniente de África, que busca aumentarla hasta 2,27 mil millones en barriles de petróleo. La extracción y combustión de estos recursos equivaldrían a tres años de emisiones anuales de gases de efecto invernadero de Francia.
En segundo y tercer lugar, la compañía petrolera y de gas estatal argelina Sonatrach (1,75 mil millones de barriles de petróleo) y la italiana Eni (1,32 mil millones de barriles). En conjunto, las compañías petroleras y de gas están añadiendo al menos 15.800 millones a sus carteras de producción de petróleo en África antes de 2030. Se trataría de 8 gigatoneladas de CO2eq (unidad de medida del impacto climático de los gases de efecto invernadero) liberadas en la atmósfera. Más del doble de la cantidad emitida cada año por los países de la Unión Europea.
Las infraestructuras –oleoductos y terminales de GNL– son costosas: las de Total Energies costarán más de 5.000 millones de dólares para funcionar al menos 20 años; el proyecto Rovuma GNL de ExxonMobil y Eni en Mozambique y el proyecto Tanzania GNL de Equinor están valorados en 30.000 millones de dólares cada uno, con una duración estimada de 30 años.
La muerte de las fuentes renovables
Estos proyectos generarán miles de millones de dólares, pero bloquearán las esperanzas de un camino hacia las fuentes renovables: “obtener el pleno acceso a la energía moderna en África para 2030 requeriría inversiones de 25.000 millones de dólares al año”, según la Agencia Internacional de la Energía, una cifra comparable al coste de un solo gran proyecto de GNL.
“La dependencia de Europa de los combustibles fósiles es uno de los principales motores detrás de los nuevos proyectos de GNL en África. La carrera por el petróleo y el gas de África no tiene nada que ver con el aumento del acceso a la energía para los africanos”, afirma Anabela Lemos, directora de Justiça Ambiental.
También la industria del carbón continúa expandiéndose en el continente. Minas e infraestructuras de transporte del fósil ya están planificadas o en desarrollo en 11 países africanos. En Zimbabue, un país donde el 47% de la población no tiene acceso a la electricidad, por ejemplo, está previsto un gran plan de explotación de combustibles. Actualmente hay en marcha 70 nuevas minas de carbón en 9 países africanos: el mayor número en Sudáfrica (49), Zimbabue (6), Botsuana (5) y Mozambique (4). ¡A pesar de que África tiene un gran potencial de energías renovables!
Según el informe, en julio de 2022 más de 5.000 inversores institucionales poseían acciones y bonos por un total de 109.000 millones de dólares en empresas que desarrollan nuevos proyectos de combustibles fósiles en África. El mayor inversor institucional en el área africana es BlackRock, con participaciones por más de 12.000 millones de dólares. Otros son Vanguard (8.400 millones de dólares) y el Fondo de pensiones del gobierno noruego (3.700 millones de dólares).
También los bancos comerciales invierten capitales en el desarrollo de nuevos proyectos fósiles en África: más de 98.000 millones de dólares entre enero de 2019 y julio de 2022. Entre ellos, también bancos italianos: UniCredit (2.163 millones) e Intesa Sanpaolo (1.491 millones) que apoyan proyectos de petróleo y gas, en particular de Eni. En 2021, Eni era en África la segunda multinacional extractiva por actividad. El 59% de su producción global proviene del continente africano y se prevé un aumento en los próximos años de 1,32 mil millones de barriles.
En total, son 14 los países africanos donde Eni está presente. Entre ellos Egipto, Nigeria, Libia, Argelia, República del Congo, Angola y Mozambique. Precisamente en Mozambique, en las zonas más ricas de gas, está en curso desde hace años una insurgencia armada liderada por un movimiento yihadista que desde 2017 ha causado más de 4.000 víctimas y 800.000 desplazados, entre ellos la religiosa comboniana María De Coppi.
Según el informe, el 71% del apoyo bancario para los combustibles fósiles en África proviene de bancos que son miembros de la Net Zero Banking Alliance. “Esta carrera por el gas africano como respuesta a la crisis energética que afecta a Europa no augura nada bueno” y seguramente no aumentará el acceso a la energía para los africanos.
Sus beneficios fluirán abrumadoramente hacia una élite global, mientras las comunidades locales volverán a quedar enfrentadas a la contaminación, el empobrecimiento y las violaciones de los derechos humanos que son el sello distintivo del desarrollo de los combustibles fósiles y del carbón en África (véase Antonella Sinopoli in Rivista Nigrizia).
Deje un comentario