Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación

Una esperanza en medio de la desesperación

New York 25.09.2020 Gian Paolo Pezzi, mccj Traducido por: Jpic-jp.org

El Viernes Santo, el Papa Francisco estuvo solo a rezar en la plaza desierta de San Pedro frente a la cruz de la peste romana. Incluso desde antes del Corona, los templos cristianos están cada vez más vacíos; algunos han sido profanados, otros vendidos y convertidos en viviendas o supermercados; monasterios centenarios se han transformado en hogares para ancianos. Son los signos de los tiempos. Con la destrucción del templo, el pueblo de Israel en el exilio tuvo que aprender que Dios no se encontraba en los edificios, sino que vivía en sus corazones y en su comunidad. Quizás, los cristianos tengan que encontrar nuevas formas de entender y vivir su fe. Quizás, la sociedad y el mundo al salir de los “templos”, de buena gana o no, se encontrarán cara a cara con el Señor de la creación que tratan de evitar.

Aloysius Pieris ha publicado en Third Millenium (Tercer Milenio) N° 2, de 2019, un artículo "Church is a Home, not a boarding House – Family members vs. temporary residents” (La iglesia es un hogar, no una pensión: miembros de familia frente a residentes temporarios). En él explica por qué la encíclica Laudato Sí y la Temporada de la creación son una de las principales enseñanzas bíblicas sobre nuestro universo que se esperaban desde hace mucho tiempo. Su texto es una reflexión refrescante sobre cómo leer el sombrío tiempo actual. Aquí se parafrasea su artículo para concluir, el 4 de octubre, con una chispa de esperanza el Tiempo de la Creación que comenzó el 1 de septiembre. Estas son algunas de sus palabras.

En el Antiguo Testamento, la expresión "Casa de Dios" significa el edificio donde "se cree que Dios habita, como el Templo de Jerusalén, o el Pueblo de Dios, como en la frase Casa de Israel".

En el Nuevo Testamento, la comunidad Cristiana ha usado la expresión Casa de Dios pero sin nunca referirla a los edificios de culto, por la simple razón de que no tenían ninguno. Siempre hablaron de "reunión familiar de los seguidores de Cristo, porque ellos constituían la Casa de Dios" como en 1 Tim 3,15. Más explícitamente, en Heb 3, 1-6 se dice: "Cristo fue fiel sobre la Casa de Dios como un Hijo y nosotros somos Su casa con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza" (énfasis agregado).

Estas dobles expresiones “Casa de Dios” y “somos Su casa” toman su verdadero significado de la afirmación del Génesis cuando “el Creador declara que Su creación es buena; tan buena como la propia casa de Dios”.  El universo creado se llama Cielo y Tierra, lo que los judíos entendían como “la morada de Dios (cielo) y el hábitat Humano (tierra). “Este universo creado es, por lo tanto, un Templo Sagrado, donde lo Divino y lo humano se encuentran y se relacionan entre sí.  En un lugar de adoración tan sagrado, como es este universo, debe haber un icono de Dios que venerar; y este icono de Dios no es otro que la persona humana, a quien Dios mismo hizo a Su imagen y semejanza”.

En esta perspectiva, llega una conclusión con mucha fuerza: el culto que se le rinde a Dios exige el servicio prestado a los otros seres humanos. Esta es la religión en la que la fe en Dios y la justicia interhumana están inseparablemente vinculadas. Por eso, toda la creación debe mantenerse como un espacio sagrado donde se entroniza al Dios Creador y se venera la imagen de Dios (la humanidad).

“Por tanto, la salvación eterna no consiste en abandonar esta Casa de Dios para habitar en algún otro destino no material. La salvación está en este mismo universo transformado en un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva".

Este templo de Dios está llamado, por cierto, a experimentar la resurrección a una nueva era. Miramos hacia el futuro no a otro mundo sino a otra era de este mismo mundo. Esta nueva era ya ha comenzado con la resurrección de Jesús. Por lo tanto, no vivimos en este mundo como huéspedes que esperan ir a su verdadero hogar. "Es esta misma Casa de Dios la que será transformada o resucitada en el lugar de descanso eterno".

“La Iglesia, analógicamente, también es la Casa de Dios, y no es una pensión donde nos quedamos como extraños hasta que entremos en la Iglesia supuestamente 'real', que amanecerá al final de los tiempos. Los cristianos no son 'huéspedes' en la Iglesia, así como no es de pensar que los humanos vivan como extraterrestres en este Universo".

"Los huéspedes no son nunca muy entusiastas con reparaciones o restauraciones", porque su interés está en la casa ‘real’ en la que esperan entrar. “Por el contrario, los agradecidos miembros de familia, al no tener otro hogar en el que vivir, considera a la Iglesia por lo que es, el Cuerpo de Cristo ahora que será el Cuerpo de Cristo también entonces. Todo lo que sucede ahora tiene también el valor escatológico del entonces para los que allí viven. Por ende, a diferencia del huésped, "el que allí vive participa activamente en los eventos de la casa, porque la considera como su propia casa".

La dramática situación actual es, por otro lado, un recordatorio para todos de lo vulnerable, frágil y necesitado de salvación que es el ser humano, y cuestiona muchas certezas, sobre todo la más peligrosa: Nosotros hemos llegado a vernos como los señores y amos de la Tierra, con derecho a saquearla a nuestra voluntad. La violencia presente en nuestro corazón, herido por el pecado, se refleja también en los síntomas de enfermedad que se manifiestan en el suelo, en el agua, en el aire y en todas las formas de vida. Por eso la tierra misma agobiada y asolada "gime de dolores de parto".  La Tierra nos está pidiendo a todos que dejemos de considerarnos huéspedes y nos convirtamos en los que habitan su propia casa.

Deje un comentario