Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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La cosmovisión indígena aboga en favor de la naturaleza

Newark 10.04.2018 Jpic-jp.org Traducido por: Jpic-jp.org

Las visiones de la naturaleza que tienen los pueblos indígenas son incompatibles con la lógica extractivista basada en la desmesura y la búsqueda de un beneficio ilimitado que lleva a la depredación de los recursos naturales con la consecuencia de amenazar el futuro de la humanidad misma.

Existe una verdadera oposición filosófica entre la visión occidental y las cosmovisiones de los pueblos indígenas. Sus cosmovisiones se basan muy a menudo en la idea de que los seres humanos viven en constante interrelación con las identidades que componen la naturaleza, que tienen una vida propia que debe respetarse al igual que la de los seres humanos. La naturaleza no está solo compuesta por arboles, lagos montanas y océanos. Está formada por una multitud de entidades vivas con las que no podemos perder el contacto ya que son necesarias para el mantenimiento del equilibrio tanto local como planetario. Así por ejemplo Sabino Atanacio Gualinga Cuji, representante Yachak de la comunidad kichwa de Sarayaku (Ecuador) sostiene que defendiendo a la naturaleza se defiende también le futuro de la humanidad.

“Somos responsables de lo que nos proporciona la naturaleza. Para vivir en harmonía con ella, debemos utilizarla racionalmente y vivir en un entorno sano, bien de salud física y mental. 
Todo lo que existe en la humanidad tiene una razón de existir, los recursos naturales no son una excepción, el petróleo no es una excepción. Para mucha gente, lo que digo podría sonar poético e irreal; sin embargo, lo que digo es real igual que la misma vida.
La naturaleza tiene una vida propia, los ríos, las lagunas, las montañas, los árboles y todo lo que existe en la naturaleza tienen una vida propia. Atentar contra ellos significa ocasionar con imprudencia un irreversible desequilibrio. Para muchos, los desastres naturales quedan inexplicables. Los entendemos como la protesta de la Pacha Mama que quiere que la oigamos. El petróleo, tan codiciado por su valor económico, no es otra cosa que la sangre que da vida a la Pacha Mama y a la naturaleza. Unos cogen la sangre de su cuerpo y le dan la muerte. Los que explotan el petróleo piden que quede la naturaleza sin reacción frente al degüello de la Pacha Mama. Es ilógico. ¿Para qué les va a servir todo el dinero del mundo si su camino les conduce a la muerte? ¿Están inmunizados los castillos y los grandes edificios contra la reacción de la naturaleza? ¿No los afectarían los terremotos, las erupciones volcánicas, las inundaciones, las tormentas? La humanidad se dará cuenta de que se ha equivocado y que se ha destruido a sí misma; pero, será demasiado tarde".

En África, los pueblos indígenas se unen para reivindicar la creación de parajes naturales sagrados, en los cuales estén prohibidas la extracción y todas las demás actividades humanas de explotación. Estos espacios no son vacios, ya están ocupados por fuerzas sagradas de la vida. "La Tierra entera es sagrada. Algunos lugares de nuestra Tierra son especialmente sensibles a causa del papel especial que desempeñan para nuestra tierra ancestral. Nosotros los denominamos parajes naturales sagrados. Cada paraje natural sagrado desempeña un papel diferente, pero importante, como los órganos de nuestro cuerpo. El espíritu forma parte de cualquier forma de vida. Los parajes naturales sagrados forman parte de territorios con diferentes dominios, horizontales, verticales y energéticos. Un territorio comprende las plantas, los animales, los espíritus de los antepasados, toda forma de vida en la Tierra, incluidos los seres humanos". Esta "Declaración de las Comunidades Africanas guardianas", así como lo reporta la Fundación Gaya habla al unísono con Papa Francisco. La defensa de la Madre Tierra ciertamente implica a todos. Las culturas indígenas son solo una prueba que nunca se ha perdido en la historia humana el sentido de pertenencia a la tierra y de responsabilidad hacia lo creado. "Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva. Como dijeron los Obispos de Sudáfrica, 'se necesitan los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios’ Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades" (LS, n° 14).

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