El continente africano es todavía y sobre todo una tierra de tránsito respecto a la difusión de la cocaína, pero con aumentos significativos también en el consumo interno.

Tras la desaceleración parcial del tráfico ilícito debido a la pandemia, se han reanudado las tradicionales rutas marítimas y aéreas desde América Latina hacia África, con algunas novedades importantes.

Este es el panorama que se desprende del recién publicado informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), que dibuja un papel cada vez más central de África en el comercio internacional de cocaína.

La ruta atlántica y los grandes ejes africanos

La ruta atlántica desde América Latina hacia diversos puntos del continente africano ha repuntado significativamente una vez finalizada la emergencia pandémica. Aunque Colombia sigue siendo el mayor productor mundial de cocaína, Brasil es el centro de salida más importante de la mercancía. Además de Norteamérica, el tráfico se dirige a Europa, donde Bélgica y Holanda son ahora los destinos finales preferidos.

Sin embargo, desde Brasil también llegan cargamentos de cocaína a destinos africanos, ya sea por mar o por aire. En el primer caso, los principales destinos son dos: por un lado, los países costeros e insulares (como Cabo Verde o las islas Bijagos, pertenecientes a Guinea Bissau) de África Occidental; por otro, la región en torno a Sudáfrica, que implica, además del puerto de Durban, también puertos mozambiqueños (especialmente en el norte del país, como Nacala y Pemba, precisamente en zonas próximas a los atentados terroristas que se vienen sucediendo desde 2017), tanzanos (Dar-es-Salaam) y angoleños (Luanda).

Por aire, los principales centros de salida están representados por el aeropuerto de Addis Abeba, en Etiopía -en constante crecimiento y con conexiones con Europa, América, Asia y casi todos los países africanos-, junto con el de Nairobi, en Kenia.

El papel de la delincuencia nigeriana

La delincuencia local desempeña un papel cada vez más importante en el tráfico de cocaína en el continente. El principal actor es la delincuencia nigeriana. Ésta trafica pequeñas cantidades de cocaína, actuando en grupos de cuatro a cinco personas muy cerrados y, por tanto, difíciles de atacar. Transportan la cocaína en pequeñas maletas por vía aérea o terrestre a países como Ghana, Benín u otros de África Occidental.

Las mayores incautaciones de cocaína de los últimos años se han producido en esta parte del continente: en Cabo Verde, en dos operaciones distintas, se incautaron unas 12 toneladas en 2019; en Costa de Marfil, en 2021, las toneladas incautadas fueron 6 y en Senegal más de 5 durante el año pasado.

Hace unos años se abrió una ruta directa de Brasil a Costa de Marfil. Aquí se incautaron 6 toneladas de cocaína en 2021, pero sobre todo se descubrió una línea directa de São Paulo a Abiyán, con la incautación en alta mar de un barco cargado de cocaína. Entre 2021 y 2022, se incautaron 23 buques en alta mar en la ruta atlántica que conecta Brasil con la costa occidental africana.

Brasil, sin embargo, también tiene una relación directa con algunos países del sudeste africano, principalmente Sudáfrica y Mozambique. El puerto de Durban es un centro muy importante, ya que la región a la que pertenece, KwaZulu-Natal, es también aquella en la que el consumo de cocaína es probablemente mayor que en todo el continente, así como un punto de envío principalmente hacia el norte.

El vecino Mozambique es uno de los países emergentes en el tráfico de cocaína, con una línea marítima directa a Brasil, pero también, por el lado oriental del océano Índico, a países asiáticos como Pakistán, desde donde llegan grandes cantidades de heroína. Luanda, la capital angoleña, también es hoy un importante centro del tráfico internacional de cocaína: también aquí la ruta con Brasil es directa, tanto por mar como por aire (con conexiones de la compañía angoleña TAAG desde São Paulo y Río de Janeiro a Luanda). En 2020 se desarticuló un grupo criminal que operaba en los suburbios de Luanda, con conexiones con traficantes brasileños y congoleños. En agosto de 2022, se incautaron 164 kilos de cocaína en el puerto de Luanda.

Aumento del consumo interno

Un dato cada vez más preocupante es el consumo interno de cocaína en África: mientras que Sudáfrica parece haber alcanzado su punto máximo en 2007 que luego ha descendido, empezando a favorecer otros estupefacientes, a nivel continental, los pocos datos disponibles sitúan a África por encima de Asia en términos de consumo de cocaína per cápita.

Aunque todavía lejos de los niveles de consumo americanos y europeos: de hecho, la cifra para África es del 0,27% de consumo de cocaína, mientras que Asia se sitúa en el 0,07%. Sobre todo en África oriental y meridional, se observa una transición del consumo de cannabis al de cocaína (o en casos más raros al de heroína), lo que está dificultando mucho las cosas a las familias que no están preparadas para hacer frente a la emergencia de drogas de sus hijos, mientras que los distintos Estados -con la excepción parcial de Sudáfrica- no disponen de ninguna infraestructura profesional ni de apoyo social y psicológico para intentar recuperar a los consumidores que ahora se han convertido en toxicómanos.

El reto, por tanto, es doble: intensificar la lucha contra la delincuencia organizada, que hace del tráfico de drogas su principal negocio, y ofrecer servicios de rehabilitación para limitar los daños de una plaga que se abate sobre un continente incapaz de hacerle frente.

Véase, Cocaina. La centralità del continente africano