Cualquier abogacía debe tener a los pobres y marginados en su centro y llevarse a cabo para, con, por los pobres y marginados. Podemos, por lo tanto, considerar como un "regalo" que nos viene del sufrimiento humano la consistente abogacía que florece en todas partes en favor de las partes abandonadas y descuidadas de nuestra sociedad global.

El 23 de marzo pasado, el Secretario General de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, solicitó un alto al fuego global. Instó a todas las partes en conflicto a que dejen las armas y permitan que los países devastados por la guerra luchen contra el enemigo común, es decir, la pandemia del coronavirus. El renovó su llamado el 2 de abril porque "Lo peor está por venir. La tormenta Covid-19 ahora está llegando a todos estos teatros de conflicto" y "la furia del virus ilustra la locura de la guerra".

Haciéndose eco de sus palabras, el Papa Francisco envió un mensaje en un discurso transmitido en vivo desde Roma a un mundo en cuarentena (vea el video aquí) diciendo: "Me uno a todos los que han escuchado este llamado e invito a todos a seguirlo, poniendo fin a todas las formas de hostilidad bélica, promoviendo la creación de corredores para la ayuda humanitaria, la apertura a la diplomacia y la atención a aquellos que se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad". Necesitamos "reforzar nuestros lazos fraternos", continuó, con la esperanza de que el Covid-19 pueda despertar "en los líderes de las naciones y las otras partes involucradas un compromiso renovado para superar las rivalidades" a través del "compromiso conjunto contra la pandemia. ¡Los conflictos no se resuelven a través de la guerra! Es necesario superar los antagonismos y oposiciones a través del diálogo y una búsqueda constructiva de la paz".

Covid-19 "no conoce fronteras". En consecuencia, el Papa Francisco siguió abogando también por aquellos cuya vivienda los hace susceptibles de mayores riesgos, como los que viven en hogares de ancianos y casas compartidas, en cuarteles y prisiones superpobladas, y las personas sin vivienda. Pidió a las autoridades "ser sensibles a estos problemas y tomar las medidas necesarias" para evitar futuras tragedias.

Tal como una pandemia de buena voluntad, en todas partes durante la crisis del corona virus, está  surgiendo una amplia gama de iniciativas de abogacía, tanto a través de acciones como de llamados y campañas. Los jóvenes se organizan en equipos para llevar tratamientos y alimentos a las personas mayores. En Nueva York (NYC) donde el contexto de vida cambia rápidamente, para apoyar a los miembros de la comunidad que necesitan alimentos, el Hunter College NYC creó las Guías de recursos alimentarios COVID-19 NYC. El Departamento de Salud de Nueva York, utilizando los Perfiles de Salud Comunitaria del 2018 de sus 59 distritos comunitarios ya organizados, envía líneas de guía e indicadores que contienen más de cincuenta instrucciones, estadísticas de salud e información relacionadas con el acceso a alimentos dentro de la comunidad, donde encontrar comidas para estudiantes y ancianos, y servicios de entrega para personas con discapacidad e inmigrantes de escasos recursos.

El 5 de abril, la Nuclear Disarmament Task Force de la Iglesia Unitaria y la All Souls Peace and Justice Task Force ambas de la ciudad de Nueva York, y el NGO Committee on Disarmament, Peace, and Security han organizado a través de Zoom una reunión de abogacía pidiendo Transferir el Dinero desde esa amenaza para el planeta que son las armas nucleares al fondo para la defensa contra el catastrófico cambio climático. Los recursos necesarios para evitar el desastre climático no deben desperdiciarse en las armas nucleares ya que cualquier uso de estas armas sería suicida.

El consejo de quedarse en casa para frenar la propagación de COVID-19, proclamado e incluso impuesto en todas partes y desde todas las entidades sociales, no es, sin embargo, de mucha ayuda para los neoyorquinos sin hogar. Incluso si están en centros de acogida, son particularmente vulnerables a una crisis de salud generalizada ya que están expuestos  a contraer el virus: la proximidad entre ellos en los abrigos de fortuna, la falta de acceso a jabón y desinfectante para las personas en las calles, los desafíos para obtener atención médica por todos ellos los exponen al virus y, por lo tanto, a enfermarse y a la muerte. Muchos de ellos ya pueden haberse infectado y hasta convertirse en una amenaza para las personas con o sin vivienda estable. La ciudad de Nueva York, con sus más de 60.000 personas en los centro de acogida y miles y miles más en las calles, está brindando orientación a los que sirven en esos centros de acogida sobre las mejores prácticas para limpiar las instalaciones y ha enviado equipos móviles para informar a las personas sin hogar de la ciudad sobre COVID-19. La ciudad también ha establecido un sistema para enviar comidas a las personas en cuarentena en apoyo a los que carecen de recursos o alimentos o acceso a las tiendas de comestibles (Lea más aquí).

Es de esperar que estas experiencias de abogacía reactiva a través de acciones concretas y llamamientos para abordar las principales cuestiones y problemas sociales, abran la mente, el corazón y el camino de las autoridades públicas y las organizaciones mundiales a la abogacía proactiva a favor de estos mismos grupos humanos cuando termine la emergencia del virus. Puedes apoyar aquí una de estas campañas de abogacía