De modo que su retirada no es la tragedia que se cuenta, sino un desarrollo obvio de la historia que, si bien no resuelve en absoluto los problemas de Afganistán, elimina uno de ellos, y de no poca importancia.

Así que volvamos a las mujeres afganas, que ciertamente, como otras, aman a sus hijos. Y que en los años de ocupación estadounidense han visto a sus hijos llevados por miembros de las fuerzas armadas afganas, los que estaban bajo la supervisión de Estados Unidos, para caer presa de los pedófilos que abundaban en sus filas.

Así lo reveló en 2018 el acreditado New York Times, que informó sobre una Comisión de Investigación estadounidense encargada de investigar el fenómeno, al encontrar esta perversión entre las filas del ejército afgano y cómo el ejército de Estados Unidos haya cerrado los dos ojos para no molestar a sus askaris.

“De 2010 a 2016, escribe el New York Times, el ejército de los Estados Unidos en 5.753 casos pidió investigar las unidades militares afganas para verificar posibles casos de 'graves violaciones de los derechos humanos'. Si se encuentran, la ley estadounidense requiere que se retire la ayuda militar de la unidad infractora". "Nunca pasó nada".

"Este es el resultado de una investigación sobre el abuso sexual de menores por parte de las fuerzas de seguridad afganas y la indiferencia del ejército estadounidense ante este crimen", según el informe de Sigar, el instituto especial afgano para la reconstrucción.

"El informe [...] fue considerado tan explosivo" que originalmente estaba marcado como Secreto / No extranjero", es decir, secreto y no para ser divulgado en el extranjero, con la recomendación de que permanezca clasificado [Secreto] Hasta el 9 de junio de 2042".

"El informe [...] es detallado y, al menos en la parte pública, hizo poco para responder preguntas sobre la prevalencia del abuso sexual infantil en el ejército y la policía afganos y cómo era costumbre que el ejército de los EE. UU., por otro lado, ignorara la práctica generalizada del bacha bazi, o juego de niños, es decir, el hecho de que los comandantes afganos tenían niños menores de edad con ellos como esclavos sexuales”. Aparentemente, esta práctica ignominiosa estaba muy extendida en Afganistán, especialmente entre los poderosos y el informe estigmatiza la indiferencia del comando estadounidense sobre el tema.

Desafortunadamente, explica el NYT, "es posible que nunca se sepa el alcance total de estos incidentes", dada la (obvia) reticencia del Comando del Ejército de EE. UU. “Sigar afirma que abrió una investigación sobre el bacha bazi a pedido del Congreso y en respuesta a un artículo del New York Times de 2015 que describía la práctica como 'desenfrenada'. El artículo decía que los soldados estadounidenses que se quejaron habían tenido sus carreras arruinadas por sus superiores, quienes los habían alentado a ignorar la práctica".

Luego, el NYT relata de algunos casos: "Un ex oficial de las fuerzas especiales, el capitán Dan Quinn, quien golpeó a un comandante afgano por mantener a un niño encadenado a su cama como esclavo sexual, dijo que después de este episodio había sido relevado de su mando. "Pusimos en el poder a personas que iban a hacer cosas peores que las que hicieron los talibanes", dijo el capitán Quinn al dejar el ejército.

Y nuevamente: “El sargento de primera clase Charles Martland, un boina verde muy condecorado, se vio obligado a dejar el ejército después de golpear a un comandante de la policía local afgana en Kunduz por haber violado a niños. El sargento Martland estaba furioso después de que el comandante afgano secuestró al niño, lo violó y luego golpeó a la madre del niño cuando ella trató de salvarlo”.

Finalmente, "el artículo del Times también citaba la muerte sospechosa de Lance Cpl. Gregory Buckley Jr, un infante de marina de los Estados Unidos que fue asesinado en un puesto de control donde estaba estacionado con un notorio comandante que tenía un séquito de muchachos bacha bazi. El cabo Buckley se había quejado de ese comandante y había sido asesinado, junto con otros dos infantes de marina, por uno de los hombres del militar acusado" (es probable que el asesinato se atribuyera a los talibanes en ese momento).

Si los dos comandantes estadounidenses cerraron los ojos ante delitos tan graves, se puede imaginar que lo mismo sucedió con delitos de menor o igual alcance, como violación, robo, hostigamiento y asesinato (y es obvio que los responsables de estos delitos, que eran legión, junto a la red de informantes norteamericanos, ahora quieran escapar del país, mezclándose con los que huyen de él por desesperación).

Quizás que esta deriva, que quizás no solo afgana, explique más que cualquier otra cosa la monstruosa tasa de suicidios entre los veteranos de guerra en el Ejército de los Estados Unidos: un informe del Departamento de Veteranos informa que en 2019 se registraron 17 por día, en crecimiento en comparación con años anteriores, que también registraron altas cifras aunque ligeramente inferiores.

Paralelamente a la pedofilia, florecieron otros delitos durante la ocupación estadounidense. A lo mejor no por culpa directa de Estados Unidos, pero sí de la permanente desestabilización provocada por su presencia militar. Desestabilización que ha arrojado a un país ya pobre a la miseria absoluta.

Recuerdo un documental de la RAI en el que algunos afganos hablaban de vehículos todo terreno con vidrios oscurecidos que secuestraban a jóvenes y niños, que eran luego encontrados sin ningún órgano.

No he encontrado esos documentales antiguos y solo la memoria no es suficiente. Pero encontré artículos sobre el tráfico de órganos en Afganistán, en particular de riñones, tanto que Arab News define a este país como "la nación con un riñón" (sobre la venta de riñones, ver también el NYT: "En Afganistán, el auge del comercio de riñones se alimenta de los pobres").

Por supuesto, se puede escribir más libremente sobre el tráfico de los riñones, es más difícil tocar el tráfico de los órganos más vitales, como el corazón, el hígado y más, porque esto mata a los desafortunados "donantes". Pero los que comercian con riñones, en general, colocan a su lado otros "productos". Buscaremos de nuevo, para ver si en algún lugar se ha registrado este tráfico oscuro.

Durante estos años, la trata de niños ha florecido. Tantos, denunció Save the Children en 2011, en Afganistán son los niños "vendidos, explotados en el trabajo y muchas veces forzados a la prostitución".

¿Estamos seguros de que con el régimen talibán abra una perspectiva peor de los horrores que lo han precedido y que los Estados Unidos no tomaron en cuenta?

Ver el original Afghanistan: l'occupazione Usa e la pedofilia dilagante