Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Solo la justicia traerá la Paz

El País 26.05.2015 Patricia Blanco Traducido por: Jpic-jp.org

Srdja Popovic (Belgrado, 1973) es entrenador de revolucionarios. No de los violentos, cuyas rebeliones suelen terminar “empapadas de sangre de inocentes”, afirma, sino de aquellas personas que “uniéndose y pensado de forma creativa pueden derribar dictadores y enmendar injusticias” sin que nadie resulte herido.

Popovic fundó Otpor (Basta), un movimiento estudiantil determinante en la caída del dictador serbio Slobodan Milosevic. Tras esta experiencia creó en 2004 la organización CANVAS (Centro para la Aplicación de Acciones y Estrategias de No Violencia). Desde entonces, ha adiestrado a todo aquel que desea hacer una revolución sin levantar un arma, desde activistas de la primavera árabe a insurrectos del Maidán. Estas son algunas de las prácticas que recoge en su último libro, Blueprint for revolution (Plan de acción para la revolución), un decálogo para alcanzar la victoria a través de protestas pacíficas, que Popovic acaba de presentar en el Oslo Freedom Forum (Foro de la Libertad de Oslo).

1-. No arriesgues tu vida. El argumento es evidente pero no siempre recordado: “Si mueres, no puedes hacer la revolución”. En un país donde las manifestaciones son duramente reprimidas, “te pueden matar si vas a una concentración, pero no si optas por otras medidas, como boicotear determinados productos”. Por ejemplo, el boicoteo a multinacionales que trabajaban en Sudáfrica antes de la abolición del apartheid, ayudó a la derogación de las medidas segregacionistas, ya que los accionistas de las empresas se vieron obligados a exigir al Gobierno sudafricano que pusiera fin a las leyes racistas bajo la amenaza de dejar de operar en el país.

2-. Conserva tu libertad. Es lógico, difícilmente se pueden emprender actos revolucionarios desde la prisión. Por ello, entre una táctica legal y una ilegal, el activista serbio sugiere sin dudarlo la legal. Por ejemplo, para la conmemoración del 26º aniversario de la masacre de la plaza de Tiananmén, el 4 de junio, los activistas chinos se proponen pasar por el lugar en el que ocurrió la matanza con una luz encendida pero no acudir a concentraciones, donde con toda seguridad serían arrestados.

3-. El dinero es lo que más duele. Entre una táctica y otra, Popovic recomienda “buscar la que suponga una mayor pérdida económica” al poder contra el que se protesta. Y acude a un ejemplo clásico: el boicot de autobuses de Montgomery (Alabama, Estados Unidos), que comenzó el 1 de diciembre de 1955, cuando la afroamericana Rosa Parks se negó a ceder su asiento a una persona blanca, y terminó un año después, al ser declarada inconstitucional la segregación en los autobuses. “La acción se podría haber realizado en los baños públicos, pero el hecho de no utilizar ese medio de transporte conllevaba una importante pérdida económica”.

4-. Distrae a tu oponente. Las tácticas de dispersión pueden tener más éxito que las de concentración. “Una concentración en un lugar público implica tener a quienes te apoyan reunidos en un mismo lugar, aumentando el riesgo de las personas que participan en la acción y facilitando a la policía su labor” al indicarles dónde se van a reunir. Para el activista, no tiene sentido concentrarse demasiados días en una misma plaza. “En protestas como las de Hong Kong [en 2014, a favor de la democracia] los activistas terminan agotándose, porque se quedan sin luz y sin baños, y desde luego las autoridades no los van a poner”, añade. En cambio, las tácticas de distracción, en forma de acciones distribuidas en el tiempo en distintos lugares y de forma muy repetida “obliga a la policía a dispersarse” y ser menos eficaz y los riesgos disminuyen.

5-. Usa el risactivismo. Inspirado en los Monty Python, Popovic plantea usar la táctica basada en el humor y el ridículo “para minar la autoridad” de los poderosos que define como risactivismo. “Hay que poner al objeto de esta táctica entre la espada y la pared: si actúa parecerá estúpido y si no lo hace, parecerá débil”. Popovic recuerda una protesta realizada en un metro de Ankara en 2013. Dos policías, vieron besándose a una pareja en una de las estaciones más concurridas de la capital turca. Las autoridades pidieron a los usuarios que actuaran de acuerdo con las normas morales. El incidente saltó a la prensa y cientos de personas participaron en la protesta que consistió en besarse en el metro. “¿Qué podían hacer ahora los policías?”, pregunta Popovic.

6-. Construye una historia de pequeñas victorias. Los grandes sueños requieren pequeños comienzos. Es lo que sucedió en Israel en 2011 con la protesta que obligó a bajar el precio del queso cottage. El organizador, Itzik Alrov, creó una página en Facebook para animar a sus compatriotas a boicotear el producto, cuyo precio se había duplicado desde 2006, cuando se suprimieron las subvenciones al queso, una medida con la que las grandes empresas obtuvieron importantes beneficios. La acción, en un primer momento solo tenía 32 seguidores, llegó luego a superar los 100.000, obligó a reducir el precio del queso y abrió la puerta a debatir un problema mayor: el alto coste de la vida en Israel y los bajos salarios de un sector de la población.

7-. La unidad hace la fuerza, entre los miembros de una misma causa y en el objetivo de la causa. El primero caso tiene cientos de ejemplos: cuando ante una dictadura las fuerzas de la oposición se dispersan en distintos movimientos que también luchan entre sí, gana el dictador. En el segundo caso, Popovic alude al ejemplo FEMEN: cuando nació en 2008 en Ucrania y luchaba por los derechos de la mujer y las activistas mostraban sus pechos desnudos, tenía “un gran impacto”. Después, las mujeres empezaron a dispersar sus mensajes: “En Kiev protestaron por la ausencia de suficientes baños públicos, y en Londres, contra los regímenes islamistas sangrientos, en España, contra la ley mordaza.” Aunque todas las causas sean nobles, con su expansión internacional el grupo ha perdido el foco de sus acciones. “Cuando aparecen en los medios de comunicación, nadie sabe ya contra qué protestan” y pierden efectividad.

8-. Haz que la represión sea contraproducente. Para ello es necesario, según Popovic, “entender exactamente” la manera de actuar del oponente. “No es una fuerza demoníaca sino una decisión calculada de las autoridades”, señala. Como ejemplo, usa su experiencia en el movimiento serbio Otpor. “La principal herramienta de la policía era el miedo que teníamos a ser arrestados no el hecho de ser arrestados”, explica. Por eso, todos los miembros del movimiento que pasaron por prisión explicaron al resto con todo detalle lo que ocurría en una detención. Y aunque ser arrestado seguía siendo un temor, ya no les asustaba tanto, porque además el movimiento daba una atención personalizada a cada activista en la cárcel. “Pronto, muchas personas empezaron a correr enormes riesgos a pesar de que podían ser detenidas”, concluye.

9-. Ocupa la calle solo cuando te hayas organizado. “Una manifestación masiva es el último paso, no el primero”, afirma Popovic. “Solo puedes pedir a la masa que salga a la calle cuando sabes gran parte de ella està de tu lado”. Por eso, es la falta de organización lo que no hace triunfar a los movimientos que llaman a ocupar los espacios públicos sin ninguna preparación, entre ellos el movimiento 15-M. “Terminan cayendo en una filosofía confusa”, puntualiza. 

10-. Termina lo que has empezado. “Declarar la victoria es un asunto delicado”, reflexiona Popovic, por lo que hay que asegurarse de que el objetivo final se ha alcanzado. Si anuncias que tu movimiento ha sido un éxito demasiado pronto y envías a los activistas a casa puede repetirse lo que vive hoy Egipto: todos los que participaron en la revolución y creyeron que habían ganado tras la caída del dictador egipcio Hosni Mubarak, vieron después a los Hermanos Musulmanes en el poder, seguidos de un régimen militar que dio un golpe de Estado y tomó el control del país.

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