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Las protestas pacíficas se multiplican en Sudán

Pax, Peace are you in? 24.01.2019 Pax Traducido por: Jpic-jp.org

Las manifestaciones pacíficas que tienen lugar en Sudán desde unos meses constituyen el reto más importante para el gobierno de Omar al-Bashir desde su llegada al poder hace treinta años.

Una economía destruida donde más de 50% de la población viven por debajo del umbral de la pobreza y el desempleo supera los 20%, combinada con décadas de corrupción, ha empujado una gran cantidad de sudaneses a salir por las calles en un movimiento pacífico, reclamando la destitución de al-Bashir.

El gobierno, a la sorpresa de nadie, está usando violencia para reprimir las manifestaciones. Sin embargo, esta respuesta no es uniforme y el ejército ha mostrado menos arranque por enfrentar a los manifestantes que en el pasado. En un intento desesperado de disminuir las persistentes protestas y legitimar una respuesta aún más violenta, el régimen puede recurrir a tácticas más tortuosas como enviar a matones entre los manifestantes para suscitar la violencia.

La recién creada y apolítica Asociación de Profesionales de Sudán parece ser la coordinadora de las protestas y la oposición parece dejar al lado sus diferencias para coordinar sus acciones.

Incluso unos simpatizantes del dominante Partido del Congreso Nacional (PCN) han sido vistos entre los manifestantes, otros han abandonado el partido y los órganos de seguridad. La historia está en el lado del pueblo. Los gobiernos en Sudán fueron derrotados pacíficamente dos veces, en 1964 y nuevamente en 1985. Estas experiencias están inspirando al levantamiento actual.

Sin embargo, para lograr sus objetivos - sacar al-Bashir del poder, desmantelar las instituciones estatales corruptas y reconstruir el Sudán en un país incluyente, justo, pacífico y democrático –las protestas deben ampliarse y los organizadores necesitan mejorar su coordinación. Preservar la actual naturaleza no-violenta del movimiento, particularmente frente a la represión violenta, es crítico y puede ser uno de los factores decisivos para un futuro de paz. El movimiento tiene el potencial de convertirse en una campaña de desobediencia civil bien planeada. Tal campaña puede ser la gota que haga desbordar el vaso.

El régimen no tiene respuestas. Al mismo tiempo, no es probable que al-Bashir ceda pronto el poder. Pero su gobierno puede hacer poco para mejorar la economía, que es una de las reivindicaciones al centro de las manifestaciones. La represión es su principal opción. La efectividad de esta represión gubernamental o el éxito de las actuales protestas dependen en gran parte de cuanto sea consistente la unidad entre los partidos de la oposición. Después de treinta años de “divide et impera”, de ahuecamiento de las instituciones estatales, de una cultura de impunidad y de la adhesión generalizada del ejercito al poder, esto sigue siendo un desafío. Sin embargo, muchos trabajan incansablemente para unir a la oposición, determinados a retomar pacíficamente en sus manos el país. La mejor perspectiva sería que al-Bashir resignara o prometiera no presentarse a las elecciones de 2020, presionado en esto por sus aliados y por gobiernos extranjeros. Una transición negociada como esta, en la que un nuevo gobierno sería en parte compuesto de miembros moderados del PCN y del ejército, sería la mejor manera de salir de la situación actual. No obstante, dada la reputación de al-Bashir, esta solución hipotética es improbable. Al-bashir tiene razones convincentes para aferrarse al poder; si cede el puesto, debe temer por su seguridad y su imputación en el Tribunal Criminal Internacional por genocidio, por crímenes contra la humanidad y por crímenes de guerra en Darfur, reduce considerablemente sus opciones.

La comunidad internacional debería priorizar que se eviten más violencias durante las manifestaciones. La reciente resolución de la Unión Europea y la declaración de la Troika (emitida en enero por el Reino Unido, los E.E.U.U. y Noruega) han sido firmes, pero no lo suficiente. Las declaraciones deben estar respaldadas por presión hacia el régimen para que limite sus represiones, libere a los detenidos y ofrezca respuestas a los pedidos de los manifestantes. Además, unos países podrían ayudar a elevar las posibilidades de una transición pacífica del poder tras reforzando su compromiso con la sociedad civil y con la oposición en Sudán. Un cambio sustentable en Sudán solo puede venir desde adentro, y los esfuerzos actuales para lograrlo deben ser reconocidos y reforzados.

Los poderes regionales deben persuadirse de que una transición pacífica solo puede lograrse a través de la cooperación con la oposición y los elementos moderados del régimen. Al final, esto serviría a su deseo de estabilidad regional mucho mejor que continuar respaldando el régimen actual.

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