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Si las agricultoras fueran políticas, el mundo estaría bien alimentado

Zimbabwe 17.09.2021 Busani Bafana Traducido por: jpic-jp.org

Las mujeres son contribuyentes clave a la producción agrícola, pero están ausentes en las mesas donde se toman las decisiones y se establecen las políticas, con consecuencias alarmantes. Dar a las mujeres un puesto en los lugares donde se toman las decisiones podría acelerar el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y mantener al mundo alimentado y nutrido. Pero para ello, es necesario transformar el actual sistema alimentario mundial, que es muy desigual. (Danielle Nierenberg, Presidenta de Food Tank).

La estadounidense Nierenberg, una de las principales investigadoras y defensoras de los sistemas alimentarios y la agricultura, afirmó, en una entrevista previa a la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios que se celebró en la ONU, que las mujeres son las más afectadas por las crisis medioambientales o sanitarias.

El impacto particular de las crisis sobre las mujeres se evidenció una vez más durante la pandemia de covid-19, que perturbó la producción mundial de alimentos, afectando a las mujeres agricultoras y productoras de alimentos. “Todavía tenemos un largo camino que recorrer para asegurarnos de que las políticas no sean ciegas al género e incluyan las necesidades de las mujeres en primera línea cuando se producen catástrofes masivas”, dijo Nierenberg hablando con IPS desde la sede central de su organización estadounidense en Nueva Orleans. Y añadió que los responsables políticos deben comprender las necesidades de los agricultores y pescadores que participan en los sistemas alimentarios, y tener en cuenta el particular aporte de las mujeres.

“Creo que ya es hora de que más personas relacionadas con la agricultura se presenten a las elecciones, porque entienden los desafíos que plantea,” afirmó.  “Si tuviéramos más agricultores en los gobiernos de todo el mundo, imagínense cómo sería. Si tuviéramos mujeres agricultoras dirigiendo municipios, ciudades e incluso países, ahí es donde realmente se produciría el cambio”.

Según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las mujeres aportan más de 50 % de los alimentos producidos en el mundo y representan más de 40 % de la mano de obra agrícola. Son ellas las que mantienen a las familias alimentadas y nutridas, pero están en desventaja, en comparación con los hombres, en el acceso a los recursos críticos para la producción de alimentos: tierra, insumos, extensión de terrenos, servicios bancarios y financieros.

“Hasta que no pongamos fin a la discriminación de las mujeres en todo el mundo, dudo que estas cosas cambien, a pesar de que las mujeres son la mayor parte de los productores de alimentos”, sostiene Nierenberg quien cofundó y dirige un grupo de reflexión sobre sistemas alimentarios mundiales.

Según Nierenberg, el covid y la crisis climática no van a ser los últimos grandes traumas que afecten al mundo y las mujeres y las niñas han sido afectadas de forma desproporcionada por estos dos eventos. A su juicio, eso confirma la necesidad de cambiar el sistema alimentario. Las mujeres han sufrido la pérdida de puestos de trabajo e ingresos, la reducción de la producción de alimentos, y ahora hay más niñas sin escolarizar, como consecuencias del covid y de los eventos climáticos.

“No me toca hablar en nombre de las mujeres de todo el mundo. Las mujeres que realmente están haciendo el trabajo tienen que hablar por sí mismas; tienen que ser incluidas en estas conversaciones”, dijo Nierenberg. Pero la realidad actual, “es que en las conferencias hay muchos hombres blancos con traje que hablan en nombre del resto del mundo. Necesitamos que el resto del mundo, y las mujeres incluidas, estén en la sala”.

Un sistema alimentario es una red compleja de las actividades relacionadas con el cultivo, la transformación, la distribución y el consumo de alimentos. Incluye la gobernanza, la sostenibilidad ecológica y el impacto sanitario de los alimentos. La pandemia del covid ha puesto de manifiesto asuntos escondidos, como la interconexión de nuestros sistemas alimentarios y es urgente invertir en sistemas alimentarios regionales y localizados que incluyan a las mujeres y los jóvenes.

Food Tank trabaja con otros grupos internacionales en investigar y establecer la agenda de soluciones concretas para instaurar sistemas alimentarios que cumplan su función de erradicar el hambre y la pobreza extrema.

Divine Ntiokam, defensora de los sistemas alimentarios y fundadora y directora general de la Red Mundial de Jóvenes por una Agricultura Inteligente con el Clima (GCSAYN, en inglés), está de acuerdo. Según ella, los jóvenes están dispuestos a participar en una transformación justa e inclusiva de las zonas rurales y es lamentable que rara vez participen en la toma de decisiones. Ellos, adujo, están excluidos desde el nivel doméstico hasta las instituciones políticas y las empresas más grandes, y necesitan mejores perspectivas de seguridad financiera para permanecer en el sector agrícola.

“Hay que prestar especial atención a los hombres y mujeres jóvenes en la formulación de la legislación para que compren tierras y reciban los derechos adecuados sobre ellas, dijo Ntiokam desde Yaundé, la capital de Camerún, donde GCSAYN tiene su sede central. “Los donantes internacionales y los gobiernos deben invertir en los jóvenes, especialmente en las mujeres jóvenes y las jovencitas, para que tengan una participación significativa en la red de los sistemas alimentarios”.

“Los jóvenes necesitan tener su propio ‘puesto en la mesa (de negociaciones)’, como en la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios, en lo que respecta a la toma de decisiones sobre dónde invierten sus recursos los gobiernos y los donantes internacionales para hacer de la agricultura y la alimentación una carrera viable, productiva y rentable”, afirmó.

Muchos investigadores afirman que los sistemas alimentarios actuales son injustos, insalubres y poco equitativos y exigen que el sistema alimentario mundial sea transformado. Según la FAO, más de 800 millones de personas se acostaron con hambre en 2020, y decenas de millones más están desnutridas.

“Para que los sistemas alimentarios sean justos, es urgente cerrar la brecha de género de los recursos”, afirma Jemimah Njuki, directora para África del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, en inglés), con su sede central en Washington y su centro africano en Kigali, la capital de Ruanda. Ella ejerció el rol de custodia de la Palanca para la Igualdad de Género y Empoderamiento de la Mujer para la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios que tuvo lugar en New York el septiembre pasado, en el marco de la semana de la 76 Asamblea General de la ONU.

La Cumbre debía ser una plataforma para impulsar el cambio de los sistemas alimentarios con el fin de ayudar al mundo a recuperarse de la pandemia del covid e impulsar el logro de los ODS para 2030. Varios ODS están vinculados al hambre, la alimentación y la agricultura.

“Los sistemas alimentarios deben transformarse de forma justa y equitativa, y las mujeres y las jóvenes niñas deben participar en ellos y beneficiarse de forma significativa”, dijo Njuki a IPS. Se debe por ende eliminar las normas sociales y de género perjudiciales que crean barreras a las mujeres y las jóvenes al definir lo que pueden o no pueden comer, lo que pueden o no pueden poseer, a dónde pueden ir o no.

“Esta transformación tiene que ser impulsada desde todos los niveles y sectores de nuestros sistemas alimentarios: de lo global a lo local, de lo público a lo privado, de los productores a gran escala a los pequeños agricultores y a los consumidores individuales”, planteó Njuki. Para ella, los líderes deben promulgar políticas que aborden directamente las injusticias, garanticen el acceso de las mujeres al crédito, a los mercados y a los derechos sobre la tierra. Además, las mujeres y los hombres a título personal deben enfrentar las normas establecidas y los prejuicios sociales y legales y exigir cambios.

Según Njuki los actuales sistemas alimentarios han contribuido a crear grandes disparidades entre ricos y pobres. “Estos resultados negativos están íntimamente relacionados con muchos de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad en estos momentos: la justicia y la igualdad, el cambio climático y los derechos humanos, y estos retos no pueden abordarse sin transformar el funcionamiento de nuestros sistemas alimentarios”.

“Estamos en un momento crucial, en la última década antes de la fecha límite de los ODS. Esta debe ser la década de la acción para que los sistemas alimentarios acaben con el hambre”, concluyó.

Ver, If Women Farmers were Politicians, the World Would be Fed

 

 

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Los comentarios de nuestros lectores (1)

Manariho 01.11.2021 Yes, I agree, women need access to banks, etc. but until there is a cultural and religious revolution in Islam, such as a Reformation, women will always be 2nd class.