Hoy es hoy, y quien diga que es mañana miente. La importancia de vivir y actuar en el presente, sin dejar para mañana lo que se puede conseguir hoy. Porque, “Si lo sabía llega siempre atrasado”, y “No hoy, a muerto sin intentarlo". Un proverbio criollo nos recuerda que "el mañana no cocina", si lo esperamos nos moriremos de hambre, mientras que un proverbio burundés dice: "Nzoguh'ejo ariko arakwanka", "Te lo daré mañana, te lo está rechazando". Esta es una historia de monos.
Antiguamente, los monos vivían juntos en la selva como un clan. Todo lo hacían juntos. No había pequeños grupos. Lo único que hacían individualmente era buscar comida.
En este clan de monos, un anciano fue elegido líder. Como era anciano y sabio, todos le respetaban. Cada vez que se levantaba para hablar, todos los monos se callaban. Por su sabiduría, tenía la última palabra en todos los asuntos del clan.
Una noche, cuando todos los monos volvían a su casa, el anciano mono se subió a una piedra parecida a una plataforma y les hizo señas. Los monos sabían que tenía algo que decirles, así que se callaron y se sentaron mientras sus crías saltaban, trepaban a los árboles y correteaban.
Cuando todos se hubieron reunido, el anciano mono inició a hablar: "Tengo algo importante que decir. Estoy absolutamente cansado de la lluvia que nos azota todo el tiempo. No nos da tregua. No hay ningún lugar donde podamos escondernos y protegernos del frío. Nuestros hijos enferman de frío. Creo que deberíamos aprender la técnica del hombre para construir casas".
Todos guardaron silencio. Las palabras del anciano mono tenían sentido. Uno de ellos preguntó: “¿Qué debemos hacer entonces?”. "Escuchad. Es necesario que nos reunamos todos y construyamos una casa parecida a la del hombre. Ella nos protegerá de la lluvia y por la noche nos dará suficiente calor".
El anciano mono se detuvo, se sentó y esperó alguna reacción a sus palabras. "Este es mi consejo. ¿Qué dicen Ustedes?" Los animó aún más para que expresaran su opinión.
"Es un plan muy bueno. ¿Cuándo empezamos?", preguntó un mono joven. El anciano se puso en pie, parpadeó y dijo: “Empezamos mañana”. Todos los monos se alegraron y parloteaban al unísono: “Mañana, la casa”.
Se fueron a ocuparse cada uno de sus diversas tareas. Pero lo que más les preocupaba era el comienzo de la construcción al día siguiente.
A la mañana siguiente, temprano, los monos estaban listos para el trabajo; esperaron a que se les indicaran sus respectivas tareas. En el momento de la distribución del trabajo, se comprobó que faltaba un mono y su esposa. Se decidió que esperarían hasta que llegara la pareja, para que la distribución del trabajo se hiciera de forma equitativa. Tras una larga espera aparecieron el mono y su mujer.
Un mono joven, sin poder contenerse, preguntó: “¿Por qué nos han hecho esperar tanto?”. El anciano le hizo callar: "Espera, deja que se siente primero antes de preguntarle el motivo del retraso. Una noche es mucho tiempo. Durante una noche pueden pasar muchas cosas".
Entonces el anciano mono preguntó amablemente a los que llegaban tarde: "Amigo mío, ¿qué fue lo que te retrasó? Conoces las reglas de nuestro clan. No hacemos ningún negocio, aunque falte uno solo de nosotros. Así evitamos quejas o críticas posteriores".
"Me retrasé porque nuestro bebé enfermó. De repente le atacaron hormigas rojas por todo el cuerpo. Lo trasladamos a otro lugar, pero allí también aparecieron hormigas. Como le habían picado por todas partes, no paraba de llorar. Así que decidimos quitarle todas las hormigas del cuerpo. Como pueden ver, incluso tiene la cara hinchada. Me pregunto cuánto tardará en recuperarse. Amigos, esta es la razón de nuestro retraso".
El anciano mono miró con compasión al bebé. Luego volvió a dirigirse a la reunión: "Ya ha pasado mucho tiempo. No podremos terminar nuestro trabajo si empezamos ahora. Así que sugiero que nos volvamos a reunir mañana. Hoy podemos aprovechar para terminar todas las tareas en casa".
Con estas palabras se levantó la sesión. Los monos se fueron a casa a ocuparse de sus propios asuntos. Pero incluso mientras iban a casa, parloteaban: “Mañana, la casa”.
Mientras estaban en sus asuntos, los pensamientos de cada uno se centraban en la casa. Todos esperaban con impaciencia que llegara el día siguiente para comenzar las obras.
A la mañana siguiente, muchos de ellos se encontraron con que se había agotado la comida en sus casas, así que fueron por aquí y para allá, en busca de alimentos. Pero ya era por la tarde y aún no habían encontrado suficiente comida. Así que recogieron algunos bocados para pasar la noche. ¿Pero, al día siguiente, qué?
A la mañana siguiente, el anciano mono llegó al lugar de reunión, siendo el primero en llegar, como de costumbre. No había ningún otro mono a la vista. Emitió una pequeña señal para despertar a los que aún dormían en los alrededores. Pero seguía sin aparecer nadie.
Finalmente, apareció un monito pequeño quien informó al anciano de que los demás habían ido a buscar comida para sus crías, pero que volverían en breve.
Al cabo de unas horas, los monos regresaron con cara larga. El anciano se dio cuenta de que estaban tristes porque se habían retrasado en asistir a la reunión. Así que la tarea de distribución del trabajo para la construcción del edificio comenzó de inmediato. Pero justo entonces llegó un mono que les interrumpió y dijo: "Todos habíamos ido a buscar comida. Pero como teníamos que volver deprisa, la mayoría fuimos a robar a las granjas de los hombres. Y conseguimos muchas cosas. Algunos tuvimos mijo, otros maíz, otros caña de azúcar, otros patatas y así de seguida. Pero cuando ya huíamos con lo robado, uno de nosotros fue alcanzado por una lanza envenenada lanzada con gran fuerza por un hombre. Murió allí mismo".
El viejo mono se entristeció al oír la noticia. Sintió que ya no se podía seguir trabajando. Así que declaró ese día un día de luto. Dijo que ese día no habría trabajo. El trabajo de construcción de la casa debía posponerse hasta el día siguiente. Y todos los monos se fueron a casa muy tristes. Desde aquel día, cada vez que se decidía iniciar la construcción de la casa, cada mono empezaba a ocuparse de sus propios asuntos antes de iniciar el trabajo común. Y cómo su trabajo, por regla general, tenía que empezar por la mañana, iban primero a robar a las granjas de los hombres, y cada vez en el robo uno de ellos se quedaba muerto. Esto les obligaba a llorar y hacer día de luto por él y así la construcción de la casa ha seguido siendo, hasta hoy, un sueño. Por eso se dice: "No hay mañana. El mañana pertenece al mono. Y por eso el mono no tiene casa hasta hoy". Lo que puede hacerse hoy no debe posponerse para mañana. Puede ser que el mañana no llegue nunca. (Foto: Pixabay) - (Relato del pueblo Sukuma, Tanzania)
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