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Una Leyenda Mística Africana

Newsletter Missionari Comboniani 04.07.2024 Ruby Lilaowala Traducido por: Jpic-jp.org

La historia de Mujaji, la Reina de la Lluvia del pueblo Bakwebo, ha cautivado la imaginación de millones de personas en África.

La saga de la Reina de la Lluvia comienza con su nacimiento en un campamento beduino, en los límites meridionales del desierto del Sahara. Este acontecimiento, ocurrido hace unos doscientos años, fue marcado por una lluvia torrencial en el árido Sahara, donde casi nunca llovía. Más sorprendente aún: la niña tenía la piel blanca y los ojos de un azul intensísimo. Se le dio el nombre de Shareen.

Cuando apenas era una adolescente, la caravana en la que su padre trabajaba como conductor de camellos fue emboscada por un grupo de guerreros Bakwebo, cerca del lago Chad, en el norte de África Central. La caravana fue saqueada y todos los ocupantes asesinados, salvo Shareen quien fue llevada cautiva para convertirse en otra de las muchas esposas del jefe.

Menos de un año después, el jefe murió misteriosamente. Poco después, Shareen, ahora rebautizada Mujaji, se convirtió en la esposa principal del nuevo jefe. Pero pronto también este murió, por causas desconocidas, y ella se convirtió en la jefa del pueblo Bakwebo.

Se otorgó a sí misma un nuevo título: «La que debe ser obedecida». Gobernó a los Bakwebo durante casi ochenta años, tiempo durante el cual su influencia se extendió enormemente. La fuente de su poder era conocida por todos como «La Transformadora de las Nubes».

Durante ese periodo, África Central se vio sacudida por enormes turbulencias, lo que provocó una migración masiva hacia el sur. El pueblo Bakwebo también se unió al éxodo, aunque ya había perdido toda su fuerza guerrera.
El viaje pudo haber durado entre diez o treinta años; jamás lo sabremos. Su ruta los llevó a través de lo que hoy son la República Centroafricana, la República Democrática del Congo y Angola, hasta cruzar el río Limpopo y llegar finalmente a las montañas Wolowedu del antiguo Estado de Transvaal — hoy Limpopo — donde establecieron su nuevo hogar. Mujaji eligió una montaña solitaria, Levanga, para construir allí su palacio.

Levanga se convirtió en el centro del poder de Mujaji, Reina de la Lluvia, Transformadora de las Nubes. Su influencia se extendió a los poderosos pueblos vecinos, más numerosos, más ricos y con ejércitos bien equipados. Mujaji apenas contaba con unos pocos guerreros entre sus cinco mil súbditos. Nunca había necesitado protección armada, y no la necesitaba ahora. Su arma era el dominio de las nubes.

Los reinos vecinos — Tsonga al este, Venda al norte, Sotho, Pedi, Swazi y Tswana al sur y oeste — pronto sufrieron las terribles consecuencias de enfrentarse a Mujaji: tierras devastadas por la sequía.

Para aplacarla y ganarse su favor — la lluvia — sus vecinos le llevaban un flujo constante de regalos: oro, ganado y jóvenes princesas de sangre real. La exigencia de tener princesas reales era probablemente una especie de seguro: Mujaji era lo bastante astuta como para protegerse. Si por alguna razón perdía su poder, sus vecinos guerreros no la atacarían mientras sus hijas permanecieran con ella. Así, las ofrendas fluían sin cesar, y el pueblo Bakwebo recibió un nuevo nombre: Lovdu, el Palacio de las Ofrendas.

Como Transformadora de las Nubes, Mujaji no tenía igual. Los habitantes aún creen hoy que fue gracias a ella que el este del Transvaal es una tierra tan hermosa. Incluso los hacedores de lluvia suazi, famosos por su talento, quedaban ensombrecidos por los increíbles poderes de Mujaji.

Su fama llegó hasta los jefes zulúes, muy al sur, y a menudo se veían rebaños de ganado zulú conducidos hacia Lovdu como ofrenda a la gran Transformadora de las Nubes.

Era también una época de grandes conflictos entre las poderosas naciones zulú, sotho, shangaan y tsonga. Aunque las guerras devastaban la región, el territorio de Lovdu era cuidadosamente evitado. Ningún líder, por poderoso que fuese, se arriesgaba a provocar la ira de la Gran Transformadora.

Pero en el apogeo de su poder, todo terminó de repente: el hombre blanco había llegado a Sudáfrica. Guerras de dominación envolvieron la región, y Lovdu ya no fue inmune. Los soldados blancos despreciaban los poderes atribuidos a Mujaji y finalmente Lovdu fue conquistada.

Las doncellas reales aún estaban allí cuando los soldados blancos irrumpieron en el palacio, pero de Mujaji no había rastro. Nunca más se la volvió a ver ni a oír. Desapareció en el aire, tan misteriosamente como había aparecido.
(La Reina de la Lluvia del pueblo Bakwebo. Crédito: parsi-times.com)

Ver, A Mystic African Legend

 

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